Stroheim versus Swanson
Una edición de La reina Kelly recupera a director y diva
10 diciembre, 2010 01:00Erich Von Stroheim, en los años cuarenta.
Olvidado y marginado, a pesar de su importancia en la historia del cine, Versus Entertainment rescata el talento del director Erich von Stroheim con una gran edición de La reina Kelly.
La "deuda" pendiente entre aquel peculiar genio que fuera Stroheim -"el hombre que amamos odiar"-, y la gran actriz, no era otra que el desastroso rodaje de La reina Kelly, la que hubiera podido ser obra maestra absoluta del primero como director, consagración definitiva en un Hollywood que nunca se lo puso fácil. Una superproducción protagonizada por Gloria Swanson... a la que la propia estrella condenó. Inacabada, mutilada, pero, sobre todo, víctima de un duelo de temperamentos digno de su propia película. Ahora que Versus Entertainment ha lanzado una edición crítica en DVD de la versión restaurada, más completa y definitiva que existe de La reina Kelly, acompañada de numerosos materiales de interés, es casi de rigor recordar aquellos días brillantes y oscuros en que se fraguó uno de los títulos míticos y malditos de la historia del cine.
Ni Stroheim soportaba a la Swanson, ni ésta el trato que aquél la daba. El director no solo no reía las gracias de su estrella, sino que la trataba con el mismo rigor que a cualquier figurante. Gritos, insultos, amenazas físicas y constantes interrupciones fueron minando la relación. El colmo llegó cuando Stroheim ordenó a uno de sus actores que escupiera tabaco mascado sobre la mano de la actriz. Según se cuenta, la Swanson llamó de inmediato a Joseph P. Kennedy, su amante y coproductor del filme, quien despidió al director sin contemplaciones, interrumpiendo definitivamente el rodaje.
La carrera de Stroheim se fue prácticamente al diablo, pero la Swanson perdió también la posibilidad de protagonizar la que hubiera podido ser su mejor película. Lo que queda hoy de La reina Kelly es tan fascinante, que imaginar lo que falta resulta casi imposible. Melodrama excesivo y extravagante, erótico y sadiano, su segunda parte africana -que convertía a la Swanson en madame de un siniestro burdel selvático- se adivina gracias a una excepcional escena rescatada para esta edición, digna del genio grotesco de Tod Browning, director de La parada de los monstruos (Freaks, 1932). Lo que sobrevive de La reina Kelly es mejor que muchas películas completitas y acabadas, y hace reflexionar sobre lo extraña que puede ser la historia del cine. Stroheim se autoexilió a Francia, la Swanson perdió el carro del Hollywood sonoro. Sus personalidades intensas y ególatras condenaron la que pudo ser su gran película. Pero nos dejaron una singular joya inacabada y una de las mejores historias del viejo Hollywood... Como bien supo reconocer el genio de Billy Wilder.