Duquende
Cuando canto bien no me importa perder la vida
27 marzo, 2008 01:00París, un concierto y flamenco de alto voltaje. Estas son las credenciales de la nueva entrega discográfica de Duquende, un tra bajo de serena y reflexiva madurez en el que no faltan guiños a maestros como Camarón o Paco de Lucía. El cantaor confiesa a El Cultural las claves de su momento creativo, algunas anécdotas de sus conciertos por Europa y su papel dentro de la generación que le arropa.
Duquende. Live in Cirque d’ Hiver Paris es una obra de la que emana un clasicismo bien digerido y de la que se desprende el sosiego y la ponderación, la búsqueda continua sin perder el hilo con el fin de alcanzar el aliento expresivo más profundo, aunque su autor siga teniendo un metal de voz de perturbadora similitud con el de Camarón. No importa, ya que fue el de la Isla, su ídolo y maestro sagrado, quien cierto día, en un festival flamenco celebrado en Badalona, lo presentó al respetable y él mismo lo acompañó a la guitarra, cuando Duquende sólo contaba nueve años.Así que, consagrado por la cercanía mágica del mito que lo acogió en sus brazos, y con su apoyo incuestionable, Juan Cortés Santiago, Duquende (Sabadell, 1965), hijo de familia nómada, inició su propio camino tratando de indagar en horizontes que se le presentaban como metas de escandalosa complejidad. "Fui consciente de que en mis comienzos era una persona inmadura -señala a El Cultural-, pero sabía que tarde o temprano se fijarían en mis posibilidades, en mi capacidad de afinación y en la velocidad de mi timbre para desarrollar con soltura los innumerables matices. Pero con los años, que es lo que te otorga la solera y la sabiduría, uno va asimilando lo que es el flamenco y sus dificultades, hasta conseguir el equilibrio necesario de sentarte a cantar y hallarte a gusto para ofrecer a los que te oyen lo que tienes en ese momento".
Duquende con la guitarra de Tomatito (1993), En un ratito (1998) o Samaruco (2000) son algunos de los discos publicados por el cantaor, que en 1997 fue requerido por Paco de Lucía para formar parte del conjunto que lo acompañó a lo largo de seis años. "Es la experiencia más grande que he tenido en mi vida. Una noche me llama y me pide que me uniera al grupo en Alemania, y al día siguiente estaba allí como un clavo, sirviendo al maestro. Desde el principio me preguntaba qué estaba aprendiendo de él, pero el tiempo te lo da todo y llegué a la conclusión de que era como el capitán y nosotros sus copilotos y todos volábamos en una nave espacial encima de la gente. Paco me enseñó muchas cosas, entre ellas saber estar en el escenario y transmitir la magia de la música".
Las giras con Paco de Lucía. Refiriéndose al constante trasiego de los flamencos por todo el mundo, existen algunas frases alusivas, como la que dice que viajan más que una azafata. En el transcurso de estas giras con Paco de Lucía, atravesando innumerables países, pasando de un continente a otro y actuando en lugares lejanos, pueden ocurrir situaciones ciertamente inverosímiles. Duquende cuenta con la emoción de los recuerdos vivificados, aquellos que cobran una dimensión actual y palpitante al ser narrados de nuevo, que antes de pasar al escenario del gran teatro de una ciudad alemana, se dio un terrible golpe que le partió la ceja. Inmediatamente le practicaron una sutura provisional y salió a cantar.
El momento de la seguiriya. El espectáculo lo hizo íntegro, sin el menor problema, "pero cuando llegó el momento de la seguiriya, que la hago al nueve por medio, del esfuerzo empecé a sangrar como un toro, aunque el público pensó que se trataba de un truco. Paco, sin dejar de tocar, me indicaba que me fuera, ya que parecía que me iba a morir sobre las tablas. A mí me daba igual, estaba cantando como nunca y no me importaba perder la vida, mientras los músicos me miraban aterrados. Esto es algo que nunca olvidaré".
Perteneciente a esa suma esplendorosa de artistas flamencos nacidos en Cataluña, todos ellos hijos de la emigración, entre los que están los hermanos Cañizares, Mayte Martín, José Luis Montón, Montse Cortés, Pedro Sierra, Chicuelo, Miguel Poveda o Juan Ramón Caro, Duquende conoce al público francés, y en concreto al de París, donde en 1995 ofreció una serie de conciertos en el Teatro de los Campos Elíseos. Live in Cirque d'Hiver Paris tiene para él la importancia del directo. "Existe el miedo y surge la inspiración. Ahí, en ese contacto cálido con el auditorio, es donde se ve al cantaor en toda su verdad y grandeza". Considera que es un disco de madurez para una ocasión especial, ya que se sentía motivado en el escenario, a pesar de que sabía que el concierto se estaba grabando. "Porque antes era como un salvaje, que empleaba la fuerza cuando no me sentía bien; ahora ha aumentado mi potencial reflexivo y estoy más conmigo mismo".