Demasiada política
Lo mejor del año: Música / Análisis
30 diciembre, 2004 01:00Producción de Tosca en el Real, uno de los teatros más polémicos del año
La politización ha sido el fenómeno más importante que ha vivido la música española en 2004, aunque no se trate de algo nuevo sino de algo que se viene repitiendo con mayor o menor intensidad cada vez que hay un cambio de gobierno. El año 2004 se ha caracterizado por la politización de la música y ello siempre resulta negativo.Carmen Calvo tomó posesión como ministra de Cultura y, declarando a las claras que quería sensibilidades próximas, no dudó en barrer todo lo que pudo, ya fuera directa o indirectamente. Hubo cambio en la gerencia del Teatro Real. Inés Argöelles había sido nombrada de forma absolutamente política y el cambio de mentora trajo como consecuencia unas presiones desde la casa de cultura que la obligaron a dimitir en septiembre. Se supo que desde antes del verano ya la nueva ministra tenía como sustituto in pectore a Miguel Muñiz. No hubo negociación con las demás administraciones para este nombramiento, sino imposición. Es una lástima porque Muñiz está moviéndose bien en los fondos y en las formas y podría haber alcanzado el puesto de forma que un futuro cambio no le pasase factura. Afortunadamente se pudo parar desde los medios de comunicación una remodelación más amplia que sin duda llegará, pero con responsabilidades a partir de 2007.
Pero Calvo no abandonó su anterior coto y a través del delegado de cultura del Ayuntamiento sevillano revolucionó el Maestranza sin cuidar para nada ni fondos ni formas hasta el punto de unir por primera vez a toda la crítica local y levantarla en contra de las nuevas medidas: la no renovación de José Luis Castro y el nombramiento de Pedro Halffter como responsable artístico del teatro y musical de la Orquesta de Sevilla. Los fiascos se han sucedido en Sevilla desde la suspensión de la macro Carmen.
La política ocasionó también importantísimos retrasos en las comunidades gobernadas por el PP y así continúan sin conocerse los apartados artísticos para dos proyectos tan importantes como el Palau de les Arts valenciano y el de los Teatros de El Escorial. El primero contará ya al menos con una fundación para que rija sus destinos desde enero de 2005 y se conoce una cierta vinculación de Zubin Mehta, aunque aún se halla pendiente la confirmación pública de Helga Schmidt como intendente. Ambos proyectos habrían de estar rodando musicalmente en 2006.
La política y el tripartito han influido también en el mayor compromiso presupuestario de la Administración Central con el Liceo de Barcelona, incrementando su aportación a un 45% en 2007. También la ópera sevillana verá una mayor presencia del ministerio de Cultura, no así otros centros como Bilbao u Oviedo que no tienen una figura jurídica que lo permita. De otro lado el Liceo continúa funcionando como una apisonadora en su apuesta por los retos escénicos. Al éxito de su Tetralogía hay que sumar el de sus ediciones multimedia, con impresionantes DVD de Hamlet y Lady Macbeth von Mtsensk que se pueden adquirir hasta en Nueva York.
En la organización administrativa de la ABAO hubo convulsiones que parecen ya superadas, mientras que los resultados artísticos sorprenden cada día por un nivel muy superior al esperado de un teatro de tan corta andadura. En Coruña, Jerez y otros centros más pequeños se hacen milagros con presupuestos más que raquíticos.
La OCNE sigue en un impasse, sin definir su personalidad y con problemas en coro y orquesta. Josep Pons, una de las figuras del año, trabaja con miedo a quemarse ante unas promesas ministeriales que no acaban de transformarse en hechos. La de RTVE tampoco logra encontrar su sitio -y no por sus músicos- y la ORCAM ha demostrado que no sólo sabe programar sino también sacar el máximo partido a lo que hacen dentro y fuera de España, lo que no ha dejado de levantar envidias. Valencia o Tenerife también han demostrado nivel en sus salidas fuera de sus ciudades.
El español Guinjoan y el alemán Henze, con sendos estrenos y buenas campañas promocionales, se han alzado como las dos figuras de la composición más notables del año, mientras que Mariola Cantarero ha dado importantísimos pasos en lo que puede ser la carrera de la futura soprano española de referencia. Dos directores han cosechado críticas excelentes y unánimes a sus conciertos: Gardiner en su gira compostelana y Gielen por su Décima de Mahler.
Por vez primera aparecen destacados los DVD y el Hamlet del Liceo y el Merlín del Real se unen a las estupendas grabaciones de Tristan con Thielemann y Las Estaciones con Jacobs. En el apartado de las mejores producciones líricas se hace sentir un poco el sesgo crítico, premiando el cierto elitismo de los estrenos -L'upupa de Henze en el Real y el Gaudí del Liceo- junto a la muy alabada recuperación de la Ildegonda de Arrieta en el Real, la renovadora y refrescante Elektra del malogrado Palés y Peter Grimes, producción por otro lado ya conocida pero que funcionó muy bien en Bilbao.
Por último no podían pasarse por alto los tristes adioses que empañaron y empobrecieron la música: Tebaldi, Souzay, Ghiaurov, Hotter, Elmer Bernstein, Goldsmith, Kleiber, Blancafort, Palés, etc. Descansen en paz y armonía.
Y, los vivos, brindemos por un 2005 más libre.