Macbeth sangre en el Real
Gerardo Vera y López Cobos al frente del montaje de la ópera de Verdi
28 octubre, 2004 02:00Álvarez y Marrocu durante los ensayos de Macbeth en el Real
El 2 de noviembre el Teatro Real estrena una nueva producción de Macbeth, una de las primeras creaciones importantes de Verdi. La versión operística de la tragedia escocesa de Shakespeare cuenta con la propuesta escénica del director de cine y teatro Gerardo Vera. Jesús López Cobos estará al frente de la parte musical para guiar a un reparto de excepción encabezado por el barítono Carlos álvarez y la soprano Paoletta Marrocu. El Cultural ha conversado con ellos.
López Cobos, que se enfrenta por primera vez a la partitura, valora la obra como un paso adelante muy importante en la producción verdiana de la época: "Macbeth, especialmente en su segunda edición para París, representa un increíble avance en la obra del compositor. No tanto en la instrumentación, sino en lo que él llamaba ‘la tinta dramática’ de la obra, fundada sobre todo en el cromatismo". El director musical del Real señala que fue la fuerza y riqueza fuera de lo normal del texto de Shakespeare lo que inspiró especialmente a Verdi para hacer algo extraordinario: "Por vez primera pone realmente su música al servicio de lo dramático pidiendo incluso a los cantantes que ‘le honren más al poeta que al compositor". A la orquesta, López Cobos le ha pedido que piense "que es una ópera violenta, de grandes contrastes, en la que no hay lugar para ni siquiera un dúo de amor y donde el propio Verdi le daba al coro femenino de las brujas el mismo nivel de protagonismo que a Macbeth y su mujer". Respecto a la parte vocal, el maestro resalta la excelente homogeneidad de la pareja álvarez-Marrocu: "Empastan muy bien, estoy contento por que hayan hecho el papel antes. Carlos es una voz verdiana por naturaleza que se encuentra en su mejor momento y su voz está muy cómoda en el papel".
Elenco experimentado
álvarez, que dará vida al atormentado capitán escocés, y que debutó en el papel el pasado febrero en el Maestranza para más tarde volverlo hacer en el Liceo y el Festival de Ravenna, resalta la posibilidad que ha tenido de trabajar y madurar el personaje: "Me siento muy Macbeth -señala bromeando-, han sido en total cuatro nuevas producciones distintas en poco más de medio año. Este conocimiento acumulado del medio me ha permitido hacer un trabajo diferente cada vez. Hay matices que al principio resultan difíciles de ver, ahora me noto mucho más seguro por esa comodidad que te da el ser consciente del recorrido vital del personaje a lo largo de la ópera. Sin duda quiero que Macbeth sea una ópera de mi repertorio".
El barítono malagueño se muestra muy ilusionado por poder participar -tras su Ford en Falstaff y Yago en Otello- en el útimo de los tres títulos surgidos del tándem Verdi-Shakespeare: "Para mí, como cantante que se siente actor, es un privilegio único poder hacer Shakespeare. Te ayuda a comprender lo importante que es el texto dentro de la ópera y lo respetuoso que hay que ser con él. En Macbeth, Shakespeare te obliga a profundizar e incluso te ayuda a crecer como persona. Además, los barítonos no siempre tenemos la oportunidad de hacer un papel protagonista". El cantante -que debutará Ballo in Maschera el próximo abril en el Met y más adelante, en el 2007, Simon Boccanegra en la Bastilla- valora el trabajo escénico llevado a cabo junto al director Gerardo Vera: "con él hemos creado un Macbeth muy cercano, muy humano. Vera cuida al máximo el matiz, la expresión. Creo que he conseguido perfilar cada vez mejor al personaje y sus brutales cambios de carácter que tienen que ser evidentes para el público, y no sólo con el gesto sino fundamentalmente con tu voz".
Por su parte, el actual director del Centro Dramático Nacional, reconoce que fue un verdadero reto enfrentarse a un título tan complejo como Macbeth: "Cuenta una historia individual y a la vez muy general, la de un hombre que en un momento determinado decide apoderarse de algo que no es suyo de una manera violenta, algo que es el origen de todas las guerras y la destrucción de la humanidad". De esta forma, el director ha ambientado la ópera en una I Guerra Mundial estilizada: "En los fríos campos de batalla de Europa el palacio de Macbeth se transforma en un irrespirable búnquer de hierro, un espacio mental donde se encierra al final el protagonista. Por su parte, las brujas del coro -hilo conductor de la historia- se refugian en una enorme fábrica abandonada de principios del siglo XIX". Geardo Vera ve a estas figuras como "seres acostumbrados a miles y miles de batallas, testigos de la destrucción y la muerte en una especie de ciclo ininterrumpido. Unas brujas depredadoras, cantinelas de guerra que van por los campos de exterminio recogiendo todos los restos de la batalla y traficando con huesos que luego incineran en un rito de muerte", señala con rotundidad.
Vera ha querido reflejar y dar al público de hoy una visión actual de la obra, que le afecte en su manera de pensar, sentir y actuar: "No me gusta modernizar las cosas de forma innecesaria. He intentado hacer una abstracción, quería alejarme de la epopeya medieval para verlo más como un conflicto contemporáneo. Me atraía descubrir ese mecanismo por el que un alma humana decide matar", indica. Para el escenógrafo, al final todo se reduce a una tremenda historia de amor de un matrimonio estéril: "Dos seres solitarios que no se reconocen más que el uno en el otro. Dos almas que no se encuentran más que al principio de la ópera y que acaban convirtiéndose en dos islas con un mar de sangre que les separa obsolutamente".
El nuevo Verdi
Verdi quería hacer con su Macbeth algo nuevo, distinto, unitario, de extremada concisión dramática; y en buena parte lo consiguió. El compositor estableció, para este drama experimental, una combinación entre canto, declamación, parlato y gesto. Era la consecución de un nuevo ideal: "la palabra escénica"; el objetivo de muchos compositores, desde Monteverdi a Rossini. Esta ópera exige mucho a los dos protagonistas. Verdi pedía el máximo de expresión a lo largo de un lenguaje que iba mucho más allá del belcantismo tardío. Felice Varesi y Marianna Barbieri Nini, dos divos de la época, fueron Macbeth y su esposa en el estreno florentino. En el milanés de 1874 -traducción al italiano de la revisión parisina de 1865- participaron Francesco Pandolfini y Antonietta Fricci, tipos de voces sumamente difíciles de encontrar a día de hoy. Macbeth debe ser un barítono de fuste, con cuerpo y amplia tesitura, con gran variedad de registros expresivos. Carlos álvarez, poseedor de un envidiable instrumento, está en el camino. La ambiciosa Lady es una soprano dramática de agilidad. Paoletta Marrocu, cantante aún joven, tiene los medios para conectar con la psicología del personaje y superar esa dura prueba que es la escena del sonambulismo. A. REVERTER