
El cineasta Halfdan Ullmann Tøndel, director de 'La tutoría'. Foto: Avalon
Halfdan Ullmann Tøndel, nieto de Bergman, estrena 'La tutoría': "Me he esforzado por no ser cineasta"
El director noruego ganó la Cámara de Oro de Cannes al mejor debut con esta película de tintes surrealistas sobre un presunto caso de abusos sexuales entre niños.
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Armand tiene seis años y puede que haya agredido sexualmente a otro niño de la misma edad. Su madre, una conocida actriz –interpretada por una magnética Renate Reinsve (premiada en Cannes por La peor persona del mundo)–, es convocada urgentemente por el colegio.
Una tensa reunión con los padres de la supuesta víctima y un equipo docente sobrepasado por la situación estallará en una fábula pesadillesca con ataques de risa incontrolable, bailes espasmódicos y otras escenas simbólicas para hablarnos de la presunción de inocencia, los prejuicios, la envidia, el deseo y la fama.
La tutoría es el aclamado debut, Cámara de Oro en Cannes, del cineasta noruego Halfdan Ullmann Tøndel (Oslo, 1990), nieto, nada menos, de Ingmar Bergman y Liv Ullmann. En paz con el arma de doble filo que supone semejante herencia, quiso eludir su destino, pero el cine acabó imponiéndose como modo de vida. Talento no le falta y vocación autoral, tampoco.
Pregunta. ¿Cómo surgió esta historia?
Respuesta. Lo primero que se me ocurrió fue el personaje principal, una mujer fuerte y manipuladora que de pronto se siente indefensa, pero no sabía en qué película encajaría. Entonces escuché una historia en la que un niño de seis años le había dicho a otro algo muy sucio. Lo que oí solo duró 15 segundos, pero empecé a imaginar quiénes serían los niños y cómo serían los padres. Además, he trabajado mucho tiempo en una escuela de primaria y usé esa experiencia.
P. ¿Quería provocar debate entre los espectadores?
R. Quería que fuera una película que te hiciera pensar y sentirte enfadado o incómodo. Para mí el buen cine consigue que dos espectadores puedan reaccionar de manera contraria a una misma escena. Estamos en una época en la que las películas tienden a ser muy facilonas, pero a mí me gusta retar al público.
P. Vemos a los profesores más preocupados por no saber cómo lidiar con el problema que por el problema en sí.
R. Por mi experiencia trabajando en un colegio puedo decir que la dirección a veces está más interesada en cubrirse las espaldas que en asumir responsabilidades de verdad, pero al mismo tiempo generando una ilusión de liderazgo. Para algunos diálogos tomé ideas de las ruedas de prensa del Gobierno noruego durante la pandemia de Covid, porque en ellas había mucha palabrería hueca.
Juicio al famoso
P. El debate sobre lo ocurrido entre los niños se va convirtiendo en un juicio a Elizabeth, la madre del supuesto agresor, por su personalidad y su oficio de actriz.
R. Sí, quería hablar de los prejuicios y hacer una sátira de lo que pasa a menudo con los famosos y los líderes políticos. Por ejemplo, cuando se habla de los procesos judiciales de Trump, se acaba hablando de él y no de los hechos. Es lo que pasa también en esta película, se olvidan del caso porque se distraen con Elizabeth.
P. ¿Cuáles son las principales decisiones formales que tomó para la película?
R. Rodamos en orden cronológico, porque quería que tanto el elenco como el equipo técnico nos adentráramos juntos en la oscuridad. También usamos muchos primeros planos y damos una visión laberíntica del colegio para generar una sensación claustrofóbica y que el espectador se sienta perdido. Quería que la película empezase como algo realista y social y se fuera convirtiendo literalmente en una pesadilla.
P. ¿Cómo definiría su manera de dirigir?
R. Para mí es muy importante ser libre y juguetón. Kubrick dijo que las películas deberían ser como la música, una progresión de estados de ánimo y sensaciones, y que el tema y el significado subyacente viene después. Eso significa que de repente, como ocurre en mi película, puedes añadir un baile que introduce una nueva emoción. También es una forma de mostrar que todo el mundo está perdiendo la noción de la realidad y de decirle al público: a partir de aquí, todo es posible.

Renate Rainsve en una imagen del filme
P. ¿Reconoce la influencia de su abuelo Ingmar Bergman en su propio cine?
R. No especialmente. Él es una figura importantísima del cine moderno, así que quizá todos los directores estamos inconscientemente influidos por él, pero de forma deliberada he decidido no tomar mucho de él para esta película.
P. ¿Y le pesa ser su nieto? ¿Le ha facilitado o dificultado las cosas?
R. No ha sido una carga, pero tampoco me ha puesto las cosas más fáciles. De hecho, he tardado ocho años en encontrar financiación para esta película. Una desventaja es que hay gente que compara mi película con el cine de mi abuelo, y la ventaja es que recibo más atención de la prensa.
P. ¿Tenía una relación cercana con sus abuelos?
R. Sí, todos los veranos los pasé en Suecia, en la isla en la que él vivía, y ese es mi paraíso de la infancia. Tenía una relación muy buena con él. Nos inventábamos historias sobre brujas y fantasmas y me ponía películas de Charlie Chaplin y de Spielberg, así que tengo grandes recuerdos de él. Y con mi abuela Liv tengo una relación muy cercana.
P. ¿Ellos le inspiraron para dedicarse al cine?
R. En realidad mi madre [la actriz Linn Ullmann] me ha enseñado más películas que ellos. Yo me he esforzado mucho por no ser cineasta, porque ya lo han hecho muy bien en mi familia, pero de alguna forma el cine me encontró a mí. Se ha convertido en mi gran pasión, pero he tenido que tomar un gran desvío para llegar hasta aquí.
P. ¿Entonces cree que estaba predestinado a ser director de cine?
R. Sí, creo que estaba escrito. Mi abuela sigue trabajando mucho a los 86 años y ver la pasión con que lo hace me enseñó que yo también debía ser un apasionado de lo que hiciese. Primero me dediqué a la economía y después a la psicología, pero al meterme en el cine he sentido el fuego y la energía de una vocación que me acompañará el resto de mi vida.