Zacharias continúa su serie de conciertos para piano mozartianos en su doble faceta de teclista y director al frente de la dúctil Orquesta de Cámara de Lausana. En el disco figuran dos partituras contiguas, aunque bien distintas, las números 19, en fa mayor, y 20; en re menor. La primera es realmente exuberante; la segunda es enormemente sombría, como apunta ya desde el principio con sus misteriosas síncopas de violonchelos y contrabajos, que tanto recuerdan el mundo enigmático y sobrenatural de Don Giovanni.

Las interpretaciones del pianista y director de orquesta alemán son vivas, jugosas, precisas de ataques, finas de acentos, animadas de tempi, claras de planos, con las líneas de contrapunto tan bien acabadas y definidas, con ese arte tan complejo de lograr el equilibrio entre las distintas voces, las del teclado y las de la orquesta, y con esa habilidad para colorear y matizar cada frase en un discurso que bordea varias veces el abismo en la obra en menor. Pero cada composición tiene lo suyo y, de este modo, podemos embebernos en lo exultante del Concierto nº 19 y en los toques trágicos del nº 20. Grabación de referencia hoy.