Andrew Haigh: "El idealismo desaparece porque es imposible estar enfadado toda la vida"
Andrew Haigh
El director estrena 45 años con Charlotte Rampling, favorita para el Oscar como mejor actriz, y Tom Courtenay en la piel de un matrimonio que, a punto de celebrar su 45 aniversario de boda, debe de enfrentarse a los fantasmas del pasado.
Pregunta.- Repite el mismo esquema construyendo todo el filme en torno a una relación de pareja. ¿Se pueden leer de forma complementaria Weekend y 45 años?
>Respuesta.- Sí, desde luego, están muy relacionadas. El planteamiento, de todos modos, es completamente distinto. Allí era una pareja que se acaba de conocer y se plantea si puede tener un futuro en común y aquí es un matrimonio que lleva casi medio siglo junto. En Weekend dos personas tratan de entender el futuro y aquí dos personas tratan de entender el pasado. La pregunta es, dentro de una relación a largo plazo, ¿cuánto podemos conocer a una persona? Y lo que vemos es a un hombre y una mujer tratando de comprender cuánto se conocen entre sí y a ellas mismas.
P.- En el momento en que se disponen a celebrar su aniversario encuentran en un glaciar suizo el cadáver de un antiguo amor de juventud del marido. De repente, ese recuerdo sepultado, lo remueve todo. ¿Cuánto hay de idealización de ese viejo romance?
R.- Para él significa rememorar de golpe una época mucho más idealista. Vemos a este hombre de izquierdas que en un momento de su vida estuvo muy motivado políticamente. De repente, esa novia le recuerda una época de mayor idealismo y cuando mira atrás, se da cuenta de que ha perdido esa excitación por el mundo. Eso despierta algo en él y al mismo tiempo, se siente torturado al ver la persona en que se ha convertido. Para las personas que han sido idealistas de jóvenes muchas veces es duro crecer y comprobar qué ha pasado con esos ideales. Creces, maduras, luchas por tirar adelante a tu familia y te das cuenta de lo difícil que es cambiar la sociedad. Al final, es imposible sentirte enfadado durante tanto tiempo y desaparece esa pasión. Entonces llega el sentimiento de culpabilidad porque sientes que no ha hecho nada de lo que te propusiste.
P.- Ella sufre celos y también se ve atacada en su ego. ¿Nos cuesta ser generosos a la hora de amar y entender que podemos no haber sido los únicos?
R.- La generosidad es muy importante en una relación. Nos cuesta entender que las personas que queremos han tenido una vida previa y que son tan complicadas y caóticas como lo es uno. Muchas veces les ocultamos cosas a nuestras parejas porque queremos protegerlas, tememos que no vayan a entender que estuvimos enamorados pero también lo estamos ahora.
P.- Ese descongelamiento del glaciar es tan obviamente metafórico que casi parece irreal.
R.- Estuve dudando sobre ello pero precisamente por eso tiene sentido. Es increíble y al mismo tiempo funciona como una metáfora tan enorme y tan clara que por eso ella se ve tan violentada. Plantea esta pregunta gigantesca: ¿va a creerlo alguien? Es como: ¡Oh dios mío! ¿Qué sentido tiene esto? Y es esa aparición la que los obliga a enfrentarse a muchas preguntas que hace tiempo que no se hacen como matrimonio. Es el momento en el que realmente se hacen la pregunta de si han sido felices y cuál ha sido el sentido de su relación.
Charlotte Rampling y Tom Courtenay en la película
P.- Es curioso, porque las películas sobre la soledad suelen tratar sobre personas solas. Usted, sin embargo, trata ese tema pero en pareja.R.- Todo lo que hago tiene que ver con la soledad o con el sentimiento de aislamiento. Cuando era pequeño ya tenía eso muy marcado. En realidad todas mis películas tratan sobre la necesidad de superar ese aislamiento y la inseguridad que produce el contacto con los demás. Hay filmes que tratan sobre la soledad y cuando el protagonista encuentra pareja se acabó el problema. Sin embargo, la soledad no desaparece cuando compartimos nuestra vida con alguien, te sigues preguntando quién eres o qué haces y siempre ahí ese momento, de noche en la cama, en el que te sientes solo aunque te acuestes con alguien.
