Image: Arteta & Carreras

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Música

Arteta & Carreras

El Palau catalán reúne por primera vez las voces de la soprano y el tenor

20 diciembre, 2007 00:00

Ainhoa Arteta. Foto: Carlos García

Ainhoa Arteta y José Carreras actuarán por primera vez juntos. Será mañana en el Concierto de Navidad del Palau de la Música Catalán. Frente a ellos, se situará el Coro Joven del Palau y la Orquesta Sinfónica del Vallés, dirigida por el sobrino del tenor, Giménez Carreras.

En todos sus años de carrera, Ainhoa Arteta y José Carreras no habían compartido todavía un escenario. Pero el desencuentro de los dos cantantes va a finalizar mañana en Barcelona, donde la soprano guipuzcoana y el tenor barcelonés unirán sus voces en el Concierto de Navidad del Palau de la Música Catalán.

“Será una gala más que lírica, navideña”, aclara Arteta a El Cultural, que en las vísperas de un 2007 que agoniza, espera acabar también con un año especialmente duro para el que la música de estas fechas puede ser una buena terapia a la hora de afrontar un futuro en el que le aguardan nuevos proyectos. Por eso, aborda su actuación con Carreras -que incluirá desde los tradicionales Adestes fideles, Oi Bethleem y White Christmas hasta el Cantique de Nüel de Adams, Mille Cherubini in coro de Schubert, Der Zigeunerbaron de Strauss y el Ave María de Mascagni- como una principiante; algo parecido a lo que le sucede al tenor cada vez que pisa suelo barcelonés. “Cantar para la gente de mi ciudad implica una tensión mayor que hacerlo en el Metropolitan, La Scala o la ópera de Viena”, reconoce el tenor, recién llegado de Roma.

Sin embargo, por encima del nerviosismo, se impone la ilusión de intervenir en un espacio como el Palau, en vísperas de celebrar en 2008 su primer centenario. Y más aún, si se trata de la Gala del recinto, velada que el tenor ya protagonizó en solitario hace dos años con un programa que además incluía fragmentos de Chaikovski y Toldrà. “No hay un escenario tan entrañable como éste para un concierto de temática navideña. No sólo por la acústica, también por su atmósfera, que es inmejorable”, destaca Carreras.

La tradición
Esta vez, y casi como dicta la tradición, el Coro Joven del Palau y la Orquesta Sinfónica del Vallés, que se situará frente a su director titular y sobrino del tenor, David Giménez Carreras, serán los encargados de interpretar la música. Desde que tío y sobrino empezaran a trabajar juntos en 1994, cada vez que Carreras se pone bajo sus órdenes siente una emoción especial: “No puede ser de otro modo, lo he visto crecer como artista y ha demostrado siempre mucho talento y una gran seriedad profesional”. Es un sentimiento idéntico al que embriaga a Ainhoa Arteta cuando se refiere a su etapa vocal actual, que ella califica “de disfrute”.

“De unos años a esta parte, he conseguido encontrarme verdaderamente a gusto sobre el escenario y (casi) dominar el instrumento. Esto supone para mí un logro importante porque, de alguna manera, he dedicado gran parte de mi vida a intentar librarme de él para poder disfrutarlo y más que cantar..., contar”, aclara la soprano. “Al fin y al cabo, se trata de acercar al espectador una historia, hacerle partícipe de ella y sorprenderlo con algunos cambios”, añade.

Es precisamente a la hora de hablar del público y de la posibilidad de renovar las producciones operísticas para aproximarlas a nuevos espectadores cuando surge la Arteta más combativa. “Los títulos son siempre los mismos pero los directores de escena son los que más pueden aportar en ese paso hacia delante tan necesario para aproximar la música clásica en general, y la ópera en particular, a otros espectadores. Para eso no es imprescindible, pese a la opinión de algunos, modificar el libreto o la esencia de la historia”, puntualiza.

