Angélica Liddell: "Gracias al teatro organizo el dolor y lo comprendo"
La ganadora del Valle-Inclán valora los cambios que el premio ha introducido en su carrera y anuncia sus futuros proyectos
13 marzo, 2009 01:00Angélica Liddell, tras ganar el Premio Valle-Inclán de Teatro
Al jurado del Teatro Valle-Inclán no le tembló el pulso el año pasado cuando decidió galardonar a la irreverente Angélica Liddell. Una mujer capaz de morder la mano a quien le da de "comer". La autora de Perro muerto en tintorería, de hecho, considera "un lastre" haber sido la escogida. Es un comentario que tal vez le honre, en medio de la hipocresía casi consustancial a los premios culturales. Pero también cabe pensar que el halo de malditismo en que está envuelta encorseta sus reacciones, haciéndolas quizá demasiado previsibles. Sólo una cosa parece estar clara: su actitud y su teatro están reñidos con la indiferencia.Pregunta.- ¿En qué le ha ayudado el Premio Valle-Inclán?
Respuesta.- Bueno, gracias al premio los teatreros han obtenido el derecho a darme hostias. Salvo por la pasta ha sido un lastre. Estoy harta de dar explicaciones. Me pregunto si Echanove tuvo que dar tantas explicaciones, y soportar asquerosos comentarios machistas.
P.- Pero al recogerlo gritó con rabia: "Ya es hora de que premien a los que venimos del subsuelo". ¿No siente, tras conseguirlo, que ha salido de ese subsuelo y goza de mayor atención por parte de los medios y de los que tienen la sartén por el mango en el cotarro teatral?
R.- Sí, la verdad es que me hacen mejores críticas en Francia. He trabajado mucho más en el extranjero que aquí. Y me contrata gente que no tiene que ver exactamente con el cotarro, a los del cotarro no les intereso en absoluto, si entendemos por cotarro todo lo que rodea al Cementerio Dramático Nacional y Alrededores. Me contrata la gente que conoce mi trabajo, y lo respeta, nada más. Tampoco tengo la agenda de las compañías de éxito. Pero después de tantos años currando es normal vivir de esto, ¿no?
P.- Decía también que el dinero se lo iba a gastar con chicos guapos, bielorrusos a ser posible, que en su opinión eran los mejores amantes. ¿Lo sigue pensando?
R.- Si te digo la verdad, el mejor que he conocido era catalán.
P.- ¿Si fuera miembro del jurado a qué finalista defendería?
R.- No me interesan, de la misma manera que yo tampoco les intereso. Supongo que hacen bien su trabajo.
P.- ¿En qué proyectos anda metida ahora?
R.- Bueno, he pasado un año explorando las posibilidades de la sangre, aprendiendo a cortar mi cuerpo, ha sido una ganancia de libertad, renunciar a todo eso por lo que me habían premiado, tomé una frase de Perro muerto...; como punto de partida: "el cuerpo es lo único que produce la verdad&". La autolesión me permite expresar el angustioso conflicto entre la materia y el espíritu, escapar de la colectivización de las conductas. Por otra parte, estoy metida en un proyecto en Buenos Aires que se estrenará en junio, haré gira por México con Yo no soy bonita, y finalmente produciré La casa de la fuerza, que estrenaré en La Laboral y en Madrid en el Festival de Otoño.
P.- ¿Continúa creyendo que el teatro debe ser pornografía del alma?
R.- No puedo evitar seguir trabajando con todo aquello que me produce dolor, indignación o alegría. Intento ser cada vez más elemental en esto. Ahora mismo es lo único que puedo ofrecer. En una sociedad apoyada en la banalidad y vulgaridad absolutas no encuentro mayor acto de resistencia política que trabajar con los sentimientos. Intento vincular la derrota personal con la derrota de lo humano.
P.- Ha llegado a decir en su que su trabajo es más importante que su propia vida...
P.- Utilizo el teatro para encontrarle un sentido a la vida. Por eso es más importante que la vida. Porque gracias al teatro organizo el dolor, y lo comprendo.