Image: Doug Liman aburre con un filme panfletario en una recta final con Lee Chang-dong y Sergei Loznitsa

Image: Doug Liman aburre con un filme panfletario en una recta final con Lee Chang-dong y Sergei Loznitsa

Cine

Doug Liman aburre con un filme panfletario en una recta final con Lee Chang-dong y Sergei Loznitsa

Oliver Laxe, único español en Cannes, entusiasma con su película en la tibia Quincena de Realizadores

20 mayo, 2010 02:00

El cineasta Doug Liman con Naomi Watts en la presentación en Cannes de Fair game. Foto: EFE

Alejandro G. Calvo (Cannes)
Si de algo estamos seguros es que la presente edición del Festival de Cannes no será especialmente recordada por la calidad del cine norteamericano proyectado (a falta de conocer qué tal le ha salido a Lodge Kerrigan Rebecca H.); a nuestro juicio, ni Robin Hood (Scott), ni You will meet a tall dark stranger (Allen), ni mucho menos Wall Street. El dinero nunca duerme, son películas con la suficiente categoría como para figurar en el escaparate fílmico más prestigioso del planeta. A todas ellas se une ahora -Sección Oficial competitiva- Fair game del (generalmente) interesante Doug Liman (El caso Bourne). Thriller político basado en un tan triste como afamado caso real: la difamación y el posterior escarnio público de la agente de la CIA Valerie Plame por parte del gobierno de los EE.UU. (de la era Bush Jr.); lo mejor de la cinta surge tanto de su temperamento eléctrico como de la absoluta entrega de sus intérpretes, Sean Penn y Naomi Watts. Lo peor es que se trata de otra película más destinada a destapar las mentiras del gobierno de Bush -algo que, a día de hoy, nadie duda- y, por lo tanto, acaba resultando un cansino panfleto político.

Por fin se proyectó la única película del certamen dirigida por un realizador español (todo sea dicho: con una clamorosa ausencia de prensa española en la sesión); nos referimos, claro está, a Todos vós sodes capitáns del joven director gallego afincado en Marruecos, Oliver Laxe. Presentada dentro de lo que está resultando como la peor Quincena de Realizadores de los últimos años, la modesta película de Laxe resulta triunfadora en dos grandes flancos: la audacia de su propuesta narrativa y la pureza de la mirada depositada en el relato. Película bisagra -dos partes diferenciadas en forma y fondo unidas por una causa común: la filmación de una película amateur por parte de unos chavales magrebíes- que reflexiona sobre la ficcionalidad del retrato documental (un tema, todo sea dicho, tratado en demasía estos los últimos años) para posteriormente jugar con la deriva y la desintegración narrativa (lo más interesante). En definitiva, una película valiente que por su condición de rara avis dentro del cine español ya merece todo nuestro apoyo.

Más sección oficial: Poetry del coreano Lee Chang-dong y My joy del ucraniano Sergei Loznitsa. Empecemos por la película del ex Ministro de Cultura de Corea del Sur y multipremiado director-suyas son las magníficas Oasis (2002) y Secret Sunshine (2007)- que presentó ayer un afilado melodrama donde retrata el via crucis de una anciana que debe aceptar que su nieto adolescente es un violador (la película se abre con el cadáver de la joven mancillada). Por estridente que resulte el punto de partida hay que reconocerle a Chang-dong su totémico manejo de los tiempos dramáticos, evitando estridencias y sufrimientos innecesarios, convirtiendo en heroína a todo un anti-personaje: una abuela enferma alzheimer y con graves problemas para comunicarse.

Mucho más interesante resulta la primera ficción del reconocido documentalista Sergei Loznitsa: un retrato abrumador de la enajenación vital y mental de la Rusia más mentalmente enferma (el film tiene el mismo aroma necrótico que las destructivas películas de otro punk del cine ruso: Aleksei Balabanov). La película posee una narración troncal -un viaje en camión- de la que van creciendo micro relatos que acaban ofreciendo un rico (y pútrido) caleidoscopio de medio siglo de violenta historia rusa. Psicológicamente enfermiza y descaradamente ácrata, lo mejor de la cinta es la implacable puesta en escena del realizador, convirtiendo lo que sería un pandemónium de horrores en un ejercicio de estilo del más alto nivel.