El Casals se ha colocado en pocos años a la cabeza de los jóvenes cuartetos europeos. Poseen sus componentes una personalidad sonora muy peculiar, un tanto áspera y metálica, y son amigos de furibundos ataques, en ocasiones desequilibrantes. Sus desarrollos, siempre agresivos, pueden perjudicar el sentido de las proporciones y, pasajeramente, la afinación. Peligrosa manera de tocar, que procura, en contrapartida, resultados muy notables y en algunos casos brillantes.Verificamos esto último en la interpretación de estas dos obras de la ejemplar colección schubertiana.
La agrupación calibra perfectamente las intensidades para que se escuchen las voces intermedias e impulsa los graves gracias a la energía del chelo de Arnau Tomás; y encuentra momentos de rara y atractiva irrealidad, como sucede en el Trío del Scherzo del
Cuarteto n° 15, partitura que se ve envuelta en una atmósfera precisa, que no deja de tener a veces curiosas luces expresionistas. Un estupendo disco, que preludia una esperada integral.