Image: Costa-Gavras: La sociedad ha ido a peor. Antes, al menos, había esperanza

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Cine

Costa-Gavras: "La sociedad ha ido a peor. Antes, al menos, había esperanza"

Tras pasar por la Mostra de Valencia, el director presenta esta semana en los cines su nueva película, Edén al Oeste

19 octubre, 2009 02:00

Costa-Gavras. Foto: Vicent Bosch

EFE
Tras más de cuarenta años como portavoz de la injusticia social y política, mediante filmes como Desaparecido, el realizador francogriego Costa-Gavras confiesa su decepción por el adormilamiento social en un momento en el que opta por dar una visión más luminosa de la emigracion en Edén al Oeste.

"La sociedad ha ido a peor. Antes, al menos, había esperanza", explica Costa-Gravras, quien quizá por este sentimiento de desilusión ha decidido imprimir un tono de fábula mágica a su nueva película, que llega este fin de semana al circuito comercial español tras pasar por la Mostra de Valencia.

"Ha cambiado todo radicalmente y yo también he envejecido mucho", dice con más firmeza que melancolía el que denunciara la mano invisible de Estados Unidos en la dictadura de Pinochet en Desaparecido o retratara las trabas en la investigación de la muerte de un líder pacifista griego en Z.

"En los sesenta y setenta podíamos tener posiciones claras. Había dos grandes bloques y elegir uno de ellos, filosóficamente, marcaba ya el camino", explica. "Hoy se habla de dos ideas bastante básicas como libertad y democracia como si pudieran resolver todos los problemas. Pero la democracia se ha banalizado absolutamente. El mundo está dirigido por las grandes empresas", asegura.

Buscando un nuevo lenguaje para los nuevos tiempos, Edén al Oeste aborda la problemática de la emigración desde una perspectiva diferente. "Quería mostrar al emigrante no como un portador de drama y tragedia, sino como alguien que trae luminosidad a la gente de ese mundo supuestamente más rico", asegura.

Así, Elias, el protagonista, se enmascara en el magnetismo sexual del actor italiano Riccardo Scamarcio que, desde desembarca en las islas griegas hasta que llega a París, ejerce como catalizador de las deficiencias emocionales que emergen en el bienestar.

"Hay tanta soledad a un lado como al otro", sentencia el director de "La caja de música", quien asegura que en Edén al Oeste ha decidido centrarse antes en las personas corrientes que en el poder.

"En películas mías como Amen he hablado del silencio de los dirigentes, de su indiferencia antes situaciones verdaderamente dramáticas". Ahora, realiza "un retrato del conservadurismo cotidiano", resume.

No obstante, "nadie como individuo puede dar solución a la problemática de la emigración", sentencia. "Lo máximo que podemos hacer es, como sucede en la película, darles una chaqueta, comida o una cama. La verdadera responsabilidad la tienen los gobiernos".

Y, como ya hiciera en Mad City, también salpica con su crítica a los medios de comunicación, "obligados a correr para encontrar momentos espectaculares para dárselos al público", según él. "El cine tiene todavía la libertad para hablar de una manera un poco más libre que la televisión", asegura Costa-Gavras. Y de ella hace uso para, al fin, inyectar en el espectador esa esperanza que considera extinta.

Costa-Gavras, que como otros realizadores como Roman Polanski ha desarrollado una suerte de cine apátrida e itinerante, reconoce que su elección a la hora de elegir la nacionalidad de una película depende únicamente de la historia. "Hago la película en el país en el que me dejen hacer lo que yo quiero y con mis medios. Si no, no la hago", afirma el realizador que dio a Argelia su único óscar por Z, a Estados Unidos la Palma de Oro por Missing y ahora, con Edén al Oeste, ha contado con dinero de Francia, Italia y Grecia.

En cambio, a la que otrora fuera su campamento base para su cine, Latinoamérica, no planea volver, puesto que las cinematografías locales han tomado el relevo para la denuncia.

"Sin duda, Argentina, Brasil y Perú está ofreciendo uno de los mejores cines sociales del momento" asegura quien, no en vano, dio el Oso de Oro a la Tropa de Elite, de José Padilha, cuando presidió el jurado del Festival de Cine de Berlín en 2007.

El próximo blanco de su denuncia, de todas maneras, todavía es indefinido. "Por desgracia, hay todavía muchas historias que necesitan ser contadas. Sólo tengo que ver cuál puedo contar mejor", concluye.