Image: Ai Weiwei, never retreat, retweet!

Image: Ai Weiwei, never retreat, retweet!

Cine

Ai Weiwei, never retreat, retweet!

1 febrero, 2013 01:00

Ai Weiwei

Sin claudicar, desde las trincheras de la resistencia, el multidisciplinar artista chino Ai Weiwei desafía al gobierno de su país. En el documental 'Never Sorry', la periodista Alison Klayman retrata su lucha cargada de optimismo.

Escultura, fotografía, instalación, arquitectura, diseño y vídeo son algunas de las disciplinas en las que se adentra el trabajo de Ai Weiwei, artista conceptual chino cuya obra continúa las sendas de Marcel Duchamp, Jasper Johns o Andy Warhol. En la diversidad y multiplicidad de sus creaciones, una inquietud común: la búsqueda de nuevas vías de expresión y comunicación. También es coleccionista, comisario, editor de libros de arte, publicista y director de documentales. Ai Weiwei es asimismo un ruidoso activista social, un elocuente disidente político, un tenaz dolor de cabeza para el gobierno de la República Popular China. La simiente de Ai Weiwei: Never Sorry, debut cinematográfico de la periodista Alison Klayman, bien puede localizarse antes, durante y después de los Juegos Olímpicos de Pekín, celebrados en agosto de 2008.

Antes, pues fue el 12 de mayo de aquel año cuando un terremoto asoló la provincia de Sichuan, arrojando cifras estremecedoras: 69.195 muertos, 18.392 desaparecidos, 374.177 heridos. Entre las víctimas mortales, miles de niños sepultados en sus escuelas, tragedia que empujó a Ai Weiwei a averiguar la identidad de esos estudiantes que el gobierno chino ocultaba. Con la ayuda de un grupo de voluntarios, recabó 5.212 nombres con apellidos, iniciando así una lucha por la transparencia que no ha abandonado. Durante, pues Ai Weiwei, asesor artístico en la construcción del estadio olímpico diseñado por el estudio Herzog & de Meuron, no acudió a ningún acto oficial, manifestando así su rechazo ante lo que consideró toda una acción propagandística del estado unipartidista gobernado entonces por Hu Jintao. Y después, pues fue tras la clausura de los Juegos Olímpicos cuando Alison Klayman inició un rodaje que se extendería durante tres años, el tiempo que acompañó a Ai Weiwei en su quehacer diario.

Además de contextualizar parte de sus obras y de adentrarse en la esfera familiar de Ai Weiwei, Alison Klayman centra su atención en el proceder de su resistencia frente a la iniquidad de un sistema cuya burocracia lo hace impenetrable, que es tanto como hablar de su instigador activismo digital. Tras clausurarle las autoridades chinas su blog personal, Ai Weiwei, romántico y dogmático, eludió la censura contraatacando desde Twitter: @aiww sería el perfil desde el que canalizar su desobediencia civil y amplificar su denuncia contra la falta de libertad en China. "Si no actúas, la amenaza se hace más grande", asegura. Ese activismo avivó el hostigamiento gubernamental hacia él, desembocando en su desaparición. Tras días de silencio, el gobierno chino reconoció que Ai Weiwei se encontraba detenido en un lugar indeterminado. Allí estuvo 81 días. ¿Balance? Una acusación de evasión de impuestos sin posibilidad de recurso y la confiscación de un pasaporte que aún no ha recuperado.

Testimonios directos de familiares, artistas, colaboradores, galeristas y periodistas, así como inédito material de archivo (resulta aclaratorio el relativo a sus años en Nueva York), completan las voces y las imágenes que conforman un documental, expositivo y de estructura segmentada, que no esconde su voluntad de servir como vehículo del mensaje de quien, al calor del Premio Nobel de la Paz concedido a Liu Xiaobo, manifestara que "El mundo no cambiará si no cargas con parte de la responsabilidad". Como sugiere en su exhortación final, Ai Weiwei, combativo y optimista, parece decidido a no doblegarse: Never Retreat, Retweet!