'Room With A View': un salto cuántico de la danza en los Teatros del Canal

Dicen que quienes consideran a la danza una expresión artística sublime suelen estar lejos de la música electrónica y el ritmo repetitivo que se escucha en una discoteca. Dicen también que sólo hay danza cuando un pas de deux se redondea con clásicos fouettes y otras delicadeces. Sin embargo, el arte puede surgir en una caverna y hasta en una cantera de mármol. Si eres de los que piensan lo contrario no te pierdas al Ballet Nacional de Marsella en los Teatros del Canal dando vida a la última creación de Erwan Castex.

En esta ocasión el famoso DJ francés, más conocido como Rone, inspira a un grupo de excepcionales bailarines a ofrecer toda su energía durante algo más de una hora colmada de sorprendentes frases coreográficas.

Room With a View se nos plantea como una exploración atinada de la rebelión a través del baile, aparentemente caótico y desproporcionado. En un escenario que nos recuerda una rocosa cantera, alejada de todo glamour, se suceden escenas trepidantes con milimétrica coordinación de unos bailarines de impecable técnica. Todo comienza antes que el primer espectador busque su butaca. Sin locuciones pandémicas ni instrucciones apocalípticas los asistentes vamos tomando nuestras localidades mientras el escenario ya es un hervidero. Sin transición alguna nos sumergimos en una trama de luchas y exploración.

Lo que al principio parecía una página en blanco deviene una declaración firme de rebeldía y búsqueda. Técnicamente, las formaciones corales se superponen en aparente desorden y siempre ligadas al ritmo estridente que emana de los altavoces. Como si quisieran representar la queja unánime de una sociedad diversa, cada uno de los intérpretes buscan escapar de las piedras que los confinan, encontrando en el camino más obstáculos que salidas.

La potencia física de esta compañía imprime un salto cuántico a la danza contemporánea, elevando al estatus de arte el movimiento discontinuo que inspira la música electrónica de Rone. Con una mezcla orgánica de estilos, los bailarines del Ballet Nacional de Marsella logran poner en pie a un público exigente en la noche del estreno en el mismo instante en que la luz dio paso a la oscuridad en el escenario.