Image: Las cicatrices de la memoria

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Cine

Las cicatrices de la memoria

23 enero, 2015 01:00

Una imagen de La conspiración del silencio.

Yann Demange, director de '71, y Giulio Ricciarelli, artifice de La conspiración del silencio, reflexionan en El Cultural sobre el violento siglo XX en Europa.

Europa trata de mirar adelante en un escenario convulso sin poder apartar el ojo del retrovisor para descubrir en su aciago siglo XX las trazas de un presente que es como un puzzle cuyas piezas aún no terminan de encajar. La película británica '71, nominada al Bafta a la mejor producción del año y por la que Yann Demange ganó el British Independent Film Award como mejor director, narra la violenta etapa de los "troubles" (problemas) en Irlanda del Norte que dejó un reguero de 3.500 cadáveres desde los 60 hasta los 90. Demange nos sitúa en una tensa noche de ese fatídico 1971 en el que la violencia alcanzó uno de sus cénits.

Por su parte, de Alemania nos llega La conspiración del silencio, debut del actor italo-alemán Giulio Ricciarelli como director, que plantea una historia poco conocida. En 1958, terminada la Segunda Guerra Mundial, Alemania atisba los felices 60 y su recuperación económica pero los crímenes de Auschwitz siguen siendo un misterio para la mayoría de la población. Se impone esa "conspiración del silencio" con la idea de que el país necesita pasar página y también como forma de protección a culpables del genocidio que se han resituado discretamente en el nuevo escenario. Un valiente fiscal les plantará cara desembocando en los célebres juicios de Frankfurt.

La conspiración del silencio, de trazas académicas, nos cuenta bien una historia interesante mientras '71 nos sitúa directamente en el epicentro del drama para transmitirnos la sensación de estar realmente en ese Belfast brutal. Aunque los números son incomparables (el Holocausto tuvo seis millones de víctimas) ambas películas, cada una a su manera, tratan sobre la forma en que el viejo continente ahonda en un pasado sangriento. "Es imprescindible seguir hablando de Auschwitz", dice Ricciarelli. "Recuerdo ver a una superviviente en televisión que a sus 90 años decía que debemos mantener viva esa memoria para hacer hoy lo correcto. Por eso estamos contando estas historias. En el momento en que sucede la película ese desconocimiento de los campos de concentración existía en Alemania y uno de los retos era explicar el asombro del protagonista cuando descubre lo que sucedió allí".

"Fue gracias al empeño de una serie de personas muy valientes como salió todo a la luz con el apoyo esencial del canciller Adenauer, que quiso poner punto final al asunto", continúa Ricciarelli. "En el filme también vemos la necesidad de mirar adelante. Por una parte el proceso de Frankfurt es fundamental pero también es cierto que los jóvenes alemanes tenían derecho a mirar al futuro y eso lo vemos con la novia del protagonista. De todos modos, Auschwitz es insuperable. Por mucho tiempo que pase, la historia de Alemania se seguirá dividiendo antes y después, marca un punto de inflexión definitivo".

Del academicismo de la película alemana al thriller turbulento y tenso de '71. El filme británico nos narra la odisea de un joven e ingenuo soldado inglés que acaba atrapado en los barrios católicos de Belfast sufriendo una verdadera cacería. La obra apuesta fuerte políticamente al no plantear una historia de irlandeses buenos e ingleses malos sino que trata de capturar el espíritu mismo de la turbulencia y la violencia de la violencia.

Una imagen de '71

¿Está preparado el Ulster para un filme como éste? "Hay mucha gente que sigue queriendo saber dónde están enterrados sus seres queridos", dice Demange. "Es gente que quiere la verdad. Porque afrontémoslo, la verdad no ha sido contada. Cuando la película se estrenó en Irlanda tuvo un gran éxito y fue bueno comprobar que la gente quería verla y se abrió un gran debate a su alrededor. Creo que es porque el filme no toma partido, muestra las consecuencias del conflicto a nivel de calle, nuestra intención es que se sienta cómo se vivía en aquella época".

"Tampoco rebajamos el punto de vista de nadie, ni sus creencias ni sus pérdidas", continúa Demange. "Creo que la gente está harta de películas que parten de un apriorismo político y que los propios irlandeses también están cansados de estar definidos por este tema. En Belfast, de todos modos, las huellas de todo esto siguen siendo muy palpables". Ambos filmes parten de personajes masculinos atormentados aunque de muy distintas maneras. El protagonista de '71 (Jack O'Connell) cae atrapado en zona enemiga durante una redada y lo que vemos es su lucha por la supervivencia pura y dura en un ambiente hostil en el que no todo es blanco y negro y donde la lealtad y la traición están constantemente en juego.

"Vemos a un soldado muy joven", dice Demange de '71, "que cuando cae en bando enemigo poco a poco se va dando cuenta de que la gente lo odia. Creo que pasa con muchos chavales, se unen al ejército, muchas veces porque buscan una familia, un lugar en el que refugiarse, una tribu. Les mandan a lugares que ni conocen donde son vistos como el enemigo y les cuesta asumirlo. El protagonista tiene esa ingenuidad de no darse cuenta de que llevar un uniforme es un acto político. Hay muchos jóvenes que se siguen apuntando al ejército y que no son conscientes de ello. En realidad la película es un viaje en el que él se da cuenta de lo que significa de verdad la guerra".

El ambicioso fiscal que protagoniza La conspiración del silencio debe luchar en la Alemania de posguerra, un entorno menos violento pero no poco hostil. Se trata de un joven ambicioso que odia a los nazis e inicia una investigación sobre Auschwitz sin tener muy claro la brutalidad que acabará descubriendo ni las barreras que encontrará por el camino: "El mensaje es que la Historia la cambian las personas", explica Giulio Ricciarelli. "Vemos sus dudas y como finalmente decide hacer lo correcto. El personaje es ficticio porque fueron tres los fiscales que llevaron el caso pero lo que hemos querido representar es el viaje emocional y todos los demás hechos son reales. Hubo el caso de un fiscal que se quedó tan decepcionado después del primer proceso de Frankfurt (hubo tres) que se pasó a la defensa de los criminales. Eso lo hemos querido reflejar en ese momento en que Radman abandona la causa".

No solo la diferencia en el número de víctimas, el conflicto del Ulster y el Holocausto también se distinguen porque mientras la primera historia admite, como dice Demange, "escalas del gris", la de los nazis no. Dice el director de '71: "Nos planteamos no optar por la salida más fácil políticamente. Hablamos mucho del equilibrio, humanizando a todo el mundo, y que al mismo tiempo sea una película de género accesible. Como seres humanos somos capaces de cometer actos extremos de humanidad y de violencia. Las circunstancias extraordinarias te muestran hasta qué punto llegarías. Y eso es lo que estaba tratando. Veamos el caso de los nazis, muchos de ellos continuaron con su vida tranquilamente después de la guerra actuando como personas normales y corrientes. No sabemos de lo que somos capaces como seres humanos". De lo que somos capaces, de lo bueno y lo peor, nos hablan '71 y La conspiración del silencio, sin duda dos filmes importantes del cine europeo contemporáneo.