Las claves de los crímenes de Oxford
Álex de la Iglesia busca a Hitchcock en su nuevo filme
17 enero, 2008 01:00El director, entre John Hurt (izq.) y Elijah Wood.
Alex de la Iglesia estrena la ambiciosa película Los crímenes de Oxford. El cineasta vasco no sólo cuenta una clásica historia de intrigas y asesinatos sino que también reflexiona sobre el paso a la madurez y la esencia misma de la "verdad". Nos metemos en los "enigmas" de la película.
El perpetrador
Fue Gerardo Herrero quien primero compró los derechos de Los crímenes de Oxford. Herrero, director de cine él mismo y productor de Agustín Díaz Yanes, Marcelo Pyñeiro o Joaquín Oristrell, y álex de la Iglesia llevaban tiempo queriendo trabajar juntos. Sólo faltaba el proyecto adecuado y acabó siendo la adaptación de una novela que el realizador vasco consideraba "intraducible al cine". Herrero lo veía de otra manera: "Al leerla tuve muy claro que se podía hacer una gran película española con distribución internacional. Mi primera opción fue álex porque sabía que no sólo está capacitado para hacer comedias negras. Tardó mucho en leer el libro y mucho en decir que sí pero está claro que fue una gran decisión. Es una película muy potente e intensa".
Mientras Herrero esperaba, de la Iglesia le daba vueltas: "Lo primero que me hizo dudar fue que la estructura del libro ofrecía muchas dificultades para contarla en imágenes. Para empezar, se basa sobre todo en el diálogo, cuando yo siempre he defendido un cine más visual. Sin embargo, a medida que me planteaba los problemas se me iban ocurriendo las soluciones y me daba cuenta que el reto me apetecía. Al final, ha salido una película en la que se habla mucho y me he dado cuenta de que también me interesa. En este sentido, Mankiewicz ha sido mi referente, creo que es el mejor director de películas con mucho diálogo. Al final, sucede que acabas vislumbrando la belleza de las imágenes a través de las palabras".
El cómplice
Desde que ambos tienen siete años, Jorge Gerricaechevarría y álex de la Iglesia son como hermanos de leche. Compartieron pupitre en la escuela; después, aunque sus respectivos estudios universitarios los separaran (Gerricaechevarría estudió Historia y su compañero Filosofía) no tardaron en reencontrarse y parir su corto primigenio al alimón, el hoy ya mítico Mirindas asesinas (1992). Después, llegarían nueve películas, incluyendo esta última y el episodio que hicieron para la serie Historias para no dormir. Entre ellas, algunos éxitos masivos como El día de la bestia (1995), La Comunidad (2000) o Crimen ferpecto (2004).
Por supuesto, antes de dar ningún paso, de la Iglesia se reunió con su fiel compañero de viaje profesional. "Alex y yo nos conocemos de toda la vida y siempre hemos tenido muchos intereses en común. Seguir trabajando juntos no ha sido complicado porque si no, no sería posible. Escribimos los dos el guión y después desaparezco durante unos meses. Sólo he visitado el rodaje de Acción Mutante (1992), nuestro primer largometraje, porque quería ver cómo era. Desde entonces me abstengo totalmente en esa fase. Eso sí, me gusta volver a intervenir durante el montaje, porque aporto una mirada fresca sobre un material que álex lleva meses rodando".
Los sospechosos
Como en toda buena película de misterio, en Los crímenes de Oxford no se desvela la identidad del asesino hasta el final. Por supuesto, el elenco de falsos (o verdaderos culpables) es amplio. En primer lugar, Seldom, un carismático profesor de matemáticas de Oxford interpretado por John Hurt. Seldom es el motivo por el que Martin (Elijah Wood, muy popular por su papel de Frodo en la trilogía de El señor de los anillos) acude a la prestigiosa universidad inglesa. Movido por la ambición, quiere a toda costa que su ídolo se convierta en el padrino de su tesis doctoral. Para ello, se instala en casa de la señora Eagleton (Anna Massey), una anciana enferma de cáncer que vive con su hija, la inquietante Beth (Julie Cox). La señora Eagleton es una vieja amiga de Seldom, aunque su relación quizá tenga otro tipo de matices que conviene no adelantar. La historia se nos cuenta a través de Martín, un chaval joven "que está dispuesto a hacer lo que sea para conseguir sus objetivos -explica de la Iglesia-. En realidad, ésta es una historia de iniciación, la suya. Sin embargo, la explicamos con un orden distinto al habitual. Por lo general, el héroe se siente inseguro al principio y, tras superar algunos obstáculos, llega su felicidad. En este caso, Martin es un chico feliz en el origen, son los acontecimientos posteriores los que le hacen dudar de sí mismo. Y al final, se da cuenta de que el verdadero causante de todos sus males es él mismo".
Las víctimas
La muerte de la señora Eagleton desencadena una serie de acontecimientos aparentemente inexplicables. Los fiambres de Los crímenes de Oxford son "imperceptibles", ya que el asesino (o asesinos) tienen la manía de matar sólo a personas que estén ya en el umbral de la muerte, principalmente enfermos. En medio, un intrincado enigma pitagórico, la fascinación de los personajes por las series numéricas y la filosofía de Wittgenstein. Por todo ello, es indiscutible el esfuerzo realizado por Gerricachevarría y de la Iglesia por aunar en un mismo filme conceptos filosóficos con elementos de acción y suspense que lo convierten en un producto sumamente accesible y comercial. Si nada se tuerce, Los crímenes de Oxford puede ser un gran éxito de público. Así que en el mundo real, ni productores ni artistas tienen visos de acabar como víctimas.
