La directora australiana Simone Young. Foto: Klaus Lefebvre

La directora australiana Simone Young. Foto: Klaus Lefebvre

Música

La australiana Simone Young se sumergirá en la 'Praga' de Mozart al frente de la OCNE

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Regresa al podio de la Nacional, al que accedió por primera vez, si la memoria no nos engaña, en 2014, la directora australiana Simone Young (Sidney, 1961). En esa y siguientes intervenciones con nuestros conjuntos (con el Coro trabajó en el Te Deum de Bruckner) ha venido mostrando sus innegables y no siempre positivas cualidades, que han ido definiendo un estilo, una actitud y un talante.

Y que han marcado una innegable y firme evolución que pudimos apreciar en su última visita, en mayo de 2023, en la que ofreció un concierto muy interesante que incluía obras de Pärt, Chin y Chaikovski. De este último aplaudimos una muy bien construida Sinfonía Patética.

En esta ocasión la directora nos brindará, los días 10, 11 y 12 de enero, la nada fácil y magistral Sinfonía nº 38, Praga, de Mozart, esbelta, enjundiosa, de un melodismo cordial y un airoso contrapuntismo, y la Sinfonía nº 3, Canto de la noche, de Szymanowski, música formidable, en la que se dan cita, a modo de precipitado, las diversas influencias recibidas, e inteligentemente sintetizadas, por el compositor: impresionismo francés, trazos del Stravinski de La consagración de la primavera, formulaciones extraídas del folklore de su país, gotas del misticismo de Scriabin… En ella, además de un coro, se incluye una voz de tenor (o de soprano), que es aquí Tomislav Muzek.

Young nos mostrará de nuevo su gesto amplio, de batuta volandera, de brazos muy activos, de sinuosas anacrusas. Dibuja con seguridad, aunque da la impresión de que en su juego falta siempre algo de precisión, de exactitud, de análisis orientado a una adecuada conjunción de elementos; y de clarificación de líneas y de texturas, lo que motiva a veces que nos parezca que deja algo por atar, por conjuntar, por rematar, por definir.

Pero siempre evidencia buenas dotes constructoras, adecuado engarce de periodos, claridad gestual —con un molesto y espasmódico movimiento continuo— y sentido rítmico acendrado. No suele haber en ella delicadezas líricas ni especial lirismo poético, pero sí orden y correcta disposición de acontecimientos.

En Bayreuth apreciamos en su mando un control, un sentido de las progresiones y una solvencia inesperadas

Características que hemos podido ir apreciando en ella poco a poco y que encontramos muy bien dispuestas y administradas en su última actuación en el Festival de Bayreuth hace unos meses, donde se enfrentó a la Tetralogía wagneriana. Apreciamos en su mando un control, un sentido de las progresiones, una soltura en la administración de las dinámicas y una solvencia inesperadas.

Se ve que con la edad va avanzando y que las muchas horas en el podio le han servido para algo. En el curso de una actividad casi imparable y que la ha llevado a los estudios de grabación y a las salas de concierto o teatros de ópera de manera paulatina.

Muchas de sus actuaciones han sido grabadas por el sello Oehms Classics. En él encontlideramos registros muy variados. Por ejemplo, el de las cuatro óperas del wagneriano El anillo del Nibelungo, las nueve Sinfonías de Bruckner, las cuatro de Brahms, varias de Mahler... Siempre con la Filarmónica de Hamburgo.