Image: Shostakovich se proyecta en el Auditori

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Música

Shostakovich se proyecta en el Auditori

26 junio, 2009 02:00

Un Perro andaluz de Buñuel, con música de BCN 216

Diego Masson dirigirá el martes al conjunto BCN 216 de David Albet. Será su particular despedida de la temporada del Auditori con La nueva Babilonia, partitura que Shostakovich escribió para la película homónima de Kozintsev y Trauberg.

El próximo martes, poco después de su esperada colaboración con Lars Horntveth en el Sónar y antes de su tradicional cita en el Festival de Portaferrada (donde el año pasado acompañaron a Ute Lemper), 24 integrantes de BCN 216, dirigidos por Diego Masson, abordarán lo que ellos mismos han definido como un "manifiesto contrapuntístico entre música y cine mudo". Sobre los atriles, La nueva Babilonia, partitura que Shostakovich escribió para la película homónima de Grigori Kozintsev e Ilya Trauberg de 1929. Fecha que, por esta vez, no aludirá a las vicisitudes del crack ni a sus alegóricas consecuencias.

El filme, de hora y media de duración, toma el nombre de unos lujosos almacenes de París, donde trabaja una mujer que terminará convirtiéndose en vehemente instigadora de la Comuna de 1871. Para invocar esta atmósfera, Shostakovich utilizó piezas de sesgo revolucionario: del repertorio francés -no es difícil reconocer cadencias de La Marsellesa-, del famoso Cancán del Orfeo en los infiernos y fragmentos de La bella Helena de Offenbach o de la mismísima Internacional.

La mayoría de los acompañamientos musicales que se hacían para películas mudas estaban al servicio de las salas y, por lo tanto, su principal cometido era imponerse al bullicio del público y unos ruidosos proyectores. "Los músicos de las salas estaban acostumbrados a este ambiente -explica a El Cultural David Albet, flautista, cofundador y director artístico de BCN 216-. Venían de la tradición de la ópera, que era un follón donde lo de menos era enterarse del argumento". No ocurre así con una música que Shostakovich consigue imprimir en el celuloide. Tanto que en La nueva Babilonia el montaje -quintaesencia del cine que estilaban los formalistas rusos- alcanza en los leitmotivs musicales su punto de ebullición: saltos de eje, composiciones diagonales y cámaras en mano se integran en un todo homogéneo y expresivo en el que la palabra no sólo no se echa en falta, sino que está de más. "Es la magia de la música -apunta Albet-. Que no necesitas unas gafas para ver en tres dimensiones. Sólo ser lo suficientemente paciente como para que ésta te invada".

Percusión bajo llave.
Se ha elucubrado mucho sobre el origen del 216 que acredita al grupo barcelonés como uno de los conjuntos instrumentales más versátiles y plurales del panorama camerístico. Hipótesis no exentas de esoterismo -como que el número resulta de multiplicar tres veces seis- o paralelismos literarios con el planeta que habita El principito de Saint-Exupéry. "En realidad -desmiente Albet- 216 era el número del aula del conservatorio en el que se guardaba la percusión. Lo primero que hacíamos cada mañana era pedir la llave y encerrarnos durante horas para ensayar". Veinticuatro años después de su fundación, BCN 216 ha roto la frontera del aficionado y ya se llena los bolsillos de fans que, afines a sus propuestas, no atienden a edades ni perfiles medios. Siguen siendo los mismos -"pero con más canas"- que cuando en 1994 se asomaron por primera vez al Sónar.

Servirá Shostakovich de despedida a una temporada que ha incluido gira británica con Murcof, una grabación con Alva Noto, varios encargos de compositores -caso de Kaija Saariaho- e importantes colaboraciones, siempre como conjunto residente del Auditori barcelonés. "Seguimos rompiendo diques. La gente va entendiendo que, más allá de los géneros, música sólo hay una: la buena". Para después del verano, se esperan nuevos experimentos con reactables, theremines o acuófonos al lado de formaciones de primera categoría. "¿Cuarteto Casals? Resulta curioso que ayer mismo estuviéramos hablando de una posible colaboración. Pero no puedo adelantar nada".