Una de las presentaciones en el Festival Internacional de Cine de Gijón.

Una de las presentaciones en el Festival Internacional de Cine de Gijón.

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Festivales de cine: retos y demandas de un sector en auge

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En los meses de octubre y noviembre, se podría decir que un cinéfilo puede cruzar la península ibérica de norte a sur saltando de festival de cine en festival de cine sin poner los pies en el suelo. Según datos del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), más de 60 eventos cinematográficos –de pequeño y mediano formato– se celebran en estas fechas.

“Sin ningún pudor, te diría que hay cierta saturación”, afirma Manuel H. Martín, director del Festival de Huelva, que del 15 al 23 de noviembre celebra su edición número 50. “Solo en Andalucía en fechas cercanas hay otras dos citas, en Sevilla y Almería, y esto nos complica mucho el tema de cerrar premiados, homenajeados, invitados…”.

“Sí, pero hay mucha deportividad”, contesta Eduardo Guillot, director artístico de la Mostra de Valencia, que se despliega del 24 de octubre al 3 de noviembre. “Todos tenemos asumido que San Sebastián es el gigante de España, no hay comparación posible con él, pero el resto tenemos muy buena relación entre nosotros”.

A ello contribuye que cada festival tenga su propio carácter y enfoque. Si Seminci, que arranca este viernes, siempre recluta autores de prestigio del cine nacional e internacional para su sección oficial –este año, cuenta con Miguel Gomes, Olivier Assayas o Brady Corbet–, Huelva se centra en el cine iberoamericano, Sevilla apuesta por el cine europeo, la Mostra por películas de países mediterráneos y Gijón por un cine más arriesgado y de autor.

Hay festivales de animación (3D Wire), de películas del Oeste (Almería Western Film Festival), de cortometrajes (Cortocircuito), de cine documental musical (In-Edit), de cine gay y lésbico (FICGLB de Barcelona)... Lo bueno es que no compiten entre ellos por el público, al celebrarse en distintas ciudades.

El Festival de Cine Iberoamericano de Huelva

El Festival de Cine Iberoamericano de Huelva

Pero ¿cuál es la función de un festival? “Cada vez son más necesarios para orientarse en la vasta producción audiovisual, que crece cada año”, explica Alejandro Díaz Castaño, director del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX), que sirve su programación del 15 al 23 de noviembre. “Los festivales tienen que filtrar todo ese torrente y darle sentido. Después, servir de campo de pruebas para las películas. Un festival proporciona el primer contacto con el público y quizá, gracias a nosotros, un filme encuentre distribución”.

“Además, los festivales actuamos como embajadores de las ciudades que nos acogen y somos un punto de encuentro para el sector, y celebramos la magia de ver cine en una sala”, añade Manuel Cristóbal, director del Festival de Sevilla, que arranca el 8 de noviembre.

Defender la sala de cine

Ese es uno de los grandes retos, defender una sala de cine que está en jaque desde la pandemia de Covid, que aceleró los cambios en un mundo audiovisual cada vez más complejo. “Y los festivales han cambiado muy poco desde hace 50 años”, apunta Guillot desde Valencia. “Nos agarramos al carácter de evento, a esas estrellas indispensables para tener impacto social y mediático, o al tema de los mercados profesionales, que se han multiplicado en los últimos años. Pero deberíamos repensarnos porque ahora no son las películas lo que atrae a más público. Y no sé si el glamour nos lleva a pensar el cine o a frivolizarlo”.

“Para mí lo menos importante es la alfombra roja, y sin embargo veo trascendental que se apueste fuerte por el tema educativo”, lanza Manuel H. Martin. “En el Festival de Huelva donde más hemos invertido en estos últimos años es en el departamento de actividades educativas, con iniciativas como Ventana cinéfila o Primera pantalla. La única forma de crear espectadores para la pantalla grande es trabajar a medio y largo plazo”.

A corto plazo, hay que centrarse en la programación, donde reside la clave del éxito de un festival. En la de cualquier edición se está trabajando desde más de un año antes, con una cantidad ingente de películas que hay que valorar y colocar en la sección donde más pueda brillar. “El público no es uniforme, sino que hay muchos tipos de público, por eso en Sevilla nos gusta tener propuestas tanto para los habituales del festival como para los que ven un cine más accesible”, apunta Manuel Cristóbal.

“Sí –suscribe Manuel H. Martin–, a mí me gusta decir que en Huelva no programamos el cine que nos gusta, sino el que le viene bien al festival. Intentamos que sea una programación variada, global, con paridad…”.

“Nosotros intentamos retar al espectador siempre”, replica Díaz Castaño desde Gijón. “Queremos sorprenderlo, pero sin desdibujar la línea de programación del festival. Y también estamos atentos a cómo evoluciona el audiovisual para adaptar nuestras secciones y para incidir nosotros también en su ordenamiento. Y, aparte, buscamos que convivan nuevas voces con cineasta veteranos, que a veces caen en el olvido”.

