La furia barroca sigue causando estragos. El último en apuntarse a esta irresistible tendencia ha sido Daniel Hope, uno de los violinistas-estrella del momento. El inquieto y virtuoso inglés se ha sumado con la misma pasión al emocionante proyecto de Anne Sofie von Otter sobre el campo de concentración de Terezin que a los pentagramas del siglo XVII y XVIII. Y lo hace con una propiedad estilística, un sonido y una articulación que harían palidecer al mismísimo Fabio Biondi. Con el concurso de unos excelentes instrumentistas -muchos de ellos pertenecientes a la Orquesta de Cámara de Europa-, Hope nos ofrece unas versiones llenas de vitalidad, impulso rítmico y vigor, tanto de piezas archiconocidas, como el
Canon de Pachelbel o el
Aria de la
Suite en re de Bach (que, de este modo, suenan como si las escucháramos por primera vez), como de otras de Andrea Falconieri, Biagio Marini o Francesco Geminiani, incluyéndose hasta una
Ricercata del español Diego Ortiz. Una experiencia realmente apasionante.