Image: Historias del cine

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Historias del cine

Víctor Erice, Manoel de Oliveira, Aki Kaurismäki y Pedro Costa filman un largometraje colectivo

14 septiembre, 2012 02:00

Fotograma de Metrópole conquistadora, conquistada, de Manoel de Oliveira.

Son cuatro gigantes del cine mundial, capaces de recorrer todas las edades y las inquietudes del cine de autor europeo. Erice, Oliveira, Kaurismäki y Costa aceptaron el encargo de la Fundación Cidade de Guimarães: dirigir una película colectiva sobre la memoria histórica de la cuna de Portugal. Hoy el filme, formado por cuatro cortometrajes, es ya casi una realidad. Sus artífices revelan a El Cultural en qué consisten sus trabajos.

Los anglosajones emplean el término "ómnibus" para designar los proyectos de "largometraje colectivo", muy frecuentes a lo largo de la historia del cine, aunque de resultados no siempre memorables. El caso de Histórias do cinema (Historias del cine) bien puede ser una excepción a la regla. Firmado por cuatro gigantes del cine europeo -el español Víctor Erice, los portugueses Manoel de Oliveira y Pedro Costa, y el finlandés Aki Kaurismäki-, en verdad no se trata de una creación colectiva, sino de una agrupación de cortometrajes de autoría individual, independientes entre sí. Hay en todo caso una idea general que gravita sobre las cuatro piezas de Histórias do cinema: la ciudad de Guimarães, designada Capital Europea de la Cultura en 2012.

A través de la Fundación Cidade de Guimarães, la ciudad lusa, situada en el norte de la región de Braga y reconocida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, puso a disposición de estos cineastas un presupuesto de 2,3 millones de euros para que, "acorde a sus sensiblidades y a sus ideas, recrearan la memoria histórica de la ciudad". Así nos lo cuenta el productor al frente del proyecto, el portugués Rodrigo Areias. "En el encargo que hicimos a los cuatro directores no había ninguna limitación creativa, y a todos les hemos puesto a disposición una cámara digital Arriflex Alexa, si bien Kaurismäki ha preferido rodar en 35mm".

La selección de cineastas no responde al mero deseo de formar un grupo indiscutible de gigantes del cine -entre los cuatro suman 283 años y 70 películas-, sino que en este póquer de la creación fílmica contemporánea se congregan la veteranía, el humanismo y el talento, pero sobre todo la sensibilidad de cuatro autores que siempre se han enfrentado a la dificultad de fijar la memoria de un país, de una cultura y de unos hombres. Víctor Erice (Vizcaya, 1940), con su pieza Vidros partidos, es la primera vez que rueda con un equipo de rodaje industrial desde que realizó Alumbramiento (2002), otro cortometraje encuadrado dentro de un ómnibus, Ten Minutes Older. The Trumpet.

Si entonces recreó una ficción poética sobre el nacimiento de un bebé en el amanecer de la posguerra, ahora se ha decidido por el lenguaje documental para invocar la poética de la memoria. "La película se ha rodado íntegramente en portugués y en un solo escenario: la Fábrica de Tejidos e Hilados de Santo Tirso. Este lugar fue el buque insignia de la industria textil portuguesa durante casi un siglo, el fruto del primer liberalismo portugués", explica el cineasta.

Partir de una imagen

El autor de El sol del membrillo (1992), que siempre se ha sentido atraído por la cultura lusa, aceptó el encargo al encontrar en la fábrica abandonada, conocida popularmente como vidros partidos, una foto en blanco y negro de fecha indeterminada, probablemente realizada en los años veinte del siglo pasado, en la que aparecen retratados los operarios de la fábrica en su momento de mayor auge. "Me impresionó mucho esa foto -recuerda Erice-. En ella se ve el antiguo comedor abarrotado de obreros, y todos, inmóviles, miran al objetivo de la cámara". No es la primera vez que Erice parte de una imagen en su proceso de creación. Ya ocurrió con El espíritu de la colmena (1972), que nació a partir del fotograma de Frankenstein con la niña en la película de James Whale. Con la imagen como referente fundacional, el cineasta vasco ha grabado en vídeo una serie de entrevistas con los trabajadores de la fábrica actuales, ninguno de los cuales ha podido reconocer a uno solo de los cientos de rostros que aparecen en esa imagen. El proceso documental de Erice no responde en ningún caso a los códigos del cine directo. Al contrario. La meticulosidad y la delicadeza con que el autor de El sur (1983) envuelve sus proyectos también está presente en Vidros partidos. Las entrevistas grabadas fueron previamente ensayadas con los operarios, quienes memorizaron sus propios testimonios para luego volver a hacerlos suyos delante de la cámara.



Víctor Erice en el rodaje de Vidros partidos.


De este modo, Erice navega en el tiempo y señala las transformaciones y los naufragios de "una clase de proletariado industrial en trance de desaparición no solo en Portugal sino en tantos y tantos países europeos". Acaso el subtítulo de la pieza, Testes para um filme en Portugal (Pruebas para una película en Portugal), contiene la auténtica definición metodológica del filme, como si fuera un esbozo o, incluso, un proyecto futuro. De hecho, Erice sugiere la idea de que, con todo el material rodado, podría transformar el corto, de una duración no superior a los 30 minutos, en un largometraje. Si el director tiñe de nostalgia y pesimismo el presente de Portugal en contraste con su glorioso pasado, Manoel de Oliveira apela a la estricta socarronería. Como acostumbra a hacer con sus últimas creaciones -sobre todo en el largometraje Singularidades de una chica rubia (2009)-, el centenario director contagia sus relatos de una ironía buñuelesca, que en el caso del corto realizado para Histórias do cinema es manifiesto. El productor de la pieza, Silvério Canto, nos lo explica: "Manoel no quería ser vanidoso o pretencioso, quería filmar algo simple, procurando siempre mostrar la historia sin que la cámara apenas intervenga. Creo que su película es la gran broma de un hombre muy sabio". La pieza Metrópole Conquistadora, Conquistada, de trece minutos de metraje, se ajusta como un guante a su título. En ella, Ricardo Trepa, nieto del cineasta, interpreta a un guía turístico que recorre la ciudad de Guimarães parloteando sobre su historia a medida que se van sumando al grupo turistas -se rodó en mayo con la colaboración de 200 figurantes- pertrechados con cámaras fotográficas.