-¿Y qué ocurre con los recitales líricos, también cree necesaria la innovación en algún aspecto?
-Desde luego -afirma sin un atisbo de duda Arteta-. Habría que ir mostrando poco a poco otras maneras de hacer recital. Es cierto que está casi todo hecho, pero aún hay cosas que en España se verían como transgresoras, sin serlo en realidad, ya que están asimiladas en otros países como Alemania. Por ejemplo, se debería innovar en vestimenta y escenografía, e incluso pensar en escenificarlo más. En realidad, estamos contando algo y además de lo instrumental, son imprescindibles otros muchos elementos hasta ahora encasillados en la tradición. La misma de la que ha tratado de desligarse Carreras, que apoya la propuesta de presentar cosas nuevas al público, “sin renunciar por ello a la calidad musical o dramática”.

No obstante, el tenor, con una trayectoria que comenzó en 1970 en el Gran Teatro del Liceo con Nabucco y Lucrezia Borgia, sostiene que “salvo raras excepciones, el intérprete mejora con los años en algunas cosas, pero pierde frescura en la voz, agilidad y tesitura”.

Pasión por la música
A pesar de esas “carencias”, ambos mantienen intacta su pasión por la música, a la que identifican más que como una profesión, como la “esencia” de sus vidas. “Fíjese -confiesa la soprano-, últimamente me he planteado mucho qué significa para mí la música porque, cuando sufres una pérdida tan importante como la de una madre, o la vida te da un duro revés, te planteas muchas cosas... A mí, la música me está haciendo recuperar las ganas de seguir adelante y remontar. Cuando te dedicas a la música como profesión y ella se vuelve una parte imprescindible en tu vida, la haces más que para gustar al público, para ti misma”. De esos duros golpes frente a los que uno se siente impotente, sabe mucho Carreras, al que, rozando los 40 y en el instante más álgido de su carrera, le diagnosticaron una leucemia infloblástica aguda.

Salvar la situación
“En aquel momento tan delicado, mi condición de artista pasó a un segundo lugar. Pensé exclusivamente en salvar mi situación. Una vez superada, me planteé qué hacer con mi carrera y me di cuenta de que mis prioridades ha-bían cambiado. Empecé a valorar otras cosas”, confiesa.

Tras la gala lírica del Palau, a Arteta le espera un 2008 en el que habrá de enfrentarse a uno de sus retos más importantes hasta la fecha: Debutar, “por fin” -suspira-, en una ópera en el Gran Teatro del Liceo; será en Turandot, en el papel de la desdichada Liú. “Mi debut la temporada pasada en el Liceo en un recital rompió el hielo e hizo que me dieran esta oportunidad. Espero que no sea una cosa de entrar y salir, sino que sea un entrar para empezar un periodo de colaboraciones”. La siguiente pregunta se vislumbra casi obligada:

-Y el Real, ¿para cuándo?
-(Suspira de nuevo.) Sinceramente, no lo sé. Esa situación se está convirtiendo en algo “ridícula”. Ahora sí que ha habido posibilidades. Ellos me han ofrecido un papel pero estudiándolo muy a fondo con mi profesora no es para mi vocalidad. Yo tengo muchas ganas de entrar en el Real y sólo espero que algún día llegue ese papel y se desenrosque un poco esta historia que no tiene pies ni cabeza.

-¿A quién achaca usted la responsabilidad de su “no programación” en el coliseo regio?
-A los que lo dirigen. En ese sentido, yo tengo que respetar su opinión porque, al fin y al cabo, depende de su gusto y decisión. Lo que pasa es que, en este caso, se ha alargado demasiado la situación. Una década en la carrera de un artista, sobre todo española, que cotiza y se siente integrada en el mundo artístico de este país, es demasiado...

Al Liceo, Arteta sumará su vuelta al Metropolitan con La bohème, una obra que repetirá en su debut en La Scala, y su “serio propósito”de empezar a grabar, con Universal. “Es un compromiso que he adquirido conmigo misma y que me tiene muy preocupada”, apostilla. A su vez, José Carreras ultima una agenda de conciertos que parece no tener fin y en la que se acumulan sus confirmaciones para Viena, Sidney, Hong Kong, Beijing y Brasil.