Oliver Laxe, único español en Cannes, entusiasma con su película
Alejandro G. Calvo (Cannes)
El pasado jueves por fin se proyectó la única película del certamen dirigida por un realizador español (todo sea dicho: con una clamorosa ausencia de prensa española en la sesión); nos referimos, claro está, a Todos vós sodes capitáns del joven director gallego afincado en Marruecos, Oliver Laxe. Presentada dentro de lo que está resultando como la peor Quincena de Realizadores de los últimos años, la modesta película de Laxe resulta triunfadora en dos grandes flancos: la audacia de su propuesta narrativa y la pureza de la mirada depositada en el relato. Película bisagra -dos partes diferenciadas en forma y fondo unidas por una causa común: la filmación de una película amateur por parte de unos chavales magrebíes- que reflexiona sobre la ficcionalidad del retrato documental (un tema, todo sea dicho, tratado en demasía estos los últimos años) para posteriormente jugar con la deriva y la desintegración narrativa (lo más interesante). En definitiva, una película valiente que por su condición de rara avis dentro del cine español ya merece todo nuestro apoyo.
El pasado jueves por fin se proyectó la única película del certamen dirigida por un realizador español (todo sea dicho: con una clamorosa ausencia de prensa española en la sesión); nos referimos, claro está, a Todos vós sodes capitáns del joven director gallego afincado en Marruecos, Oliver Laxe. Presentada dentro de lo que está resultando como la peor Quincena de Realizadores de los últimos años, la modesta película de Laxe resulta triunfadora en dos grandes flancos: la audacia de su propuesta narrativa y la pureza de la mirada depositada en el relato. Película bisagra -dos partes diferenciadas en forma y fondo unidas por una causa común: la filmación de una película amateur por parte de unos chavales magrebíes- que reflexiona sobre la ficcionalidad del retrato documental (un tema, todo sea dicho, tratado en demasía estos los últimos años) para posteriormente jugar con la deriva y la desintegración narrativa (lo más interesante). En definitiva, una película valiente que por su condición de rara avis dentro del cine español ya merece todo nuestro apoyo.