Ironías, poesía y criollo

Considerada la cuna de la nación portuguesa, que conserva bajo su apariencia moderna un orgulloso origen medieval, Guimarães es literalmente conquistada por los turistas. "Es una manera muy sencilla de leer nuestra historia, pero también muy reveladora. Portugal ha sido un país de conquistadores y ahora es todo lo contrario, un poco como está ocurriendo en toda Europa", sostiene Canto. Al final del corto, el guía turístico mira al rostro de la estatua del conquistador Alfonso Enríquez, primer rey de Portugal, y se encoge de hombros. "Eso es lo que ha quedado de nuestra Historia, la resignación", concluye Canto. Podemos identificar claramente en este relato irónico la voz del autor de No, o la vana gloria de mandar (1990) y de El quinto Imperio (2004), así como también será reconocible el particular universo de Pedro Costa en su pieza Sweet Exorcist, donde recupera a Ventura, el protagonista caboverdiano de su monumental Juventud en marcha (2006), para filmar una película hablada íntegramente en criollo, lengua y cultura de la inmigración portuguesa a la que Costa ha prestado gran atención en su obra, especialmente en el largometraje Casa de Lava (1994). "A lo largo de los años, he formado con mis no actores de Fontaínhas [barrio suburbial lisboeta cuya demolición filmó en No Quarto da Vanda y Juventud en marcha] una especie de compañía cinematográfica, y me parecía interesante ubicar a estos seres humanos en otro contexto", explica Costa, quien con este corto ofrece una nueva variación de los desahucios y la opresión de los desclasados que convocaba en las piezas cortas Tarrafal y The Rabbit Hunters (ambas de 2007).

En Sweet Exorcist, Costa viaja en el tiempo y coloca a Ventura vagabundeando por los bosques en el amanecer del 25 de abril de 1974, mientras los vecinos de Fontaínhas le buscan y la revolución de los jóvenes capitanes enciende las calles de la ciudad. "Detrás de un árbol, aparece el Hombre de la Armadura de Acero, que le secuestra -resume Costa-. La película se estructura a partir de dos hermosos monólogos de contenido poético". En uno de ellos, un soldado le dice a Ventura, probablemente en la cárcel: "Llegará un día en el que aceptemos todos estos sufrimientos / y ya no habrá más miedo ni misterio… / Tú no tienes destino ni horizonte, Ventura / Tú no tienes y no eres".



Fotograma del cortometraje de Pedro Costa.


Si parecen totalmente lógicas las inclusiones de Manoel de Oliveira y Pedro Costa en este largometarje colectivo, no lo es menos la de Aki Kaurismäki (Orimattila, Finlandia, 1957), quien reside varios meses al año en el norte de Portugal, muy cerca de Oporto. El autor de Nubes pasajeras (1996) retrata en Tasqueiro la solitaria vida de un camarero, interpretado por Ilkka Koivula, que también participó en su última obra maestra, Le Havre (2011). "Rodamos a lo largo de una semana en una tasca de la parte oeste del centro de Guimarães -sostiene el cineasta-. El corto transcurre durante una jornada laboral en la vida del protagonista. Yo diría que se trata de una comedia triste". Bajo esa etiqueta general, en verdad, puede inscribirse toda la obra del finlandés, esencialmente tragicómica. Como sus compañeros de aventura en Histórias do cinema, el gran Kaurismäki también parece haber escuchado en los lamentos de Portugal los ecos del estado social europeo.



Fotograma del cortometraje de Aki Kaurismäki.


Godard en tres dimensiones

En paralelo al muy godardiano título Histórias do cinema, la Fundación Cidade de Guimarães también ha puesto en marcha a lo largo de este año toda una serie de producciones cinematográficas que celebran su designación como Capital Europea de la Cultura. Ente ellos, ha levantado asimismo grandes expectativas la película que está rodando Jean-Luc Godard, pues se trata de su primer proyecto realizado en tecnología 3D. El secretismo que suele rodear los rodajes del cineasta galo también envuelve este filme, si bien el propio Godard, que siempre se ha posicionado en la vanguardia de las evoluciones tecnológicas de la imagen, desveló algunas de sus claves. Llevará por título Adieu au langage 3D (Adiós al lenguaje 3D) y gira en torno a los problemas de comunicación de un matrimonio. "El hombre y la mujer no hablan el mismo idioma -le explicó Godard a la revista The New Yorker-, entonces el perro al que pasean interviene y comienza a hablar". En el mercado del pasado Festival de Cannes, los profesionales de la industria pudieron ver algunos fragmentos de la película, que la protagonizan Héloise Godet, Zoe Bruneau, Kamel Abdelli, Richard Chevalier y Jessica Erickson. Aparte de Godard, la Fundación Guimarães también ha producido sendos trabajos a destacados cineastas lusos, como João Pedro Rodrigues, João Canijo o António Ferreira.