'Cyrano', romanticismo y nada más
Peter Dinklage se mete en la piel del célebre personaje de Edmund Rostand en un musical solemne y poco inspirado
11 marzo, 2022 12:42Hace un par de años se estrenó en plataformas Cartas a Roxanne, una comedia francesa de impecable producción sobre cómo Edmund Rostand triunfó en el teatro gracias a Cyrano de Bergerac, en la que el director Alexis Michalik le importaba más hacer un homenaje al teatro que ser fiel a los hechos, en una jugada parecida a la de John Madden en Shakespeare enamorado (1999). Está película, aún sin ser perfecta, tenía todo la aventura, la comedia, la acción, el romanticismo y el drama que se espera encontrar en cualquier obra que se acerque al texto de Rostand, aunque sea de manera tangencial. Sin embargo, en Cyrano, de Joe Wright, que llega hoy a los cines, tan solo encontramos un romanticismo exacerbado y solemne que no hace justicia al famoso personaje.
Quizá lo primero que habría que señalar es que Cyrano es un musical, adaptación creada para el off Broadway por Erica Schmitt, esposa de Peter Dinklage, que interpretó sobre las tablas el personaje principal y que ahora lo vuelve a encarnar en la pantalla. Por tanto, Cyrano ya no estará acomplejado por su larga nariz sino por su estatura, pero la película es en cualquier caso bastante fiel a la historia. Eso sí, no le hubiera ido mal a Dinklage buscar un registro más cercano a su célebre Tyrion Lannister de Juego de Tronos, que este Cyrano un poco soso y extremadamente sensible con el que es difícil empatizar.
Hay, además, un intento un poco sonrojante de actualizar la historia de manera cosmética (cualquier raza que a uno se le ocurra está representada en la película, los bailes van del break dance a la danza contemporánea, hay algo que se asemeja a una pelea de gallos…), lo que contrasta con esa reivindicación del amor romántico ya tan superada, que convierte a Roxeanne (Haley Bennet) en una niña caprichosa y extremadamente superficial, aunque no tan dócil como en el original, y a Cyrano y Christian (Kelvin Harrinson Jr.) en dos egocéntricos manipuladores a los que es difícil justificar.
Es cierto que la producción tiene músculo, pero ni las voces ni los números musicales son especialmente destacables, por lo que tampoco parece que vaya a ocupar un puesto destacado en un género que se abría hacía lugares inesperados de la mano de Leox Carax y su Annette el año pasado. En cualquier caso, siempre nos quedará la versión canónica que dirigió Jean Paul-Rappeneau en 1999 con un inolvidable Gerard Depardieu como protagonista.