Image: Robert Rodríguez

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Cine

Robert Rodríguez

“Todo lo que se espere de mí será poco ortodoxo”

5 mayo, 2005 02:00

Robert Rodríguez y Frank Miller, co-directores de Sin City

Peleado con los sindicatos pero congraciado con Cannes, donde acude por primera vez, el cineasta Robert Rodriguez presenta a competición la adaptación del cómic Sin City, de Frank Miller, con quien ha codirigido la película.

Robert Rodriguez (San Antonio, Texas, 1968) continúa con Sin City una carrera plagada de riesgos. Si ya se se ofreció en sus comienzos como mascota para experimentos genéticos (para recaudar fondos y rodar El Mariachi), ahora ha vuelto a desafiar a los poderosísimos sindicatos cinematográficos al codirigir con el creador de cómics Frank Miller su nuevo empeño cinematográfico, Sin City, con la que concursa por primera vez en el Festival Internacional de Cine de Cannes. Tras su estreno en Estados Unidos, donde la crítica se ha posicionado en posturas extremas de amor y odio hacia el filme (más bien hacia la violencia que emana), el festival francés apuesta con la inclusión de Sin City en la sección oficial por un cine de la órbita tarantiniana, omnipresente en la estructura de tramas paralelas, cruces de personajes oscuros y diálogos serenamente hilarantes en pleno diluvio de hemoglobina.

En una conversación mantenida en Los Angeles, el siempre divertido Rodriguez narra las peripecias sucedidas hasta rematar otra película nacida para ganarse la categoría "de culto". El esfuerzo por pasar fielmente a la pantalla los criterios estéticos del cómic de adultos que es Sin City, ha deparado una espectacular fotografía en blanco y negro, propia del film noir, con detalladas incrustaciones en color, tal y como revela el aspecto del cómic original. Acompañado de su mujer y productora, Elizabeth Avellán, y la progenie de ambos (ya van cuatro y siempre ha querido tener tantos hijos como un equipo de fútbol), Rodriguez explica cómo fue su hijo mayor Rocket el que le proporcionó la idea de llevar las historias dibujadas de Miller al cine.

-Rocket estaba en el seno de su madre cuando filmamos El Mariachi y creo recordar que fue destetado viendo cine. Parece inevitable que le sucediera... (risas). En serio, sí fue él quien me dio la idea de hacer una película de su cómic favorito, Sin City. Yo leo cómics, y sigo la saga del Dark Knight pero no soy lo que se diría un "fan". Mi hijo sí lo es. Cuando me dio la idea, llamé a Frank (Miller) y su primera respuesta fue "no". Un no rotundo. Lo cual es para mí un buen comienzo. Después, le invité a una sesión de casting en Los Angeles y me volvió a decir "no". Entonces, me empecé a preocupar seriamente. Finalmente, cuando vio a Bruce Willis, Josh Hartnett, Clive Owen y a Quentin Tarantino esperándole en el plató... ya no pudo decir que no. Aunque lo intentó.

La batalla que no cesa
-Fue esta codirección la que le ha vuelto a dar quebraderos de cabeza con los sindicatos.
-He tenido problemas con ellos desde el principio. Cuando rodé sus técnicas de chantaje en el plató de El Mariachi me declararon la guerra aunque no pudieron tocarme. Jamás ha cesado su batalla. Abandoné el Sindicato de Directores por Four Rooms y Pulp Fiction, por el delito de dirigir a Tarantino en su propia película. él hizo lo mismo, está fuera. Luego, Quentin tuvo problemas por contratarme como compositor por la segunda Kill Bill y ahora no quieren reconocer que un dibujante pueda dirigir su propia adaptación... su falta de imaginación no tiene límites. Es su problema.

-La relación autor-director siempre ha sido polémica. ¿Cómo define su interrelación con Miller?
-Sensacional, de libro. Jamás he considerado a Frank como un autor de "tebeos" sino como alguien que viene directamente de otro planeta. La densidad de sus cómics y sus historias no envidian a la de ningún escritor "serio". Sin City es un denso cuento moral, una historia de amor desgarradora equiparable a las grandes obras literarias. Todo ello, contado de una forma muy oscura. Si alguien se siente interesado en seguir mi carrera (risas), verá que lo que me atrae son los valores familiares de cada historia, incluso en Abierto hasta el amanecer. Ahora bien, me temo que las narro desde un punto de vista algo oscuro porque desde mi "mexicanidad" lo que me gusta es lanzar una mirada hacia nuestro muy oscuro interior. Frank y yo coincidimos en esta vía y la relación fue muy fácil, salta a la vista viendo la película. Somos lo que se dice en cliché "una pareja hecha en el cielo". Yo estuve centrado en las cámaras y él trabajó con los actores y el decorado, además de los efectos especiales. Siempre estuvimos juntos en el plató. La película es tan suya como mía. ¡Y realiza un cameo de sacerdote! La película es Sin City según Frank Miller, absolutamente. Quentin dirigió sus propias escenas. Eso no se puede hacer dentro del sindicato, pero prefiero saber que no tengo seguros médicos o que no puedo optar al Oscar antes de dejar que otro decida lo que yo quiero hacer. La libertad es lo primero.

