Rodrigo Sorogoyen: "'Madre' hay que verla con el corazón y no con el cerebro"
El director inaugura el Festival de Cine Europeo de Sevilla con 'Madre', película en la que continúa la historia del corto homónimo nominado este mismo año a los Óscar
8 noviembre, 2019 18:54Rodrigo Sorogoyen (Madrid, 1981) regresa a la gran pantalla el 15 de noviembre con Madre, pero antes inaugura el Festival de Cine Europeo de Sevilla, que arranca hoy. El director continúa aquí la historia del cortometraje homónimo que le valió este mismo año una nominación a los premios Óscar. Con Marta Nieto en el papel de su vida (ya recibió el galardón a la mejor actriz en la sección Orizzonti del Festival de Venecia), Madre funciona como una ruptura con las anteriores entregas del director, los thrillers Que Dios nos perdone (2018) y El reino (2019). Aquí nos encontramos con un drama psicológico que indaga en temas como la perdida, la culpa y el perdón a través de la historia de una madre anclada en el trauma de la desaparición de su hijo. Una película misteriosa e incómoda en la que el director brilla con una impecable apuesta estética.
Pregunta. La película parte del cortometraje nominado al Óscar del mismo nombre. ¿En qué momento sintió la necesidad de continuar con la historia de esta madre?
Respuesta. Realmente no hay un momento clave. No me levanté un día con la convicción de continuar esta historia. Son más bien ideas que vas teniendo y poco a poco acaban por colocarse en su sitio. A veces también ocurre que tienes la necesidad de contar una historia pero, por mil razones, ya sean más físicas o más tangibles o todo lo contrario, no lo puedes llevar a cabo. En cualquier caso, desde que escribí el corto ya sabía que podía ser la primera escena de una película. Por otro lado, también quería cambiar el tiro después de Que dios nos perdone y El reino. Eran dos películas grandes, al menos para mí, con un género como el thriller muy marcado que en el fondo no es mi favorito. Han sido dos accidentes muy bonitos, en los que he aprendido y me he divertido mucho y que, además, han salido bien y nos han situado en un lugar interesante dentro de la industria. Y ahora he decidido tirar por otro camino para explorar, para seguir divirtiéndome, para no repetirme.
P. ¿Cuestiones como que el niño se perdiera en una playa francesa cercana a la frontera española, que es algo que aparece en el corto, estaban ya meditadas para la película o hubo que tirar para adelante con ellas?
R. Las dos cosas. Cuando escribo soy muy kamikaze y no suelo pensar mucho en estas cosas. Trabajo más bien con la intuición. Pero es cierto que fuimos a la zona a rodar un plano para el cortometraje y ahí ya nos dimos cuenta que el lugar era increíble. Las Landas francesas tienen una belleza brutal e impresionante y además puede ser un lugar terrorífico que no se ha explorado tanto en nuestro cine. Esta cerca de España y a la vez lejos, porque es otro país y otro idioma.
P. El corto es una pieza intensa y angustiosa, rodada en plano secuencia. Sabiendo que sus dos anteriores películas son thrillers más o menos canónicos, se podía pensar que esta película, conociendo también el punto de partida, podría ir por ahí también. Pero no ha sido así. ¿Qué busca a la hora de elaborar el guion?
R. Supongo que a todos los escritores les pasa que no siempre saben de qué quieren escribir. Aquí, por encima de todo, queríamos hacer una película distinta. Los temas que queríamos abordar eran el amor, la maternidad, la pérdida… También nos interesaba la estigmatización de la locura, pero fue un tema que se fue diluyendo. Y queríamos indagar en esa relación polémica desde un punto de vista social o moral entre una adulta que tiene el sambenito de loca encima y un adolescente, al que lógicamente intentan proteger los padres. Para ellos es una relación tóxica, pero también puede ser todo lo contrario. Pero no había realmente una hoja de ruta. Por ejemplo, en Qué Dios nos perdone empezamos a articular la película a partir del tema de la violencia en la sociedad. Aquí ha sido al revés.
P. La película es muy misteriosa porque nunca está clara cual es naturaleza de la relación que se produce entre Elena y Jean.
R. Aclarar este punto hubiera ido en contra de la película. Aunque ni siquiera tengo claro que un sentimiento se pueda expresar claramente con palabras. Probablemente cuando tú dices ‘te quiero’ te refieres a algo que no es exactamente igual a lo que quiero decir yo cuando digo ‘te quiero’. En esta película nadie expresa claramente sus sentimientos y es que, aunque lo hicieran, también podrían estar equivocados. Supongo que a los espectadores les frustrará porque estamos demasiado acostumbrados a que nos lo aclaren todo en las películas. Este es un relato en el que vemos que ella siente algo por él, él siente algo por ella, hay una mirada, hay gestos… A partir de ahí, creo que el espectador tiene que decodificar la película más con el corazón que con el cerebro.
