De entre los muchos y variados talentos de Tomás Marco, el de compositor es sin duda el más destacado, pero le sigue muy de cerca otro que rara vez se señala. Marco es un libretista de primer orden, como ha demostrado en sus óperas sobre Becquer (Ojos verdes de luna), Homero (El viaje circular), Cervantes (El caballero de la triste figura) y Calderón (Segismundo), que es la que nos ocupa, además de en Selene. Marco entra en estas obras maestras con todo respeto y sin ningún complejo, una combinación que denuncia la profundidad de su mirada. Marco deja que oigamos el drama y el verso de La vida es sueño sin perdernos ni una sílaba. No se pone delante de Calderón, como hacen tantos, sino a su lado, lo que nos ofrece una visión desdoblada pero clarísima. La potente sencillez de su música dibuja con trazo muy leve personajes y situaciones, dando por resultado una ópera pequeña -¡de bolsillo!-, pero transparente, a través de la cual descubrimos un universo entero. La producción discográfica está cuidadísima. José Luis Temes saca todo el partido a un pequeño conjunto en el que destacan las voces del contratenor David Azurza y el actor Manuel Galiana.