Escena de la versión de 'Marina' de Bárbara Lluch. Foto: Elena del Real

Escena de la versión de 'Marina' de Bárbara Lluch. Foto: Elena del Real

Escenarios

Bárbara Lluch recupera la 'Marina' de Emilio Arrieta en el Teatro de la Zarzuela

9 octubre, 2024 02:19

Vuelve al Teatro de la Zarzuela uno de los clásicos de siempre de nuestro género lírico, Marina de Emilio Arrieta, una obra que muchos nos sabemos casi de memoria. Hace unos años disfrutamos de la producción, de singulares tonalidades oscuras, firmada por el imaginativo Ignacio García.

Ahora veremos la ideada por la emprendedora y tan solicitada Bárbara Lluch, miembro de una ilustre familia teatral y musical. Sabrá dar cauce sin duda a un argumento que se entiende regular ya que, en realidad, apenas "pasa nada" en el transcurso de la obra.

Ello se debe, sin duda, a que en la adaptación a la ópera Miguel Ramos Carrión dejó agujeros argumentales que en la zarzuela se explican en la parte hablada y que, probablemente, no encajaban en la forma de entender la ópera que tenían él y Arrieta, familiarizados como estaban con las elipsis y los sobrentendidos de adaptaciones operísticas.

Como ya señalara en su día Emilio Cotarelo, Marina es el único título de la zarzuela isabelina que ha permanecido en el repertorio y que se podrá disfrutar en una versión que restituye la ópera en su integridad, tal y como se estrenó en el Teatro Real en 1871. El famoso tenor Enrico Tamberlick fue quien al parecer convenció al compositor para la reconversión.

Para ello, ha sido fundamental el trabajo de investigación y edición de Mª Encina Cortizo y Ramón Sobrino. Gracias a ellos reaparece el dúo entre Marina y Roque y se retoma la sardana original, ambos en el segundo acto. Junto a ello, se recupera de la zarzuela una canción a cargo de Roque acompañado por palmas y golpes en la mesa de la taberna. Durante algún tiempo se especuló con su inserción en la ópera, aunque finalmente fue desechada. Hasta ahora.

"Con la profunda revisión del original se nos brinda la posibilidad de conocer una obra atractiva, pese a sus tics"

Con esta transformación Arrieta demostró el gran oficio aprehendido en Italia, a veces no poco mimético, que se miraba en el espejo transalpino, de donde tradicionalmente provenían modos de hacer. Una buena prueba de ello son algunas de las producciones previas del autor navarro, dos de las cuales, Ildegonda y La conquista di Granata se repusieron en el Real en 2004 y 2006 respectivamente.

Con la profunda revisión del original se nos brinda la posibilidad de tener la mayor información de una obra que, pese a sus tics, sus mimetismos y su relativa originalidad -dejando a un lado lo cursi y endeble de su libreto-, es atractiva por ese cercano y comentado melodismo y por servir de base a la actuación sin complejos de un cuarteto vocal tipo constituido por soprano lírico-ligera, tenor lírico, barítono y bajo cantante. Y para dar lucimiento a unos coros que tienen bastante protagonismo, con un primer final muy robusto y bien construido.

Un reparto envidiable

Y no hay duda de que esos viejos pentagramas se nos van a ofrecer en esta ocasión con todas las garantías posibles. Los repartos son espectaculares pues en él aparecen algunas de las mejores y más granadas voces de nuestro actual firmamento. Tenemos a dos Marinas ideales, cada una en su estilo: Sabina Puértolas y, qué coincidencia, Marina Monzó, dos lírico-ligeras de fácil emisión, extensión y musicalidad reconocida.

La primera, segurísima siempre en los pasajes coloratura, posee un timbre soleado, un vibrato eléctrico y una personalidad dramática muy acusada. La segunda, de timbre y sonoridad más perfumados, de carácter aterciopelado, emite con una sorprendente facilidad, una suavidad fuera de norma y una expresividad alada y gentil.

Dos tenores muy distintos apechugan con la gloriosa parte de Jorge, envuelta desde los tiempos de Tamberlick en notas estratosféricas no escritas, pero que el público se ha acostumbrado a oír. A ver quién es el guapo que hace la salida, Costas las de Levante, playas las de Lloret, sin irse al Si natural.

Tanto Ismael Jordi, de emisión más regular e igualdad en toda la gama, como Celso Albelo, más decididamente lírico, más contundente y de mayor pegada, están en su mejor momento, con una veteranía que se las sabe todas. Los dos Roques son seguros, aunque creemos que uno de ellos, el italiano Pietro Spagnoli, es algo más feble y menos indicado que el otro, el poderoso y contundente Juan Jesús Rodríguez.

Por su parte Rubén Amoretti, ya muy consolidado, como el más tierno Javier Castañeda, a quien hacía tiempo que esperábamos ver en papeles protagonistas, son dos elementos seguros y sólidos.

La conocedora batuta del titular musical del Teatro de la Zarzuela, José Miguel Pérez-Sierra, suelto y resuelto, ya muy bragado en la ópera italiana de la primera mitad del ottocento, no deberá tener ningún problema para llevar la nave de Jorge a buen puerto.