Danza

Tres décadas en movimiento

Selección española

5 noviembre, 2010 01:00


El Festival Madrid en Danza nació en un momento de efervescencia de la danza contemporánea en España, particularmente en Madrid y Barcelona. Dos personajes son los pioneros en la difusión del género en nuestro país: Carmen Senra, que tras su experiencia en Nueva York crea escuela en 1972 en Madrid, y el Grup Estudi de Ana Maleras en la capital catalana, del que saldrán artistas como Gelabert o Francesc Bravo. Es, sin embargo, en los 80 cuando se forman compañías y se comienza a institucionalizar su enseñanza, con la creación por José y Concha Laínez del Departamento de Danza Contemporánea en el Institut del Teatre. Decisivo fue para su difusión el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, que sirvió de plataforma de exhibición a artistas como Ramón Oller, María José Ribot y Blanca Calvo, Mónica Runde y Pedro Berdayes, y Angels Margarit, entre otros.

Pero el mayor revulsivo llegó, sin embargo, con la transformación que experimentó la Compañía Nacional de Danza (CND) al especializarse en danza contemporánea, no sin suscitar un perjuicio para los aficionados y artistas del ballet clásico. Al frente de esa formación se nombró a un joven bailarín y coreógrafo procedente del Nederlands Dans Theater (NDT) de Jiri Kylian: Nacho Duato. Duato creó un nuevo elenco, lo puso a bailar con éxito y consiguió captar a un nuevo público, joven y que antes no frecuentaba la danza. Además, situó sus creaciones y a la Compañía en el circuito internacional. Duato ha permanecido al frente de la CND durante 20 años, pues abandonó el cargo el pasado verano.

El problema de la formación.
Hasta fechas recientes, la enseñanza de la danza contemporánea se ha limitado a escuelas privadas como la ya citada de Senra. Normalmente, los artistas solían proceder del ballet clásico o de otros ámbitos como la gimnasia. En Madrid no se creó la especialidad de Danza Contemporánea en la Resad hasta el año 2000. La solución para muchos bailarines fue irse al extranjero, algo bastante habitual por otro lado en la danza.

Hoy los bailarines de contemporáneo viven como algo natural aprender en formaciones y escuelas americanas o europeas. Y así encontramos a españoles ya instalados fuera de nuestro país como Rafael Bonachela en Londres, Fernando Hernando Magadan y Alejandro Cerrudo, que estrenaron la semana pasada la coreografía Deus ex Machina en el NDT, donde también figura Sol León como coreógrafa residente. Hay que mencionar iniciativas privadas como el Certamen Coreográfico de Madrid, fundado por Laura Kumin y Margaret Jové hace un cuarto de siglo, que ha contribuido a difundir los trabajos de los bailarines españoles y a darles proyección internacional mediante becas en compañías y escuelas extranjeras.

Desde un punto de vista estilístico, el género se ha demostrado como un campo abierto a la experimentación, con una gran capacidad para adaptar nuevos lenguajes: la video creación, la performance y las tecnologías han tenido, y siguen teniendo, una gran influencia en la danza contemporánea.

A pesar del camino recorrido, el panorama es incierto. Tras la marcha de Duato, la CND vive un proceso de cambio, pendiente de un concurso público del que saldrá el nuevo director, así como si se abre al ballet clásico y al neoclásico. Respecto a las formaciones privadas, tienen en muchos casos mayor aceptación fuera de España. Con la excepción de los festivales y las salas alternativas, es difícil que los teatros españoles las programen. Hay que aplaudir iniciativas como Danza a escena, del Inaem y la Red de Teatros, dirigida a que producciones de este género se vean en los circuitos regionales. Por otro lado, apenas existen centros coreográficos ni una política definida por parte de las administraciones. Las ayudas, siempre escasas, valen para salir del paso. Y ni teatros ni compañías se plantean cómo atraer a nuevos públicos.