Tim Burton
Dahl vio la naturaleza subversiva de la infancia
28 julio, 2005 02:00Tim Burton
El universo burtoniano está de vuelta por partida doble. El 12 de agosto estrena su particular adaptación de la obra de Roald Dahl "Charlie y la fábrica de chocolate", un clásico moderno de la literatura infantil, y unos meses después volverá a la gran pantalla con la película de animación "La novia cadáver". El director de "Ed Wood" ha hablado con El Cultural sobre ambas propuestas, que vuelven a colocarle entre los máximos directores de culto.
Afincado en Londres desde su emparejamiento con Helena Bonham-Carter, cumplidos los 46, perdido el aspecto delgado, enfermizo y pálido en beneficio de un más rotundo físico de hombre feliz, con el clásico pelo alborotado de quien no usa mucho el peine y tan bizarro como siempre, Burton habló con El Cultural en el Hotel Claridge"s de la capital inglesa recientemente martirizada.
-¿Fue el cuento de Roald Dahl de 1964 una lectura de su niñez?
-La leí de niño, por supuesto. Me fascinó porque sentí que el cuento me hablaba como a un adulto. Y me entusiamó leer la obra de un escritor al que no le daba miedo combinar emoción, humor y oscuridad, luz y tinieblas. Vio y comprendió la naturaleza extraña y subversiva de la infancia. Me sentí identificado, y ahora trato de hacer lo mismo en mis películas. No he visto la versión en cine de 1971 con Gene Wilder hasta haber acabado mi trabajo. No me pareció gran cosa y creo que hemos sido algo más fieles al libro.
-Con 13 millones de volúmenes vendidos en todo el mundo en 32 idiomas, se ha atrevido con su coguionista John Augustus a crear una biografía infantil del chocolatero Willie Wonka y de la tempestuosa relación con su padre, el dentista Wilbur Wonka, ausentes en el texto original y tomándose bastantes libertades.
-Ha sido posible gracias a la fiel depositaria del legado Dahl, su viuda Felicity, quien dejó todo el control en mis manos sin siquiera inmiscuirse. Sin ella, jamás habría sido posible. Ya habíamos colaborado antes para James y el melocotón gigante y para mí, su reacción ha sido más importante. Más que la del estudio o el público. Sólo obtuve de ella apoyo incondicional.
Biografía no autorizada
-En la biografía no autorizada que escribió Ken Hanke en 1999, se describe al detalle la dificilísima relación que usted mantuvo con su padre, el deportista profesional Bill Burton, al que decepcionó con su elección artística. ¿Cuánto hay de personal en la película?
-Eeeeeeeerrrrrrrr... supongo que le disgustó el hecho de que no me convirtiera en una estrella del deporte, pero francamente, aunque me gustaba no iba conmigo. Tampoco le anuncié "quiero ser director de cine", aunque ya hacía películas de niño. Leí a Roald Dahl más tarde como, al ser un niño de origen noruego que entró en los años 20 en un internado de élite inglés, la Repton Public School, se sintió horrorizado por el nivel de crueldad, brutalidad y tiranía existente. Su fascinación por el chocolate nació porque en las inmediaciones estaba la fábrica Cadbury y a veces invitaban a los escolares a probar nuevos productos. Pero en fin, yo siempre me sentí diferente a mis compañeros de estudios, y que no pertenecía ni a mi vecindad ni a mi país. Viví una infancia y adolescencia de recluso, dedicándome a dibujar y filmar. Este ha sido un factor más de identificación.
La leyenda burtoniana ya ha recogido datos para la historia: nacido en Burbank (California, junto a los estudios Disney) en 1958, ganó una beca precisamente de la Factoría del Ratón para estudiar dibujo de animación en el California Arts Institute (CalArts, en la localidad de Valencia), donde se integró como animador tras graduarse soberbiamente con su corto Frakenweenie.
"Jamás pude dibujar al ratón Mickey", recuerda sonriente, pero realizó su primera pequeña obra maestra, el corto Vincent, un homenaje a su mito total, Vincent Price, con el que contó en Eduardo Manostijeras en el personaje de El Inventor poco antes de su muerte en 1993.
