En estos pentagramas, generalmente sonrientes, está el Schubert menos trágico, el embebido en el paisaje, aquél que contemplara en el histórico viaje que realizara a Steyr en 1819. En el Andantino aparecen cinco variaciones sobre el famoso lied La trucha (Die Forelle, D 550). Frank Braley, piano, Renaud Capuçon, violín, Gérard Caussé, viola, y Gautier Capuçon, cello, nos sirven una interpretación muy clara, sabiamente delineada y esculpida, musical y cuajada de detalles. La composición es expuesta con sencillez, de manera íntima y recogida, muy camerística y también con innegable asepsia. Falta el empuje, el impulso, la gracia popular de otras recreaciones. El disco se completa con dos composiciones para violín y piano: las Variaciones sobre el lied Trockne Blumen D 802 del ciclo La bella molinera, que Schubert preparó para flauta y piano, y la transcripción de otro lied, Litanei auf das Fest aller Seelen D 343. Renaud Capuçon y Frank Braley las tocan muy bien. Son novedad en la discografía.