Cuatro notas para una ópera
Tom Johnson y Paco Mir, compositor y director de escena de la Ópera de las cuatro notas. Foto: Jaime Villanueva.
Llega este miércoles (8) a los Teatros del Canal La ópera de cuatro notas del compositor norteamericano Tom Johnson (Greeley, Colorado, 1939), afincado actualmente en París, discípulo de Elliot Carter y de Morton Feldman. Fue un entusiasta defensor del minimalismo, estética en la que se inscribe, con algunas salvedades, esta obra.A Johnson se le ocurrió, tras una lectura de Seis personajes en busca de autor de Pirandello, llevar a la escena un asunto con el mundo de los divos operísticos como pretexto y con tan solo cinco protagonistas, que van a su aire y toman vida propia a lo largo de un divertido y alocado juego. A esta relativa originalidad se sumó la de delimitar la partitura a únicamente cuatro notas (la, si, re y mi), sobre las cuales, con convenientes saltos de octava, se edifica todo el edificio, sostenido desde un omnipresente piano, que va marcando el devenir sonoro y argumental. Se estrenó en 1972 en Nueva York con escaso éxito. Pero el boca a boca funcionó y el triunfo vendría muy pronto hasta el punto de ser la composición más celebrada de Johnson, autor de otras obras escénicas: The masque of clouds, Réservé aux sopranos, Riemannoper...
A día de hoy, la obra ha sido trasladada a más de diez idiomas, en las más variadas adaptaciones, algo mirado con buenos ojos por el músico que afirma que "la puesta en escena debe ser distinta cada vez. En parte absurda, en parte minimalista, en parte satírica y en parte comedia, la ópera tiene muchas caras y puede ser vista de muchos modos". Lo que ha sido recogido por el director de escena, Paco Mir, que la conoció en París hace 15 años y que realizará su personalísima versión desde la óptica humorística que lo caracteriza, que busca la desacralización del género y la defensa de lo contemporáneo.
Las infinitas variaciones y combinaciones de esas cuatro notas serán, pues, la base sobre la que la funcional acción va a desarrollarse, aunque con respeto a las únicas instrucciones que marca el autor: nada deberá ser transportado, ya que, si fuera así, la obra tendría más de cuatro notas, lo que destrozaría uno de sus aspectos más sorprendentes. Naturalmente, la base instrumental es únicamente la del piano. Como apunta Johnson, "la razón por la que la mayoría de las óperas suenan desoladoras con acompañamiento de piano es porque la música fue escrita originalmente para orquesta. La integridad del teclado debe ser preservada".
Un joven equipo de voces afrontará las demandas, no especialmente dificultosas, de la partitura, que hace muchos, muchos años, se puso en la Universidad de Madrid y que va a ser cantada ahora por Francisco Crespo, bajo; Ruth Iniesta, soprano; Ana Cristina Marco, mezzo; Francisco Sánchez, tenor; y Axier Sánchez, barítono. En el piano, como fustigante metrónomo, el polifacético Javier Carmena. Todos bajo la dirección del maestro Manuel Coves. La producción es de Cristina Ward y la escenografía de Juan Sanz.