Image: SIR ANDREWS DAVIS, DE LOS PROMS A CHICAGO

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Música

SIR ANDREWS DAVIS, DE LOS PROMS A CHICAGO

DOS BATUTAS SIN DOGMAS

12 julio, 2000 02:00

"Los Proms son un festival atípico, en un ambiente muy relajado. Sentarse en el suelo para escuchar a Stravinsky o Penderecki, como si fuera rock, facilita cierta complicidad con el auditorio"

SIR ANDREWS DAVIS, DE LOS PROMS A CHICAGO



El próximo viernes se inician en el Royal Albert Hall los Promenade Concerts londinenses, los célebres Proms de la BBC, que se extenderán hasta mediados de septiembre. Al frente de la BBC Symphony estará Sir Andrew Davis, su titular durante diez años, que abandonará dicho cargo en septiembre para asumir la responsabilidad musical de la Chicago Lyric Opera.



Haber consolidado a la Sinfónica británica es su mayor satisfacción actual. "No es un momento fácil para las orquestas de la radio, que parecen buscar en este momento una identidad", señala. "En la mayoría de los casos, no cumplen los principios para los que fueron creadas. En este caso, y teniendo en cuenta muchas limitaciones, el ejemplo de la BBC es muy importante como símbolo".



-Usted señala la importancia de las orquestas de la radio en la música contemporánea.

-Es que la música del siglo XX no sería la misma sin las orquestas de radio. En el caso de la BBC Symphony, ha estrenado obras de autores como Bartók o Schünberg. Como titular estuvo nada menos que Boulez. Durante algunos años, Lutoslawski estuvo muy ligado a ella, y Berio ha recibido varios encargos. Hemos ayudado a divulgar a autores británicos como Vaughan Williams, Walton, Brian y tantos otros.



-Un responsable de otra formación radiofónica hermana señalaba que este tipo de conjuntos podían caer en el gueto.

-En cierto sentido tiene razón, y es el equilibrio el que sustenta una programación. La gran ventaja de una orquesta de radio es que está preparada para hacer la nueva música mejor que nadie porque la ha trabajado más y la conoce mejor.



-Un lugar común señala que la dedicación a un repertorio tan ecléctico dificulta la calidad del conjunto.

-Alban Berg decía que Lulú debía interpretarse como si fuera bel canto. La calidad del conjunto se puede cuidar abordando cualquier tipo de repertorio. Una cosa es sonar feo, porque lo manda una obra en un determinado pasaje, y otra que lo haga mal. De hecho, asumir ámbitos tan diferentes, más que perjudicar, debería enriquecer el lenguaje de la orquesta.



Competencia sinfónica



-Con cinco orquestas sinfónicas en Londres, el mundo filarmónico inglés parece a veces una jungla de siglas.
-Frente a lo que se mantiene por ahí, yo creo que la competencia en Londres es muy sana. Hace una década sólo se escuchaba a Beethoven o Chaikovski. Ahora, todas las orquestas tienen proyectos más ambiciosos. La gran tragedia de Londres es la falta de auditorios adecuados.




Oír sin ceremonias



-Usted va a abrir los Proms. ¿sigue creyendo en su validez?

-La apuesta de los Proms es muy interesante, porque es un festival atípico. Durante dos meses se puede asistir a excelentes conciertos diarios, con una programación que va de la Edad Media a los estrenos. Es un ambiente mucho más relajado, sobre todo en Inglaterra, donde la música clásica se ha identificado con un público elitista en el terreno económico. La posibilidad de sentarse en el suelo para escuchar a Stravinsky o Penderecki, como si fuera rock, facilita una cierta complicidad con el auditorio. De hecho, mucha gente que no va en invierno sí lo hace en verano. Ha sido un vehículo útil que ha permitido a jóvenes y no tan jóvenes descubrir en qué consiste la música no comercial.



-Por contraste, usted ha sido director musical del exclusivo festival de Glyndebourne, que ahora deja también para asumir la titularidad de la Chicago Lyric Opera.

-Sí, la verdad es que Glyndebourne viene a ser lo opuesto. Creo que, después de once años, hay que cambiar y la propuesta de Chicago me parece muy interesante. Además, me parece muy bien que Bruno Bartoletti siga en cierta medida vinculado con el repertorio italiano. No se olvide la importancia que tiene una minoría como ésta en una ciudad como Chicago. El momento es bueno, porque la Lyric Opera también apuesta por la renovación. Se acaba de estrenar la última ópera de William Bolcon, y allí se programa mucho a autores como Britten. Subirse a un carro como éste me parece estupendo.