Aunque se considere a sí mismo un outsider, Robert Rodriguez es un niño "mimado" de la industria de Hollywood, apadrinado recientemente incluso por George Lucas. Su Rebelde con causa (Rebel Without a Crew) es un libro de obligada lectura para cualquier cineasta en ciernes. Sus películas demuestran que se puede contar con grandes estrellas (Johnny Depp, Antonio Banderas, Salma Hayek, Bruce Willis, Quentin Tarantino) y desafiar a sindicatos y productores. Tras firmar las inclasificables Spy Kids, la trilogía de El Mariachi, un capítulo de Four Rooms o la futura Shark Boy and Lava Girl, que finaliza en 3D, el futuro se brinda espectacular. Pero él se muestra cauto.

-¿Cómo consigue que las más grandes estrellas de Hollywood accedan a sus arriesgados proyectos?
-Es sencillo, más de lo que muchos creen. A Bruce le envié el guión y me contestó afirmativamente a las 24 horas. No es el protagonista, pero sí el icono del póster. Otra cosa es Mickey Rourke, uno de mis actores favoritos de todos los tiempos. Es un alma torturada y siempre quise trabajar con él. Otra cosa era que él no quería actuar más durante un tiempo. Cuando pude tenerle en érase una vez en México le convencí de ser Marv en Sin City. Creo que ningún director ha sido más feliz de trabajar con él que yo mismo. Bueno, Salma es la madrina de mis hijos y Antonio es un "hermano". Al igual que Quentin. Trabajar con ellos es la mayor diversión posible. Y los sindicatos ni les tocan.

-Paradójicamente, usted ha tenido problemas con los sindicatos pero ninguno a la hora de medir la violencia de Sin City, en la que las decapitaciones, violaciones y crímenes se suceden.
-Ahí está la doble moral de Hollywood. Los de la MPAA la vieron y no demandaron cortar fotograma alguno. Quizá porque la violencia aparece de una forma muy estilizada y, digamos, abstracta. Para mí, sigue siendo una película basada en la mirada de Miller y por tanto algo que no se ha visto en una pantalla hasta ahora.

-Háblenos de su relación con Quentin Tarantino.
-Es un "hermano". En el plató fue siempre ‘the yellow bastard’ y el director de sus propias escenas. Siempre nos intercambiamos papeles. Le dio muchas ideas a Benicio del Toro en su diálogo muerto-vivo y Benicio no es muy amigo de sugerencias... él las tiene a raudales. En Abierto hasta el amanecer me dejó diseñar su aspecto e incluso la marca de cerveza que Salma le da a beber desde su pie... Quentin es un lujo de amigo.

Papeles arriesgados
-Jessica Alba y Rosario Dawson son las chicas del poster en roles muy arriesgados para dos actrices en alza.
-Las dos se han comportado de manera fabulosa. Jessica fue a clubes de ‘strip-dancers’ para redondear su papel, aunque me dijo que allí sólo encontró mujeres en busca de propinas. Sólo puso una objeción a desnudarse por respeto a su familia, y no me pude negar. Creo que hace un trabajo muy valiente, del estilo de Salma en Abierto hasta el amanecer. De hecho, ella quiso la asistencia de una coreógrafa, pero le pedí que simplemente se dejara llevar por la música. Y así lo hizo. Rosario, que aparece siempre semidesnuda, me dijo el primer día que confiaba plenamente en mí. Es todo lo que una actriz puede ofrecer.

-La violencia ha sido marca de su casa en todas sus películas, pero en ésta sorprende aún más por su alto voltaje. ¿Le ha dado algún problema el tono violento de la película?
-Curiosamente, no tuvimos ningún problema con la violencia. Hubo que evitar ciertos desnudos masculinos y sin problema para los femeninos, pero lo demás fue bien. Siempre quise que Frank estuviera orgulloso de mi traslación al cine, en su absoluta abstracción y estilización de la violencia. ¿Ponerle una nariz a Benicio del Toro o monstruizar a Mickey Rourke? Eso es nada. Ser fiel a Frank fue siempre mi intención primera. Y creo que la violencia que esta película contiene tiene mucho que ver con cualquier otra película americana al uso. No creo haberme apartado de los usos comunes, vaya.

-Como de costumbre, tiene varios proyectos en marcha.
-Sí, George [Lucas] siempre me pregunta de dónde saco el tiempo libre, si es que lo tengo. Eso hay que preguntárselo a Elizabeth [Avellán, su mujer], absoluta responsable de la vida familiar y de las películas. Es un genio. Ahora mismito andamos montando The Adventures of Shark Boy and Lava Girl para este verano. La he escrito con mi hijo de siete años, y creo que va a ser una película muy especial, del estilo de Spy Kids pero evolucionada. Luego, por los problemas con el sindicato he tenido que dejar la dirección de La princesa de Marte, pero no me importa. Con ellos o sin ellos, me refiero a los sindicatos, la vida continúa.

-¿Es realmente posible que lleve al cine los cómics Dark Knight de Frank Miller?
-Ahora hablo con Frank Miller de posibles adaptaciones de sus cómics, sobre todo de Dark Knight. Lo hemos hablado, pero el problema es que Frank no posee los derechos de su propio cómic. Va a ser difícil, pero no imposible. En cualquier caso, todo lo que se espere de mí va a ser poco ortodoxo. Eso seguro.