“En la Mostra de Valencia no hay un espectador que no encuentre como mínimo una película que le pueda interesar”, explica Guillot. “Es decir, ofrecemos una programación amplia, abierta, diversa. Pero hay que tener cuidado porque hay una tendencia a engordar las programaciones, como si estuviéramos vendiendo películas al peso. ¿Es esto eficaz? ¿Sirve para que el espectador pueda disfrutar de las películas en las condiciones adecuadas? Las secciones oficiales funcionan muy bien, pero haces un esfuerzo sobrehumano en retrospectivas, secciones paralelas… Al final, los espectadores no tienen la oportunidad de verlas porque proyectamos cinco películas en cada sesión todos los días. Hay que racionalizar la cantidad de filmes que incluimos en los programas”.

Jugar en casa

Además, hay que dar cabida al cine que se desarrolla en la región que acoge al festival y organizar mercados y actividades que fomenten el tejido de la industria del cine. “En el Festival de Sevilla queremos que el audiovisual andaluz juegue en casa, y eso no solo significa que tenga su propia sección, sino que también se distribuya en los apartados más relevantes de la programación”, apunta Manuel Cristóbal.

Detrás de los festivales suele encontrarse la iniciativa y el dinero público de ayuntamientos y comunidades, lo que en ocasiones los ha dejado a expensas de los vaivenes políticos. Vox, tras su desembarco en gobiernos locales y autonómicos en 2023 de la mano del PP, puso en su punto de mira algunos certámenes.

Festival de Sevilla

Festival de Sevilla

“Consideramos que esta institución debería desaparecer en la medida en que es, como se suele decir en el argot habitual, un chiringuito que sirve simplemente para la colocación de determinadas personas”, manifestó sobre la Mostra Juan Manuel Badenas, por entonces portavoz de Vox en el ayuntamiento de Valencia. Por su parte, la que ejerciera de responsable de Festejos del ayuntamiento de Gijón, Sara Álvarez Rouco, aseguró que quería eliminar sectarismos del festival y, al mismo tiempo, propuso la creación de un galardón que premiara los trabajos con los valores de la formación de Abascal.

“Nosotros no hemos cambiado la programación ni un centímetro desde que llegamos a la Mostra en 2018”, explica Guillot. “Y, para muestra, un botón: uno de los ciclos que hacemos este año es Visiones de Gaza, con trece películas”.

“Para mí, un festival municipal como FICX pertenece a la ciudad, a la ciudadanía de Gijón y a toda Asturias”, explica Díaz Castaño. “Intentamos minimizar en lo posible las influencias del poder político que haya en cada momento. Otra cosa es que luego tengamos cine que trate temas políticos o con inclinaciones políticas. Eso creo es necesario para fomentar un deseable espíritu crítico”.

Asociaciones y plataformas

Para defender los intereses de los festivales existen asociaciones y plataformas como ProFestivales21 o Federación Pantalla, en la que los certámenes de cine trabajan de manera conjunta para desarrollar proyectos, realizar gestiones y transmitir demandas al ICAA, como el desarrollo de un censo que mida el impacto del sector o la revisión de las bases reguladoras para las ayudas.

“Teniendo en cuenta la inflación, desde Gijón pensamos que es necesaria una mayor dotación para los festivales, porque después de la pandemia se han disparado los precios de viajes, de alojamientos, de derechos de exhibición, salarios…”, explica Díaz Castaño. “Hay que definir unas políticas comunes que reduzcan la competencia. Por ejemplo, yo eliminaría del casillero de las ayudas del ICAA la exigencia de la premier, porque seríamos más libres para programar. Hay películas que pasan por festivales de un alcance muy limitado en España que después no pueden participar en un certamen más grande. Esto lo hemos vivido y es una pena”.

“Nosotros también tenemos demandas para el ICAA”, comenta Guillot desde Valencia. “No entendemos muchos de sus criterios y de las decisiones que toman, que son a veces muy opacas. Sin ir más lejos, el año pasado dejamos de recibir su ayuda, que ya era testimonial y todavía no conocemos los motivos. Ha sido algo decepcionante”.

Karra Elejalde, en la Mostra de Valencia

Karra Elejalde, en la Mostra de Valencia

“Creo que hay que defender la idea de industria cultural, porque somos un sector que genera muchos puestos de trabajo y hay que apostar por que todo sea profesional”, comenta Manuel H. Martín. “Tenemos que hacer ver a las administraciones que devolvemos a los territorios mucho más de lo que recibimos en ayudas públicas”.

Desde hace años, los festivales se han implicado en la igualdad de género, desarrollando programaciones y configurando equipos paritarios. Sin embargo, hay un aspecto algo incómodo en este sentido: la gran mayoría de festivales siguen estando dirigidos por hombres.

“La respuesta corta es que me parece muy mal”, asegura Guillot. “Es una realidad innegable”, continúa Díaz Castaño. “Ahora hay incluso menos mujeres, porque antes estaban Garbiñe Ortega en Punto de Vista y Vanesa Fernández en Zinebi. Es lo mismo que ocurre con el cine de gran producción, que suele estar dirigido por hombres todavía. Es algo en lo que tenemos que seguir trabajando”.