P.- Otro aspecto original es que en el filme no descubren que no se quieren o nunca se han querido, es más sutil, se trata de que quizá no se han querido de la manera que esperaban.
R.- Por supuesto que ellos se quieren, el problema es cómo definimos el amor por qué el amor es una cosa complicada y sensible. Hace tiempo que no sienten pasión y en las parejas tan largas suele suceder que se acaban convirtiendo en buenos amigos. Todos nos preguntamos qué nos define como persona: nuestra profesión, nuestra familia, nuestra pareja... Para la protagonista, ha sido su matrimonio lo más importante de su vida y cuando eso se pone en cuestión se tiene que preguntar qué es lo que la define a ella como persona, tiene que ver con su identidad, por eso es tan violento para ella.
P.- El entorno también adquiere una gran importancia. Son una pareja de provincias y aunque les gusta considerarse rebeldes sienten la necesidad de celebrar ese aniversario tan convencional, lo cual ahonda en sus contradicciones.
R.- No solo necesitamos sentirnos felices, también queremos que los demás lo sepan y sentirnos envidiados y respetados. Ellos sienten que han estado por encima de ese ambiente pequeño burgués pero al mismo tiempo deben asumir que esa ha sido su vida, esa es la gente que los ha acompañado y cuya aprobación buscan porque necesitamos sentirnos respaldados por el entorno.
P.- Como en Weekend, la película tiene mucho diálogo pero el lenguaje corporal adquiere una gran importancia revelando lo que no dicen o tratan de ocultar los diálogos. ¿Cómo trabaja con los actores?
R.- No me gustan los ensayos porque quitan mucha energía a los actores que luego es necesaria durante el rodaje. Me encierro con cada uno de ellos tres días y hablamos del fondo de sus personajes y del guión. Hablamos de la película pero también de nosotros mismos y lo que la historia nos dice de nuestras propias vidas. El lenguaje corporal es básico porque no se trata solo de lo que dices, también de lo que tratas de decir, de cuál es la intención y eso lo expresas con gestos, con tics. Son las pequeñas acciones involuntarias las que nos definen.
P.- Dentro de esas pequeñas historias introduce elementos de intriga e incluso herramientas del thriller creando pequeños misterios. ¿Cómo las inserta?
R.- Me gusta que las películas tengan un tono relajado, que estén atentas a los pequeños detalles, y haya un sentimiento creciente de emoción. Las películas, como la vida, son un proceso de descubrimiento y eso está muy relacionado con el thriller. Uno se pasa la vida tratando de resolver un misterio y por eso me gusta que mis filmes sean como thrillers existenciales. Me gusta mezclar géneros, contar historias personales e intimistas y usar algunas herramientas del género.
P.- ¿Le cambió mucho la vida el éxito de Weekend?
R.- Totalmente. La hice pensando que la verían diez personas y de repente me vi dando la vuelta al mundo con ella. Lo cambió todo y me hizo sentir muy confuso. De hecho, todavía lo estoy.
P.- Hay quien dice que es un clásico que directores que han triunfado con una película gay abandonan el tema para hacer películas de mayor presupuesto y mejores actores. ¿Ha buscado una audiencia más amplia?
R.- No ha sido la intención. Leí el relato en el que está basada la película y en seguida me sentí muy cerca de la historia. Las personas somos muy parecidas entre nosotras, ni siquiera cuando te haces viejo los anhelos y los deseos son muy distintos. Yo soy gay y he hecho dos películas con protagonistas gays pero quiero contar muchas historias.
@juansarda