Escenarios

María del Pilar, zarzuela verista

30 noviembre, 2018 01:00

La soprano Carmen Solís protagoniza la versión de concierto de María del Pilar. Foto: Enrique Bordes

Retorna al Teatro de la Zazuela, tras el doblete de Enseñanza libre y La gatita blanca (esta en colaboración con Vives), Gerónimo Giménez. De él se recupera, aunque en versión de concierto, una obra hoy escasamente conocida y raramente recordada (por eso es muy interesante su revisión): María del Pilar, que se estrenó el 17 de diciembre de 1902 en el Teatro Circo de Price de Madrid.

En contra de lo que se preveía en su momento, no tuvo el éxito de público esperado a pesar de contar con una de las mejores músicas del autor sevillano. Parece ser que en ello influyó la escasa calidad del libreto de Francisco Flórez García y Gabriel Briones.

En esa época Giménez contaba ya con un importante bagaje como compositor, con obras meritorias a sus espaldas, como las famosas El baile de Luis Alonso y La boda de Luis Alonso (1896 y 1897) y La Tempranica (1900), aunque siempre se ha comentado, y lo resaltaba Luis G. Iberni, que sus carencias eran notorias como músico un poco labrado a sí mismo. Su formación no se podía comparar, por ejemplo, con la de sus colegas y coetáneos Chapí y Bretón. Pero era artista sensible y listo y supo administrar con inteligencia y gusto su autodidactismo poniendo sus saberes, su intuición y olfato al servicio de un género que siempre necesitó de artistas de su clase, que conseguían con espontaneidad, facilidad de escritura, oficio y soltura despertar el interés del público. Y de la crítica, que casi siempre habló bien de su labor, circunscrita al ámbito lírico y, dentro de éste, al de la zarzuela, chica y grande, aun cuando llegara a ser uno de los máximos responsables de la Sociedad de Conciertos. Tenía ya 33 años cuando acometió su primera partitura, la de la zarzuela en un acto El vermouth de Nicomedes (1885).

Gerónimo Giménez fue un compositor que se puso al servicio de un género necesitado de artistas como él, con oficio y soltura

La crítica se portó bien con María del Pilar a raíz de su estreno. El conocido Cecilio de Roda consignaba en su comentario: "La orquesta de Giménez suena siempre bien, sin que jamás se eche de ver una inexperiencia en su manejo ni una vulgaridad en su disposición. A ratos se encuentran curiosos efectos instrumentales de un color original que revelan la pericia del maestro". A todo ello Giménez unía una vena melódica de buena ley, muchas veces muy superficial y arrevistada, pero siempre atractiva y, desde luego, pegadiza. Además, nuestro músico sabía bien cómo escribir para la voz, a la que concedía amplias posibilidades de lucimiento en largas y ejemplares frases. Se podrá comprobar a lo largo de esta nueva escucha de María del Pilar, impregnada, como es lógico dada la época, de aromas veristas. Iberni destacaba la hábil "fusión de lo popular y lo culto en un espontáneo y único equilibrio".

El Teatro de la Zarzuela ha dispuesto para las dos únicas funciones -en versión concertante-, previstas para este viernes, día 30, y para el domingo, día 2, unos magníficos mimbres vocales. En los papeles principales estarán la soprano lírica plena, de soleado espectro, Carmen Solís; el tenor lírico-spinto, brioso y contundente, Andeka Gorrotxategi; el oscuro y resonante bajo Rubén Amoretti; y el noble y flexible barítono Damián del Castillo. El polifacético Mario Gas interviene como actor. En el foso, el titular del teatro, Oliver Díaz, maestro convincente, buen concer