Seis personajes en busca de amor
José Bustos, Eva Rufo (de pie), Consuelo Trujillo y Zaira Montes en un ensayo de La geometría del trigo. Foto: Marcos G Punto
El recuerdo de la madre y el regreso a Vilches, su pueblo de la infancia, protagonizan la nueva entrega escénica de Alberto Conejero, que desembarca con La geometría del trigo en el CDN el 6 de febrero tras el "calambre" de El sueño de la vida.
Del profundo trance lorquiano pasa ahora el autor de La piedra oscura a realizar un homenaje a las experiencias existenciales compartidas con su madre hace más de dos décadas. Sobre el escenario, seis actores -José Bustos, Zaira Montes, Eva Rufo, José Troncoso, Consuelo Trujillo y Juan Vinuesa- y una escenografía dirigida por Alessio Meloni. "El recuerdo inventa y yo he reconstruido ficción sobre la memoria de mi madre. No hay escritura honesta que no desnude algo de su autor. Aquí hay además un presente vivido en dos realidades geográficas", explica Conejero a El Cultural.
Joan y Laia
Norte y sur, presente y pasado, se confunden y se suceden en esta narración construida sobre un verso del poema Otra forma del mundo, de Antonio Lucas. Una joven pareja de arquitectos, Joan y Laia, viajan de Barcelona a un pueblo del sur para asistir a un entierro, donde se encontrarán con el resto de los personajes. El viaje transita por una tierra diversa pero también por un puñado de recuerdos capaz de evocar un pasado prácticamente olvidado."Este viaje -explica el director- es en parte mi regreso a las raíces, a mi pueblo perdido entre olivares. Muchos de los espacios de la obra (la casa, el cementerio, la calle, la plaza con la verbena...) son los de Vilches. Allí nos fuimos todo el equipo al incio del proceso. Emilia, el personaje que interpreta Consuelo Trujillo, es el nombre de mi abuela materna". Realizada en una residencia artística de Cuarta Pared, La geometría del trigo ha sido producida por Teatro del Acantilado junto a Teatrales Contemporáneas y La Estampida, con el apoyo de la Diputación de Jaén y el Ayuntamiento de Vilches. "Soy uno más de los muchos hombres y mujeres de mi tierra con maravillosas historia por contar".Este viaje es un regreso a mis raíces. no hay escritura honesta que no desnude algo de su autor". A. Conejero
Las tres mujeres y los tres hombres que saltan a escena viven tiempos distintos. La familia, dispersa por distintas circunstancias, trata de proteger su vínculo sin saber muy bien cómo. "Son seis modos de enfrentarse al amor y a las transformaciones sociales de nuestro país en las últimas cuatro décadas", precisa Conejero, que aborda una historia de transiciones, tanto políticas como emocionales: "También trata sobre la necesidad de tener un relato del pasado, aunque tenga claroscuros, para poder emprender un camino propio. Cada espectador reconocerá, de un modo u otro, a su propia familia".
Las claves de su filosofía las ha analizado el escritor Daniel López García en el prólogo de la obra, publicada por la editorial Dos Bigotes: "El teatro de Alberto Conejero parece cifrar su objetivo, y con él su sentido, en la consolidación de una zona para el dilema. Por un lado, por su incesante búsqueda e indagación de lo que hay de continuo entre los sujetos, aunque éstos se presenten de forma antagónica, como embrujados por fuerzas que se repelen; por otro lado, porque ese temblor supone eliminar de los personajes el suelo que los sostiene, que tiene su dilación en el público, produciendo un efecto que trastorna cualquier posibilidad de certidumbre". López García destaca en el teatro de Conejero su compromiso con el lenguaje -"estableciendo en lo poético el motor del drama"- y destaca como influencias insoslayables a autores como Lagarce o Koltès, "aunque en la yuxtaposición y representación de réplicas quizá haya mayor presencia de Pinter e incluso de El Público de Lorca".
Dilema, incertidumbre, temblor... Alberto Conejero vuelve a sintonizar su teatro con el relato universal de la búsqueda del amor y del paso del tiempo. Así, La geometría del trigo echa el telón sobre un oscuro final: "De repente una llamarada azul, el cielo imprevisto. Y pequeños pájaros, cientos, ¿de dónde?, que lo cruzan enfebrecidos una y otra vez. Por vez primera, y sin saberlo, todos están juntos porque todos siguen juntos atentos al vuelo. En la estación Joan y Laia esperan. Sonríen también. La luz entonces los abraza a todos con precisión, los libera del tiempo y del espacio, hasta confundirlos en un mismo paisaje...".
"De fondo -escribe Conejero- las últimas minas de plomo entre los olivares".
@ecolote