Pilobolus en los Teatros del Canal: 50 años de creatividad infinita
La compañía demuestra en Madrid en Danza hasta dónde puede llegar la plasticidad del ser humano cuando se juntan esfuerzo físico e inteligencia
29 mayo, 2022 11:39Andaban los noventa y en el Madrid postmovida un ferviente amante del ballet clásico se enamoraba de una compañía, nada clásica, que llevaba la danza al extremo imposible. Años después comenzaba el nuevo siglo y el mismo espectador volvía a sufrir uno y otro Stendhal frente a aquel continuo de creatividad que, en Madrid, Nueva York y Londres, se repetía cual maleficio exquisito cada vez que en el escenario bailaba Pilobolus. A estas alturas debo reconocer mi identidad tras ese seguidor de la compañía que por estos días eleva la calidad de la oferta cultural madrileña.
El nombre proviene de un prolífero hongo que desintegra las heces. Dicen que el padre de Jonathan Wolken, uno de los fundadores de Pilobolus, estaba estudiando este moho en su laboratorio cuando se creó la agrupación. El hongo crece en el estiércol de vaca y se impulsa a sí mismo con una fuerza, velocidad y precisión extraordinarias.
Algo de eso se vislumbra en los bailarines que han integrado Pilobolus en sus diferentes etapas durante estas cinco décadas, siempre jugando con la plasticidad para sacar de ellos el máximo posible en cada frase coreográfica. Sus creaciones se presentan sin trampas ni artificios. En este medio siglo siempre nos ha ofrecido a bailarines de exquisita formación que muestran hasta dónde puede llegar la plasticidad del ser humano cuando se juntan esfuerzo físico con inteligencia creativa.
Para la ocasión el Pilobolus de hoy nos programa cinco piezas escogidas entre la centena de coreografías que conforman su acervo. La noche comienza con una pieza sin título que data de 1975. Una especie de retrato sureño norteamericano que sorprende por la capacidad de crear nuevas entidades partiendo de varios bailarines.
Para continuar nos presentan La transformación, coreografía estrenada en 2009 hecha con sombras chinescas, tan corta como espectacular.
Y pasamos al tercer plato de la cena exquisita, que lleva por título De la naturaleza de las cosas (2014) o quizá deba decir la magia de lo imposible creada a partir de tres cuerpos. Tres son los bailarines que desde un reducido espacio son capaces de llenar todo un universo con movimientos sincrónicos donde la belleza encuentra su perfección en cada segundo, en cada conmoción.
Un descanso y regresan con Shizen (1978) para seguir demostrando la singularidad y contención de sus movimientos, el preludio del elegante final a cargo de Branches, una emblemática creación de Renée Jaworski y Matt Kent estrenada en 2017 que aglutina a todos los bailarines de la compañía en plena demostración de fuerza, poder y maleabilidad. En realidad, no hay palabras suficientes para describir lo que transmiten Nathaniel Buchsbaum, Quincy Ellis, Marlon Feliz, Hannah Klinkman, Paul Liu, Zack Weiss en escena. Simplemente, hay que verlos.