'Tyler Rake', acción de la vieja escuela
El filme del debutante Sam Hargrave, auspiciado por los 'marvelitas' hermanos Russo, es un entretenimiento efectivo y salvaje con un virtud a la hora de mostrar la acción: la claridad
24 abril, 2020 09:12Vayamos por partes. Tyler Rake, lo nuevo de Chris Hemsworth, el Thor de Marvel, es una película de acción pura que, dentro de los parámetros del género, funciona durante la mayor parte del metraje que da gusto, como los mamporros que reparte el protagonista. Tiene todos los ingredientes necesarios para atraer al aficionado y no se anda con chiquitas ni pretende ser algo más de lo que, a todas luces, es: un salvaje entretenimiento.
Hay explosiones, escabechinas íntimas y ajusticiamientos en masa, persecuciones en carretera y también a pie, por tejados y calles atestadas de gente. Hay peleas serias en las que nuestro héroe se enfrenta a otros superhombres y también escaramuzas de bromilla con pandillas de niñatos. En cualquier caso, el porcentaje de bajas por minuto resulta abrumador, así que es mejor no pensar en aquella hilarante escena de Austin Powers que nos recordaba que los esbirros también son personas con familia y amigos. Aquí además son policías, suponemos que incluso honrados, que simplemente siguen las órdenes de sus superiores. La ensalada de muertos es realmente estremecedora, si uno lo piensa.
Nuestro lacónico y atormentado antihéroe es un ex militar de operaciones especiales de pocas palabras y con una adicción a mezclar pastillas y alcohol bastante evidente -pero muy bien llevada- que se gana la vida como mercenario, sin importar el riesgo que conlleve la misión ni la causa que defienda. Al comienzo del filme es reclutado por una atractiva colaboradora para rescatar al hijo de uno de los mayores capos de la droga de la India, que ha sido secuestrado por su máximo rival, el típico villano sádico pero un poco cagueta a la hora de la verdad. La extracción del chaval de la ciudad de Dhaka será todo lo peliaguda que podamos imaginar, con traiciones nada sorprendentes de por medio. Una trama rutinaria, pero eficaz para llevarnos a donde quiere el debutante Sam Hargrave (auspiciado por los poderosos hermanos Russo, los directores de las últimas de Los Vengadores y alguna otra más de Marvel).
Y ese lugar es, sin duda, la impresionante set-piece de la parte central de la película: la secuencia por las calles, casas y tejados de la típica ciudad bulliciosa de la India, en un infinito plano secuencia (trucado y retrucado una y mil veces, pero qué más da, es espectacular) que contiene una virtud por lo que la película ya merece ser destacada frente a los miles de productos de acción hechos en serie por Hollywood: la claridad.
Media hora menos de duración hubiera ido en beneficio del filme, sobre todo porque la trama relacionada con el personaje al que interpreta David Harbour es extremadamente previsible y da pié a un diálogo entre el protagonista y el chaval que resulta de lo más ridícula. Tampoco parece que la odisea personal y el viaje de redención del protagonista (gran trabajo físico el de Hemsworth) tenga mucho sentido. Y la coda final resulta del todo innecesaria. Pero, a pesar de sus defectos, Tyler Rake es un entretenimiento efectivo, de vieja escuela, con el que Netflix se apunta un tanto.