Schubert grande, pequeño e inacabado
James Ehnes. Foto: B. Eaolovega
Juan Mena, al frente de la Orquesta Nacional, despliega tres sinfonías de Schubert este fin de semana y el próximo. Además, acomete a Britten por partida doble: War Requiem y el Concierto para violín con James Ehnes.
Junto a estas composiciones se sitúan otras dos de enorme valor, pertenecientes -¡bravo por el acierto!- a Benjamin Britten, músico ecléctico y sabio, inspirado y dotado de un talento dramático extraordinario. El necesario para levantar un fresco místico-bélico tan imponente como el War Requiem, escrito para conmemorar la reconstrucción de la catedral de Coventry en 1962. Es un dolorido muestrario imbuido de una profundísima emoción que emana de diversos planos sonoros, trabajados con un rigor y una austeridad sensacionales con aplicación de formas antiguas elegantemente actualizadas.
Todo ello estará en las buenas manos de Mena, a quien vimos dirigir muy cuidadosamente este Requiem en la Quincena Musical de hace un par de lustros. Ya conocemos su solvencia, su probidad, su manera sincera, frontal y severa de enfrentarse al pentagrama. Es la suya una batuta sólida, preparada, flexible, ecléctica y clara. El gesto, amplio, armonioso, de lejanas resonancias celibidachianas, el pulso atento, la comprensiva expresividad, la facilidad para el fraseo caluroso y una lógica expositiva de meridiana inteligibilidad llegan con facilidad, casi con suavidad, a las orquestas que dirige.
El melodismo de Britten
Buenos mimbres sin duda para servir a la otra partitura de Britten, su Concierto para violín op. 15, una obra de rara intensidad, poblada de ostinati, de un lirismo profundo, de un melodismo reconcentrado y de un refinamiento tímbrico excepcional,que emparenta con la composición similar de Berg, a cuyo estreno (en Barcelona, como se sabe) parece que asistió en 1936. Incluso cierra la composición con guiño bachiano, una passacaglia. En el autor de Wozzeck era un coral. No queda lejos tampoco el chisporroteo pasajeramente agresivo de Prokofiev. Defenderá la parte solista el violinista canadiense James Ehnes (1976), poco o nada conocido por estos pagos, aunque es un instrumentista muy cualificado por su temple, su amplia sonoridad, su su refinamiento. Maneja además el Stradivarius de 1715 Ex-Marsick.James Ehnes es un instrumentista muy cualificado por su temple, su amplia sonoridad y su refinamiento