P. ¿Por qué a todo el mundo le resulta tan raro que Elena y Jean compartan tiempo, especialmente a la familia de Jean?
R. Somos una sociedad muy conservadora que rechaza todo lo que suene a extraño, perverso, tóxico… Tenemos mucho miedo a lo desconocido. Nosotros hemos intentado dibujar a los padres de Jean sin maniqueísmo. Son unos buenos padres que quieren a sus hijos, que se pelean y se enfadan con ellos cuando se tienen que enfadar y que se alegran por ellos cuando toca. Me creo totalmente que puedan reaccionar así, sobre todo ante la aparición de esta misteriosa mujer que ha sufrido una tragedia y que no es sociable. Somos una sociedad que piensa mal antes de pensar bien. Somos muy desconfiados.
P. Una de las claves de la película es sin duda el cuidadísimo trabajo de cámara. ¿Qué buscaba con Alex de Pablo a la hora de rodar?
R. Llevamos ya varias películas investigando y trabajando el angular y el gran angular. En esta película hemos utilizado 14 mm, que es lo máximos que hemos usado nunca. Empezamos en Que Dios nos perdone con angulares muy bestias y también los usamos en el cortometraje. Hay algo estético y ético que me atrae, aunque es difícil ponerlo en palabras. Los espacios se aberran y se deforman. Siempre parecen más grandes de lo que son si están cerca y más pequeños de los que son sin están lejos. Y no ocurre solo en las playas gigantescas de Las Landas. En un habitáculo pequeño de repente todo se vuelve más grande y los personajes, si están a una cierta distancia, se vuelven mucho más pequeños. Conceptualmente, creo que iba muy bien con lo que le ocurre al personaje de Elena. Verla ahí al fondo tan delgada, tan pequeña, tan insignificante, como si no tuviese fuerza… Sin embargo, en cuanto la cámara se acerca a ella ocurren que se empieza a hacer mucho más grande, lo cual le daba una fuerza que me gustaba hacia el final. Además, el angular tiene la ventaja de que te puedes acercar muchísimo al personaje sin perder foco. Puedes estar con la cámara pegadísima al personaje, a 3 cm, y eso es más sugerente a la hora de meterte en su psicología. Todo esto que te estoy contando es muy intangible, pero a mí me sirve y al espectador espero que también.
P. Hay un momento clave en la película que es el encuentro de Elena con el padre de su hijo perdido. De la manera en que está rodada la secuencia, se hace patente todo el espacio que les separa. ¿Cómo enfocó esa escena?
R. Es la escena que más me gusta de toda la película, tiene una carga dramática brutal. Aunque costó rodarla, tiene una sencillez formal que cuenta muchísimo y que permite a los actores estar mirándose y olvidarse de la cámara. Es curioso porque estaba planificada de una manera completamente diferente. Iba a ser un plano secuencia con steadycam con una coreografía mucho más elaborada: salían del bar, daban un paseo por el bosque… Teníamos un día para ensayar y otro para rodar, pero tuvimos la mala o la buena suerte de que empezó a llover y no paraba. Todo el mundo entró en pánico, pero de repente vi claro que lo único que hacía falta es que los dos personajes estuvieran sentados mirándose a los ojos. Los actores lo agradecieron mucho.
P. Marta Nieto está espectacular en la película y ya la reconocieron en Venecia por su trabajo. ¿Cómo ha sido trabajar con ella y que le pedía para encarnar a esta madre?
R. Trabajamos muy a gusto en el corto, vi un potencial brutal en ella. Y en la película he descubierto todavía más cosas. Ella, además, se ha puesto aún más en riesgo. Creo que está mil veces mejor en la película que en el cortometraje y ella opina lo mismo. Ahí es donde uno demuestra que es un gran actor ya que un corto es solo una escena. Hay actores que pueden hacer muy bien una escena y luego no saben componer bien su personaje en una película o no son capaces de estar al 100 % durante 40 días de rodaje. Tenerla ha sido un regalo para mí y un regalo para ella.
P. Está rodando una serie para televisión, Antidisturbios. ¿A qué se debe esta continua búsqueda y probatura de formatos: del corto, al largo, a las series…?
R. Supongo que son las ganas de retarme a mí mismo. Creo que no hay nada más divertido que probar cosas nuevas. Me hace aprender más y probablemente fallar más, pero de eso va la vida. Sin ser un kamikaze total, con cierto control y sentido, me gusta imaginar una carrera en la que pruebo varias cosas distintas. Me aburren y me decepcionan los directores que siempre hacen lo mismo e intento ser honesto con esa idea.