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La zarzuela La Clementina, estrenada en la sala del palacio de los Osuna-Benavente de Madrid en 1786, es uno de los pocos frutos escénicos de Luigi Boccherini y marca una sorprendente capacidad del autor para, sobre jugoso texto de Ramón de la Cruz, elaborar una partitura ágil y desenvuelta, fluida, en la que las arias, dúos, tríos y conjuntos son tratados con la técnica y disposición heredadas de Alessandro Scarlatti, aunque entreverando el tejido de aires y temas de origen hispano. Algunos recitativos acompañados, ciertas modulaciones nos acercan a Mozart, cuyas Bodas de Fígaro son sólo unos meses anteriores.

La obra ha conocido tres modernas ediciones: la de Gallego y Torres, la de Marín (ambas representadas en el Teatro Español de Madrid) y la que se recoge en esta primera grabación mundial, procedente de unas representaciones del Festival de Música Antigua de Aranjuez de 2008, y que se debe a Juan Pablo Fernández-Cortés. En torno a la orquesta de instrumentos de época, de fresca y rústica sonoridad, dirigida con vitalidad y gracia por Pablo Heras-Casado, se reúne un muy decoroso plantel vocal del que sobresalen la finura y clase de la soprano Sonia de Munck y el arte ligero del tenor David Alegret. Hay poca variedad tímbrica entre las cuatro féminas, todas sopranos, no siempre fáciles en al agudo. No se ofrecen las partes habladas, propias del género, con lo que nos quedamos sin escuchar a los actores Andrés Amorós y Javier Ortiz. Dada la escasa duración, igual se hubieran podido incluir.