Felix van Groeningen: "Cualquiera puede acabar siendo víctima de las drogas"
El director y guionista belga narra en Beautiful Boy. Siempre serás mi hijo el infierno de un padre que trata de sacar a su hijo de la adicción
15 marzo, 2019 01:00Basada en un libro en el que el periodista de Rolling Stone David Sheff y en otro de su hijo Nic, Beautiful Boy cuenta el descenso un joven al infierno de la adicción a la drogas (interpretado por Thimothée Chalamet) visto desde la perspectiva de su padre (al que da vida Steve Carell), incapaz de saber cómo salvar a su hijo de la debacle. El reportero observa desolado y atónito, víctima de la frustración de no saber qué hacer, como en el plazo de diez años su tierno hijo de ocho se convierte en un desecho humano incapaz de "llenar ese agujero en mi interior".
Una perspectiva que se ve enriquecida por la propio chaval, un adolescente que comienza a coquetear con la mala vida para acabar entrando y saliendo de hospitales de manera regular convirtiendo la vida de los suyos en una pesadilla. Dirigida por Felix Van Groeningen (Ghent, Bélgica, 1977), cineasta que alcanzó notoriedad internacional con la cinta Alabama Monroe (2012), Beautiful Boy basa su potencial en el talento de su estelar pareja protagonista para contarnos con sensibilidad el insondable dilema de la adicción a las drogas, un mal que puede acechar incluso en la más idílica de las familias.
Pregunta. ¿Cómo llegó a dirigir este proyecto?
Respuesta. Fueron los productores quienes me ofrecieron este proyecto. Creyeron que era un material que yo podía utilizar bien. Me leí los dos libros, uno del padre y otro del hijo, y me sentí muy conmovido por esta familia, porque sientes que el amor incondicional es lo más importante. También me interesó la idea de que hubiera dos puntos de vista, vemos el del padre pero también el del hijo que te hace comprender en cierto sentido cómo debe ser estar inmerso en esa situación. Explica muy bien los ciclos de recuperación y recaída así como la forma en que esas recaídas provocan vergüenza y agravan esa dinámica.
P. En un momento en el que Estados Unidos sufre una grave crisis de drogas, ¿quería contarlo desde un caso concreto?
R. La única salida es no mirar atrás, nunca detenerse. A nivel muy personal, esta historia te hace darte cuenta de que ninguna familia tiene por sí sola las herramientas para ayudar a las personas a superarlo. Por tanto, no buscaba explícitamente relacionarlo con la crisis de opiáceos en Estados Unidos, sino explicar esta lacra desde un punto de vista más íntimo.
P. El joven adicto no es víctima de una familia desestructurada, ni mucho menos pobre ni tiene problemas aparentes. ¿No hay explicación racional para la adicción a las drogas?
R. Por supuesto, ese es el punto de vista. La adicción a las drogas es una enfermedad y le puede pasar a cualquiera. Hay personas que tienen ese gen y en cuanto empiezan a tomar alcohol u otras sustancias siempre quieren más. Eso les lleva a una gran oscuridad. La película no quiere buscar un culpable externo, de lo que quiere hablar es de lo que pasa por dentro. En el caso de Estados Unidos creo que puede haber una serie de factores culturales que pueden haber ayudado en que la adicción se convierta en una epidemia nacional, como el hecho de que la gente recurre muy fácilmente a los calmantes cuando sienten dolor, pero esta película no trata de buscar ese contexto. Aquí nos centramos en una familia y en ver cómo la enfermedad le afecta. En muchos casos como estos se produce un gran sentimiento de vergüenza que acarrea culpabilidad.
P. ¿Cuál es el punto de vista del padre?
R. El padre debe aceptar que su hijo es un adicto y ese es un viaje muy largo para él. Al principio también tiene dificultades para darse cuenta de la dimensión del problema. Después surge esa frustración de no poder garantizar que tu hijo sobrevivirá, porque en último término es una decisión que, en último término, le corresponde a él. Acabo de tener un hijo y creo que puedo sentir lo que significa ser padre. Ahora es un bebé y cuando llora realmente lo sientes. Quieres ayudarle, quieres guiarle, pero después llega a una edad en la que ya no puedes.
P. ¿Cómo fue el trabajo con Chalamet y Carell?
R. Ensayo mucho con los actores y me tomo mucho tiempo para escucharlos. Me gusta mucho oír lo que tienen que decir, saber qué piensan de sus personajes, y construir el personaje juntos. Cada escena es una aventura, tienes que conseguir sentir y transmitir algo. Lo que logro en los ensayos no es tenerlo del todo pensado, pero sí al menos tener una idea clara de cómo va a ser el resultado final.