Image: Julia Roberts y José Luis Guerín, dos iconos del cine

Image: Julia Roberts y José Luis Guerín, dos iconos del cine

Cine

Julia Roberts y José Luis Guerín, dos iconos del cine

20 septiembre, 2010 02:00

Javier Bardem y Julia Roberts en la gala de entrega del Premio Donosti. Foto: Iñaki Pardo

Juan Sardá (San Sebastián)
Hay quien se ha rasgado las vestiduras porque Julia Roberts haya ganado el premio Donosti. La actriz ha llegado a la ciudad, acompañada del marido de Pe, o sea, el gran Javier Bardem, y lo ha hecho con el previsible loor de multitudes. Los gritos adolescentes y el glamour han regresado así a un Festival que lo pedía a gritos. Por cierto, no deja de ser curioso que los mismos que se lamentan de esa falta de glamour después miren a la Roberts con condescencia. Y paradojas, la actriz de Pretty Woman ha compartido protagonismo con otra luminaria como José Luis Guerín. Desde luego, no pueden ser más representativos de dos formas muy diferentes de entender el cine. Y los dos son cine, puro cine.

Tiene algo de absurdo defender a una estrella de Hollywood pero quizá es importante recordar que los ratings de audiencia televisiva nos indican que Pretty Woman es la película más vista (y revista) por los españoles. El cine, además de puesta en escena, temas profundos y movimientos de cámara, también es eso: un rostro, un rostro que nos haga soñar en un mundo quizá de mentira pero que también necesitamos. Y la Roberts, como James Dean, Marylin Monroe o Mastroiani es un icono absoluto del cine. Otra cosa es que haya películas mejores y peores. La que ha presentado en San Sebastián, desde luego, no es de las mejores.

Basada en un best seller, Come, reza, ama trata sobre una escritora en los 40 que de repente se encuentra "sin pulso". Personíficación de la angustia urbana y la neurosis colectiva versión suplemento dominical, la película tiene el defecto y la virtud de planear sobre todos los tópicos habidos y por haber para atacar la membrana del espectador haciendo de la trampa y el cartón un recurso válido por previamente asumido. Hay algo en las malas películas sentimentales irresistiblemente atractivo como lo hay en las canciones de amor de Julio Iglesias. Por mucho que las odies, siempre hay un momento en que las necesitas. Una pena, sin embargo, que una duración excesiva (más de dos horas es casi una agonía) y una fotografía plana y hollywoodiense desvirtúen una película que podría haber sido un maravilloso placer culpable. Por cierto, Bardem lo borda. Literalmente.

José Luis Guerín es a estas alturas uno de los cineastas más apreciados y respetados del mundo. Ha dado pruebas de sabiduría y talento en películas como Tren de sombras o En construcción. Y prueba de su inmenso prestigio es que ha presentado su último filme, Guest, en Venecia, Toronto y San Sebastián del tirón. La película narra el viaje alrededor del mundo de un director, él mismo, que es invitado a festivales de cine y, con su videocámara, trata de entender lo que se encuentra. Habrá quien vea a priori en Guest un capricho del cineasta o un proyecto menor. No lo es. Guest es una película más inteligente, profunda y elaborada de lo que uno podría pensar. Reflexión sobre la mirada y la distancia, sobre el choque inevitable entre privilegiados y no privilegiados, trata de tender un puente de humanidad mediante una construcción narrativa modélica.