Ahora se cumplen exactamente veinte años desde que dirigiera su primer largometraje, La gran aventura de Pee Wee, la historia de un proscrito social enamorado de su bicicleta y protagonizada por el singular Paul Reubens. Desde entonces y entre otros, los antihéroes de sus historias han sido un enloquecido exorcista de ultratumba (Bitelchús), un vigilante adepto a los trajes de murciélago (Batman Returns), un forense finisecular con tendencia al desmayo (Sleepy Hollow), marcianos alegremente asesinos (Mars Attacks!), tristes enamorados con cuchillos por dedos (Eduardo Manostijeras), esqueletos envidiosos de Papá Noel (La pesadilla antes de Navidad), el peor director de cine de la Historia (Ed Wood), gigantes, brujas y padres soñadores (Big Fish) y unos homínidos armados hasta los dientes (El planeta de los simios).
Sin olvidar su libro-poema La melancólica muerte del niño ostra ("nunca lo llevaré al cine... es demasiado corto", afirma). Todo, ubicado siempre en universos góticos y surreales, con historias plagadas de outsiders, excéntricos, lúgubres y entes absolutamente alejados de los seres humanos ordinarios.
El excéntrico protagonista de Charlie y la fábrica de chocolate, Willy Wonka, es la gran última adquisición a la parada de freaks que constituye la numerosa y pintoresca familia burtoniana: un chocolatero recluido en una fábrica en la que explota a los enanos Oompa Loompa y mantiene a cientos de ardillas para testar los frutos secos.
Un concurso y cinco "billetes de oro" ganados en chocolatinas de la fábrica de chocolates Wonka le hacen abrir por primera vez en quince años las puertas de su dulce imperio a cinco niños con sus familiares. Su intención: encontrar un heredero para su imperio de golosinas. El viaje por la fábrica deviene en una especie de magical mistery tour y convierte a Wonka en maestro de ceremonias.
-Esta es una película para adultos, quizá demasiado oscura para un público infantil.
-He querido mantenerme fiel al espíritu de Dahl. No es una película simpática para los niños sino irónica tanto hacia ellos como hacia los adultos. Sí es una película dirigida a los niños, pero no es endeble, complaciente ni empalagosa.
-La pobreza extrema de la vida de Charlie Bucket, el protagonista, y su familia evoca referencias a Charles Dickens. ¿Lo tuvo en mente?
-Absolutamente. Charlie es un niño pobre que adora a su familia y se viste como Sebastian Rice-Edwards en la película de John Boorman Esperanza y gloria. Pero hay también algo de Stanley Kubrick, Alfred Hitchcock y una clara referencia a La mosca. Y homenajes a varios programas infantiles televisivos de los años sesenta, un género completamente desaparecido.
El deseo de experimentar
-Ha elegido y "clonado" por centenares a un sólo actor, Deep Roy, que ya ha trabajado antes en El planeta de los simios y Big Fish. él solito interpreta a los centenares de esclavizados Oompa Loompas, que operan la factoría chocolatera de Willy Wonka. ¿Es una elección estética o económica?
-Pese a medir 1, 20 metros es un hombre perfecta y armónicamente construido, al contrario que en la primera película, en la que usaron a gente un poquito deforme. Lo que hemos hecho ha sido multiplicarle tanto con efectos CG como muñecos animatrónicos. E incluso, para evitar efectos especiales, aumentamos el diseño de sets para reducirle incluso un tercio más sin necesidad de pantallas azules. La idea me vino desde el principio, releyendo el libro. No tuve una razón real para hacerlo, seguí simplemente un sentimiento basado en la intuición. Ha sido más bien un deseo de experimentar.
-Al contrario que en la película de Mel Stuart y Gene Wilder, que era un musical, aquí es/son sólo los Oompa Loompas de Deep Roy los que interpretan los únicos cuatro números musicales.
-Sí, aquí los actores no se cantan los unos a los otros, sino que los Oompa Loompas realizan una danza cada vez que un niño ha sido castigado. Danny Elfman escribió y coreografió la música en cuatro gamas diferentes: el número tipo Bollywood, el estilo Esther Williams, el hippie y el rock-funk. A su vez, Deep Roy aprendió a tocar la batería, guitarra, bajo y teclados, además de cantar. Mientras, interpretó al cocinero Oompa, al presentador de televisión Oompa, al psiquiatra Oompa y a una Oompa-chica llamada Doris. Se dejó el alma.
-Helena Bonham Carter fue la sensible homínida Ari en El planeta de los simios y doblemente la pequeña Jenny y la bruja de Big Fish. Pronto será la novia cadáver pero es ahora la madre dickensiana de Charlie Buckett, siempre dentro de atuendos extravagantes. ¿Le obliga a ello?
