Image: Guardans, adiós a sus buenas intenciones y malas formas

Image: Guardans, adiós a sus buenas intenciones y malas formas

Cine

Guardans, adiós a sus buenas intenciones y malas formas

Confirma su cese como director del ICAA donde le sustituirá Carlos Cuadros, director de la Academia de Cine

22 octubre, 2010 02:00

Ignasi Guardans. Foto: Antonio Moreno

En el último Festival de Málaga, Guardans rompió un extraño silencio de algunas semanas y un periodista le dijo que "cada vez que habla, sube el pan". Ignasi Guardans Cambó, miembro de Convergència i Unió y de la aristocracia barcelonesa, llegó al cargo de director del ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales) el 27 de abril de 2009 y ya lo hacía rebotado de su formación política, que lo había desterrado a Bruselas primero y después incluso le había quitado el encabezar el cartel electoral. Así llegó Guardans a la dirección del ICAA, un cargo siempre complicado ya que el cine español lleva décadas en explosiva ebullición. Sustituía a un funcionario tan poco dado al jolgorio como Fernando Lara y estaba avalado por su participación en el Parlamento Europeo en varias legislaciones que atañían a lo audiovisual (programa Media) y su sintonía con la flamante nueva ministra, Angeles González Sinde, de quien se declaró "amigo". Eran, sin duda, la pareja estelar del cine español. "La ministra va a ser la directora y guionista y yo voy a estar en la producción", dijo también entonces, dando ya muestras de una tendencia a la frase ingeniosa que quizá ha sido su cruz.

Guardans ha confirmado hoy su cese declarando que "saludo sonriente, muy tranquilo a conocidos y amigos". Le sustituirá Carlos Cuadros, director de la Academia de Cine. Termina de esta manera un mandato que cualquiera diría que no ha durado mucho más que año y medio. Cualquiera lo diría porque, efectivamente, cada vez que Guardans ha hablado ha subido el pan. Los escándalos, los tropezones, los desmentidos y las confusiones han sido constantes en un hombre con buenas intenciones pero que tuvo la osadía, y mala pata, de entrar en el cine español como un elefante en una cacharrería. Lo primero que dijo fue que el ICAA estaba "muy mal" y desde entonces se ha despachado a gusto contra todo y contra todos haciendo gala de una falta absoluta de diplomacia, quizá la principal virtud que de hecho debería tener un político.

Sus perlas ya forman parte de la historia del cine español y más allá de alguna salida de tono y astracanada, lo más grave fue la paralización de la Orden del Cine promulgada por Bruselas. Un parón que dejó en dique seco todo el engranaje de ayudas del cine español desde el 24 de noviembre de 2009 hasta finales de enero del año pasado. Al final, Guardans se salió con la suya y probablemente el daño real a la producción no fue demasiado grave, pero la realidad es que la imagen del director del ICAA (supuestamente versado en temas europeos) quedó muy dañada. La batalla, con dos frentes muy claros, tuvo además el defecto de dividir al ya agitado cine español. Por un lado, los Cineastas contra la Orden (a los que Gerardo Herrero llamó "imbéciles), por el otro, Guardans y los grandes productores. El cambio, profundo, que se introducía partía de una premisa sencilla "menos películas, más caras", lo que según los firmantes reducía al cine español a un puñado de superproducciones en detrimento del cine de autor.

Es muy posible que Guardans haya tenido más razón en el fondo que en las formas. González Sinde quizá era su amiga íntima, pero un total desconocido para la mayoría se plantó en Madrid con una agenda demasiado ambiciosa y quizá poco respetuosa para las formas de hacer tradicionales de una industria, como todas, pesada. Aunque hizo bien en reunirse con casi todos los sectores del medio antes de lanzarse a la piscina, sin duda despreció el poder simbólico de nombres como Javier Rebollo o incluso Fernando Trueba. Para muestra un botón, su reciente voluntad de sustituir a Chema Prado, director de la Filmoteca Española desde hace 20 años, uno de los hombres más populares del mundillo debido a su arrolladora actividad social y marido de Marisa Paredes, fue contestada de forma tajante desde todas partes. Era la guinda, la última, a una serie de despropósitos que incluyen decir que Málaga debía sustituir a San Sebastián como epicentro festivalero del cine español o su insólita prohibición del estreno de la película de terror Saw, dando la impresión (absurda) de que la censura volvía a España.

Nadie puede negarle a Guardans sus ganas de hacer cosas y que llegó al cargo con una visión clara e ideas que quizá no eran las mejores pero eran eso, ideas en un ámbito donde la pereza muchas veces se ha impuesto. A estas alturas, lo peor es que "su" Reglamento sigue sin estar plenamente en vigor (aunque funcionando) y que es posible que se le recuerde más por su facilidad para meter la pata que por su genuino deseo de darle la vuelta a un sector demasiado dependiente de la subvención pública. Sin duda, sus enemigos acérrimos de Cineastas contra la Orden, se deben de estar regodeando en su triunfo. Le han fallado al director del ICAA la soberbia y la imprudencia. Su carácter un tanto sanguíneo (se tomaba, por ejemplo, las críticas periodísticas a la tremenda) tampoco lo ha beneficiado. No duden que su sustituto Carlos Cuadros, mantendrá un perfil más bajo y se dedicará a aplicar las ideas del anterior director general, que son también las de la ministra. Sólo que a buen seguro lo hará con mayor discreción y prudencia.