Image: 111 años del sello amarillo

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Discos

111 años del sello amarillo

Deutsche Grammophon celebra el aniversario con clásicos y últimos fichajes

11 diciembre, 2009 01:00

Mauricio Pollini, Herbert von Karajan y Plácido Domingo

Este mes de diciembre, Deutsche Grammophon celebra sus 111 años con tres cofres de música y vídeo donde se recogen los clásicos de la historia y sus últimos fichajes. De Karajan a Dudamel. Además, su nueva web sirve de inventario a grabaciones descatalogadas.

Los Dálmatas eran 101, pero los años y los artistas de Deutsche Grammophon son 111, por la gracia de Dios y por el capricho del marketing, que ha decidido festejar a la firma y relanzar stocks sobre la base de tan ‘capicuística’ fecha. No prescindamos de la obviedad: son todos los que están -bueno, casi todos-, pero no están todos lo que son.

La conmemoración se distribuye en tres álbumes: amarillo, para todos los públicos y bolsillos, con 111 artistas repartidos en 6 CDs, a media de 3 minutos per capita, y que son algo así como los 40 Principales de la empresa; rojo, para mayores de edad, 55 CDs, en donde los 111 de la fama se tienen que entremezclar para salir en foto, y no todos lo logran, porque aquí sí se trata de versiones completas, con grabaciones de antología, unas, y de circunstancias, otras; y blanco, "no para cualquiera", que diría Harry Haller, verdadero cofre del tesoro en donde se deja de cuotas, porcentajes y milongas para encofrar algunos momentos estelares de su archivo audiovisual.

Empecemos por el final, el blanco, los 11 DVDs. Cuatro, casi cinco, de los mismos entran en el anclaje de la historicidad: el Don Giovanni de Mozart por Furtwängler en Salzburgo, en el último año de su vida; el Requiem de Verdi por Karajan (La Scala, 1967), filmación de Clouzot, con un cuarteto irrepetible (Price, Cossotto, Pavarotti y Ghiaurov), y con esos ojos del director que se abren como chispas ante un levísimo despiste del coro en el Dies Irae y que debieron de mandar al erebo a algún corista; el Caballero de la Rosa de R. Strauss, por Carlos Kleiber (ópera de Múnich, 1979), acaso la mejor interpretación de una ópera en décadas; la realización de West Side Story con el propio Bernstein en Nueva York (1984), blasfemias en italiano incluidas; y, ¿por qué no?, El lago de los cisnes con Fonteyn y Nureyev en la ópera de Viena en 1966.

El álbum rojo tiene, en realidad, 51 grabaciones, porque cuatro de las mismas requieren doble CD: las Suites para violonchelo solo de Bach por Fournier de 1960, que unieron a tirios y troyanos a la hora de buscar una versión de referencia, Casals comprendido; las Vísperas de Monteverdi con Gardiner (¿es, de verdad, lo mejor que hizo para DG?); la Misa en si menor, Bach de nuevo, con Karl Richter en Múnich en 1961, hoy interpretativamente discutible pero históricamente incontestable; y los Nocturnos de Chopin con Pires (Barenboim, mismo sello, años atrás, pudo no ser tan exquisito, pero dijo más).

Web a los 'olvidados'
Y cuando a dos cuerpos de la portuguesa, las cosas del orden alfabético, llega otro Chopin, el de Pollini con los Estudios, 1972, el mundo se abre a los pies de todos los demás pianistas. Jochum no está con Bruckner, sino con Orff, lo cual es comprensible pero no vinculante, Karajan figura con la incuestionable Novena beethoveniana del 62 (es ya uno de los clásicos de la historia del disco), Kempff con Conciertos (también Beethoven) y eso es justo y necesario, Domingo hace pareja con Giulini y el resultado es (fue) de campeonato, Kubelik transita por Dvorak (otra quiniela de 14), Fischer-Dieskau está representado, intocable, por el Viaje de invierno de Schubert junto a Moore, Markevitch (otra joya) es recuperado con su Sinfonía fantástica de Berlioz del 61, … y nuestros Berganza, Yepes o Zabaleta, que horas de gloria y marcos de entonces dieron al sello germano se quedan en el limbo, ausentes. O, no se sabe qué es peor con tal agravio comparativo, presentes un poquito, en el álbum amarillo, con 4 minutos de Carmen (ella), y 5 y 4 ellos, respectivamente. Eso sí, Gustavo Dudamel, Anna Netrebko y Rolando Villazón (y Grimaud, y Hilary Hahn, y Carmignola…) tienen CD completo. Pero hay que consolarse: Levine sólo consigue los 4 minutos del Finale de la Sinfonía Clásica y el Cuarteto Lasalle el mismo cronómetro con una Canzonetta de Mendelssohn. Cosas veredes, Sancho.

Pero si todo esto no le vale al melómano insaciable, se le puede dar un consejo: que se dé un paseo por la DG Web Shop en internet (www2.deutschegrammophon.com) donde la compañía ha ubicado, para adquisición física o descarga, una parte inmensa de su inventario, incluyendo grabaciones descatalogadas, varias de ellos sobradamente dignas de estar en los 111 de la fama, o sea, la forma de compensar una cosa con otra.