Josh Radnor, Amor y letras
El director que saltó a la fama con Cómo conocí a a tu madre reincide en esta película que llega hoy a las salas en su personaje de treitañero inquieto que busca su lugar en el mundo
15 marzo, 2013 01:00Josh Radnor y Elizabeth Olsen en una escena de Amor y letras
Amor y letras, desde el propio título, nos da una idea de la intención arty del filme. Radnor trabaja como profesor en un cargo con poco lustre y en una visita a la universidad en la que estudió conoce por casualidad a una jovencita pizpireta de 18 años interpretada por Elizabeth Olsen con la que comienza una intensa, y platónica, relación. Como en Happythankyoumoreplease, Radnor vuelve a brillar por su capacidad para tocar algunos de los temas candentes de la actualidad en el mundo de la autoayuda, en este caso el peterpanismo (con la consiguiente alergia al compromiso afectivo y pavor a labrarse en serio un futuro laboral) y hacerlo de manera tan efectiva como superficial. Cuando Radnor regresa a la universidad y constata que los estudiantes son mucho más jóvenes que él, apercibe lo obvio, que ha crecido y de ese shock por el paso del tiempo surge todo. Es un tema, en cualquier caso, de lo más recurrente en el cine americano actual de las películas de Judd Appatow a las de Gregg Mottola llegando al Ted de Seth McFarlane.
Nada que objetar a que Radnor toque una y otra vez los asuntos más "de moda", el problema es que no tiene gran cosa que decirnos sobre ellos aunque lo haga de una manera tan complaciente y a veces simple que despierte nuestros peores instintos culturales. Su tono, muy parecido al de los artículos de autoayuda de los suplementos dominicales, despierta en nosotros un interés parecido al del horóscopo o esos mismos artículos de autoayuda, esas soluciones simples y claras que nos dicen qué será de nuestro futuro o nos consuelan pensando que somos grandes personas por mucho que nos equivoquemos. Radnor es una especie de Paulo Coelho para urbanitas pijos y culturetas, conoce sus problemas porque es uno de ellos y está dispuesto a decirles lo guapos y listos que son aunque se equivoquen. En parte, se agradece.
Al igual que sucedía en su anterior película, lo más sorprendente y lo más decepcionante de la obra de Radnor es que, dando más que ocasionalmente muestras de un talento vivaz y trazas de artista con más calado (veamos en Amor y letras el personaje del profesor universitario interpretado con la solidez conocida por Richard Jenkins) al final acabe comportándose como un perfecto conservador. Radnor director, escritor y actor se empeña demasiado en que su personaje (o él mismo) nos caiga bien. Es alocado, despistado, egomaníaco y neurótico pero sobre todo, siempre es "buen chico", tiene amigas calvas, recoge a niños negros por la calle o, en su último filme, se comporta como un "perfecto caballero" con la adolescente de sus anhelos en una de las películas más puritanas en el peor sentido de la palabra que he visto en mucho tiempo.