-Helena es una actriz extraordinaria y una mujer bella. Pero siempre quiere ponerse pelo en la cara, harapos o una dentadura podrida. Es ella la que lo demanda. Quiere ir lejos, aparecer horrenda y atreverse con todo, es lo que adoro de ella. Yo le digo en broma que debe de ser porque lee demasiados diarios londinenses. (Risas) En los que, por cierto, suelen decir que usa su propio guardarropa en mis películas... pero ya lo hemos dejado por imposible. Somos más normales de lo que nos quieren hacer aparecer: el raro y la excéntrica.
-¿Quién es Willy Wonka, en sus palabras?
-Es un recluso al estilo de Howard Hughes, también en posesión de una personalidad compulsiva-obsesiva. Y su aislada fábrica tiene algo de la mansión Xanadú del ciudadano Charles Foster Kane. Es un adulto que aún sigue siendo un niño y al que las niñas y mujeres le parecen algo repulsivas. Fabrica chocolate porque su padre, un dentista sofocante, jamás le permitió comerlo, de ahí su espectacular dentadura perfecta. Le hemos querido dar al personaje algo de hondura psicológica, alejada del tratamiento del musical de Gene Wilder. Y el nombre de Willy Wonka fue para mí casi el mejor hallazgo. Roald lo tomó de un boomerang que diseñó su medio hermano Louis, que le bautizó skilly-wonka. Esto lo encontré en la correspondencia del escritor cuando un ciudadano norteamericano llamado Willy Wonka le escribió quejándose de haber utilizado su nombre. ¿No es una gran historia?
-Lo es. En su cuarta y penúltima colaboración antes de la próxima La novia cadáver, Johnny Depp va casi más lejos que nunca. Eduardo Manostijeras, Ed Wood y el forense Ichabold Crane son grandes creaciones, pero dentro de las levitas y guantes de látex de su Wonka se comporta ante el espectador como un atleta ante un verdadero tour de force.
-Johnny siempre logra sorprenderme y trata de llegar lo más lejos posible lo cual hace que el trabajo sea más excitante y, a la vez, más fácil para mí. Le gusta disfrazarse y transformarse, hacer el loco y lucir ridículo.
-Dentro de los elegantes trajes y bajo la chistera de Wonka, al hablar suena como Michael Jackson.
-Hizo un poco de todo. Está Jackson, pero también Truman Capote, Howard Hughes y Anne Wintour, la directora del "Vogue" americano. Y muchos presentadores de programas infantiles de los 60, George Jessell, Charles Nelson Reilly y Wally Cox. Y en cuanto a los trajes... hay algo del circo del rock de los 60, una versión de la melenita de los Beatles y del guardarropa de Brian Jones, de los Rolling Stones.
A dos bandas
-Depp le ha cedido también la voz para la película que ha dirigido simultáneamente, La novia cadáver, realizada en stop motion, al igual que James y el melocotón gigante.
-Dirigir las dos películas al mismo tiempo ha sido una experiencia realmente debilitadora que casi acaba conmigo... jamás volveré a hacerlo. Sí, Johnny es la voz de Víctor von Dort, un hombre atrapado entre dos amores, su prometida muerta, Victoria, y la no muerta, la novia cadáver. Ella sale de debajo de la tierra y le lleva de viaje al país de los muertos, donde todos son más felices que los vivos. Victor encuentra allí al simpático esqueleto del que fue su perro y al dirigente del grupo, cortado al estilo del cantante Cab Calloway, al que le da la voz Danny (Elfman). En las voces están también Helena Bonham-Carter, Christopher Lee y Emily Watson. Afortunadamente, me ayudó a dirigirla Mike Johnson.
Dahl en el cine
Las ficciones de Roal Dahl (1916-1990) han sido alimento de celuloide en varias ocasiones. El propio Dahl colaboró escribiendo guiones para la serie televisva Suspense (1949) , de Robert Mulligan, y se cuenta entre uno de los autores adaptados por la serie Alfred Hitchcok Presenta (1955). La primera película que contó con su participación como guionista fue 36 horas (1965), de George Stevens, y después firmó una aventura del agente 007, Sólo se vive dos veces (1967, Lewis Gilbert), para continuar adaptando a Ian Fleming en Chitty Chitty Bang Bang (1968, Ken Hughes). Las adaptaciones de obras suyas que despiertan mayor interés son el filme que Mel Stuart dirigió en 1971 bajo el título Un mundo de fantasía (primera adaptación de Charlie y la fábrica...), la versión que realizó Nicolas Reg de su texto Las brujas (La maldición de las brujas, 1990), la obra homónima James y el melocotón gigante (1996), de Henry Selick y el largometraje Matilda (1996), dirigido por Danny de Vito.