Quizás, el único que podría quejarse es el autor de la novela original, el argentino Guillermo Martínez, ya que sus adaptadores no se han exigido ser fieles: "La novela de Martínez me gusta pero no es el mejor material para ser llevado al cine. Además de ese carácter muy dialogado, hay hasta tres casualidades. En una película de este estilo el elemento de la verosimilitud es muy importante, así que no podíamos abusar tanto de ellas. Por supuesto, Hitchcock ha sido un referente, lo ha sido Vértigo y lo ha sido El hombre que sabía demasiado, entre otras. Y entiendo por qué Hitchcock prefería adaptar novelas malas, después puedes hacer lo que quieras con ellas, te dan la chispa para que comiences a crear. Con esto no estoy diciendo que la novela de Martínez no me guste, pero lo que funciona en literatura no tiene por qué funcionar en cine".
El enigma
Por supuesto, quién es el asesino. Aunque Guerricaechevarría jura y perjura que han querido ir más allá del clásico "whodounit" (nombre que recibe el subgénero en el mundo sajón, y qué significa algo así como "quiénlohahecho") y habrá que creerle. De hecho, un enigma mucho más intrincado que el nombre del "malo" planea por toda la película, desde el mismo principio cuando el profesor Seldom escribe en la pizarra la famosa formulación de Wittgenstein: "¿Podemos conocer la verdad?". "Comenzar una película con un filósofo es un lujo que pocas veces te puedes permitir -explica Guerricachevarría-. Uno de los grandes atractivos de este proyecto era manejar personajes que son expertos en filosofía y matemáticas. Además, hay una casualidad muy curiosa y es que álex y yo siempre hemos acariciado la idea de hacer una película sobre ese año en el que Wittgenstein y Hitler fueron al mismo colegio. En cualquier caso, la experiencia me ha demostrado que aunque la gente no entienda al cien por cien lo que diga una película porque, por ejemplo, desconoce en absoluto alguno de sus planteamientos más eruditos, eso no impide que la disfrute. Además, esa pregunta esencial que se plantea se la ha hecho todo el mundo: "¿Hay forma de saber cómo es la realidad? ¿Podemos conocer a la gente?".
En este sentido, uno de los cambios que De la Iglesia introdujo fue que la última escena se desarrollase en la sala del Victoria and Albert Museum dedicada a las copias: "En ese ambiente, Seldom se siente cómodo, lo define como el lugar más sincero de la tierra porque en ningún momento oculta que esas obras de arte sean falsas, aunque quizá ni el propio artista reconocería la diferencia. Está esa idea del refugio en el mundo del arte, en el mundo de la ficción, que es una mentira que puede ser mucho más verdadera que cualquier verdad al uso.".
¿El asesino?
Los crímenes de Oxford es una película de álex de la Iglesia que no se parece a una película de álex de la Iglesia. O se parece poco. Sin embargo, él insiste en que es uno de sus trabajos más personales, sin tener nada que ver que adapte un material literario ajeno: "Es absurdo pensar que un director siente una película como menos suya porque adapta a otro. Para empezar, eres tú el que eliges el material literario y es porque te dice algo. Y después, al final la película es tuya. No puede ser de otra manera cuando estás en un medio de un rodaje y 70 personas dependen de tu opinión. Tienes que creértelo hasta el fondo".
Sin embargo, De la Iglesia detecta que algunos de sus fans se están sintiendo decepcionados. Para él también está claro la diferencia entre Los crímenes de Oxford y sus otras películas: "Normalmente he atacado los géneros desde un ángulo esquinado. Siempre los he mirado desde fuera y he jugado con sus códigos, con grandes dosis de un humor cercano al cinismo y la mala leche. Para mí el cine también ha sido una forma de venganza. He querido hacer una película de misterio, claramente de género, y hacer bien los deberes. Mirar de frente a la historia y contarla de forma correcta. No hay una distancia respecto a la trama o los personajes, me meto de lleno en la historia y hago una película de asesinatos en toda regla".
Y todo ello porque de la Iglesia siente que dentro de sí mismo no hay uno, sino "muchos". Es lo mismo que le pasa a casi todo el mundo. Quizá, también, al asesino de Los crímenes de Oxford. Esa película de género que contiene una lección por antigua no menos verdadera: madurar es duro. Para algunos es incluso imposible. Porque quizá no podemos conocer la verdad, pero todos sabemos lo que es mentira.
Comienza la cosecha de 2008
Con una estrella de Hollywood como Elijah Wood al frente y una promoción colosal, Los crímenes de Oxford podría marcar otro tono al 2008 del cine español. La semana que viene, el 25, llega otro filme con grandes posibilidades comerciales, Mortadelo y Filemón: Misión salvar la tierra, de Miguel Bardem. Y antes del verano otras apuestas como la comedia Déjate caer (de Jesús Ponce, el 1 de febrero), el thriller sobre el mundo de los ejecutivos Casual Day (29 de febrero), el premiado drama Lo mejor de mí (Roser Aguilar, 8 de marzo) o la película sobre ETA Todos estamos invitados (Manuel Gutiérrez Aragón, primavera) podrían dar alegrías. Y en otoño-invierno, lo nuevo de Almodóvar (Los abrazos rotos) y se espera a Amenábar. Palabras mayores.