Image: Curtis Hanson se la juega

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Cine

Curtis Hanson se la juega

Habla sobre Lucky You, su homenaje al póquer

26 julio, 2007 02:00

Escena Lucky You

El director de películas tan apasionantes como Malas influencias, L.A. Confidential y 8 millas recibió a El Cultural en Roma para hablar de Lucky You, un drama ambientado en el mundo del póquer en el que denuncia el cinismo de la sociedad actual.

A los directores estadounidenses (ya no digamos a los que de una forma u otra están dentro de la maquinaria hollywoodiense) nada les fastidia más que uno suponga que sus películas tienen "mensaje". Ese concepto tan espantoso lo reservan para las aburridas producciones europeas, que invariablemente elogian para, acto seguido, hacer todo lo posible por evitar ser confundidos con uno de esos plomizos cineastas del Viejo Continente que según ellos se dedican a dar sermones a la gente y, de paso, dejarla dormida en la butaca.

Curtis Hanson es un ejemplo paradigmático del típico cineasta norteamericano cuyas películas tienen mucha chicha pero parece empeñado en disimularlo. Todo en nombre de la "excepción cultural" del otro lado del Atlántico basada en lo que Bruce Willis describió de forma muy gráfica: "Nuestras películas proporcionan entretenimiento. Nosotros no le buscamos tres pies al gato como los europeos".

Por eso, Hanson casi se asusta cuando se le menciona que Lucky You, su última y notable película, es un ataque contra el cinismo imperante: "Hombre, dicho así, podría parecer que yo intento dar un mensaje o algo por el estilo. Y esto es sólo una película". Para añadir, acto seguido como quien cuenta un secreto: "Aunque ya que me lo preguntas, la respuesta es sí". Hanson desarrolla toda una tesis partir de la peripercia vital de Huck (interpretado por un Eric Bana cada día más mimetizado con Humphrey Bogart en su contención expresiva), un jugador de póquer que detrás de su apariencia vividora esconde un corazón helado por el abondono paterno. "Cuando su padre dejó a su madre, también lo dejó a él. Deliberadamente, ha decidido evitar cualquier tipo de interacción humana para siempre. Está centrado en su ira. Es una víctima sin darse cuenta. No se ha recuperado. Y lo que cuenta la película es su camino", explica un sonriente Hanson.

Un camino con tintes freudianos en el que la figura del padre, interpretado por un Robert Duvall que tiene la osadía de dar vida a su propia caricatura, juega un papel fundamental: "El perdón es la única respuesta. Como hay perdón, también puede haber paz. En la escena final, cuando es capaz de sacrificarse por su padre, consigue una armonía consigo mismo que nunca ha tenido. Va hacia un sitio distinto y ésa es su victoria. Hasta entonces, ha sido definido como un jugador de póquer. En esas escenas finales ya no lo es más: es un hijo que se ha encontrado a sí mismo después de una larga lucha y no poco sufrimiento".

El póquer como metáfora. Hanson, avezado jugador de póquer, utiliza este juego para plantear una metáfora sobre los mecanismos sociales y la responsabilidad inherente a todo talento. "La película no va sobre naipes. Es sólo el mundo en el que la acción sucede. Para un profesional como Huck, es un trabajo al que va todos los días. No es romántico. En este sentido, el protagonista tiene que aprender, como le dice su padre, a jugar a las cartas como lleva su vida y llevar su vida como juega. Lo que quiere decir es que en la mesa se comporta como una persona muy libre y emocional. En cambio, en su vida personal, juega siempre seguro, jamás arriesga. Y yo creo que para tener una vida personal exitosa uno tiene que permitirse ser más abierto, más emocional. Y eso es imposible mientras uno sienta ira".

En este sentido, la cerrazón de Huck le sirve a Hanson tanto para crear una metáfora sobre los impulsos humanos como un símbolo de una sociedad anestesiada. Por una parte, el personaje ejemplifica "la forma en que utilizamos el talento que nos ha sido concedido. Huck tiene la habilidad de saber lo que realmente piensa la gente pero el problema es que la utiliza siempre en su beneficio personal más inmediato. El personaje de Drew Barrymore representa su opuesto moral ya que tiene el mismo talento pero en vez de sacar partido personal utiliza ese don para empatizar con la gente e identificarse con su dolor". Asimismo, ese jugador cínico incapaz de sentir la menor emoción representa a "una sociedad que pone por encima el triunfo aparente al fracaso honroso. Lo que yo estoy diciendo es tan simple como que con ganar no es suficiente. Es mucho más importante cómo porque al final eso es lo que te queda".

Aunque Hanson opina que el póquer "te obliga a poner tu propio interés por encima del otro ya que tu obligación es no plantearte si la persona que juega contigo puede permitirse las pérdidas, lo cual no es una manera correcta de ir por la vida". Eso no impide que crea que en la mesa de juego se pueden aprender algunas lecciones: "Poner cara de póquer puede ser muy útil en la vida, sobre todo si uno se dedica al show bussiness. Además, aprendes a reaccionar rápido porque puedes pasar de la riqueza a la pobreza en un instante y no tienes tiempo para andar con lamentos o celebraciones".