Raimundo Amador
"A veces me dan ganas de suicidarme cuando escucho la fusión que se hace ahora"
10 julio, 2013 02:00Raimundo Amador
El emblemático guitarrista toca este miércoles en los Veranos de la Villa junto el saxofonista Jorge Pardo, con el que trabajó en 'La leyenda del tiempo' de Camarón
No hay problema. Los dos son músicos bien curtidos, que además se conocen desde antiguo. Ambos trabajaron en aquel hito del flamenco titulado La leyenda del tiempo (1979), un disco en el que Camarón reescribió las tablas de la ley flamenca. "Luego Jorge Pardo ha estado conmigo muchas veces en otros proyectos. Estuvo en el primer disco de Pata de Negra, también en algunos de los míos en solitario. Llevamos toda la vida juntos... Además, a mí lo que me gusta es mojarme el culo: salir sin demasiado entrenamiento, porque mata la magia". Esta noche tocan en el escenario de los jardines de Sabatini, junto al Palacio Real, en el marco de los Veranos de la Villa.
Raimundo va contento rodeado de sus hijos. En la furgoneta, de fondo, se entrecruza un fraseo de guasa gitana. Pero se pone serio cuando salen a relucir las fórmulas contemporáneas con que se cocinan conjuntamente flamenco, blues y jazz, un mestizaje del que él es pionero: "Sale demasiada mierda. Lo que sucede ahora es que es una moda y así no. Cuando escucho algunas cosas, me entran hasta ganas de suicidarme. Yo no voy de purista pero lo que haces hay que mamarlo para suene natural".
Él, en las 3.000 viviendas, se amamantó con flamenco desde el primer día que atisbó el mundo. Esta música era la banda sonora de las andanzas (y malandanzas) de los habitantes del célebre barrio sevillano. El blues se lo tatuó en el cerebelo Jimi Hendrix. "Uf, cuando escuché el Red House ya no pude quitármelo de la cabeza. Creo que se me clavó ahí porque era de los más lentos que tiene. Luego seguí con Janis Joplin, Deep Purple... Y Kiko siempre traía discos de América: a Jimmy Lee Hooker sólo con la acústica y la tablilla en el pie, a Robert Johnson, a Sister Rosetta... Y el disco de B.B King que ahora se vende con una portada de una sandía porque lo censuraron. Pero yo tengo el vinilo con las tías en pelotas". El blues es una obsesión para él: "Sigo escuchando mucho blues. Cada vez me gusta más. Por la noche me voy a la cama escuchando Spotify. La parienta ya se ha acostumbrado y nos quedamos dormidos los dos con la música sonando. Ahí se me meten ritmos que luego surgen en mi música".
Raimundo Amador ha tenido la suerte de tocar con muchos de sus ídolos, en particular con B.B King, con el que ha compartido muchos escenarios y ha forjado una gran amistad. Algo curioso, porque Raimundo, digamos, no va sobrado con el inglés ("Ni con el español", añade carcajeándose) y B.B. sabe cuatro palabras en nuestra lengua. "Es verdad, necesitamos un traductor para entendernos. Pero cuando subimos arriba los problemas se terminan". Antes de irse al otro barrio, le gustaría al menos por una vez hacer el paseíllo también con Eric Clapton. Del guitarrista inglés toma también una idea que le gustaría un día ver cristalizada en España: "Estaría muy bien juntar a todos esos grandes guitarristas que tenemos en España y hacer una especie de Crossroads como hizo Clapton con Buddy Guy, el propio B.B King, Pat Metheny... Aquí podíamos unir a Paco de Lucía, Tomatito, Vicente Amigo y mucha gente nueva que toca la guitarra de maravilla. A mí me gustaría ver eso, desde dentro o desde fuera. Yo estoy con un pie dentro del flamenco y otro fuera".
Raimundo Amador tiene ya un álbum casi terminado, a falta de meterse en el estudio para producirlo y aplicarle los arreglos. Ahora se lo guisa y se lo come casi todo él. Un modelo de autoproducción con el que ya alumbró Medio hombre, medio guitarra (2010). "Yo hice hasta el making off. Me gasté mucho dinero y he recuperado muy poquito. La gente está sorda, tiene el oído resfriado. Pero no me arrepiento, quedé muy contento con el disco. En este voy a hacer lo que me dé la gana. No voy a cantar, ya lo haré el próximo. Creo que lo voy a titular Mamá, déjame estudiar y quiero que suene antiguo. Para eso me he comprado un mesa analógica de los 70 que es una joya". Lo escucharemos, claro, aunque el plazo que se fija el artista es indeterminado, muy en su línea indómita: "Si trabajara con una compañía de discos ya estaría en la calle pero yo soy como soy y estoy tranquilo".