Teatro

Doblemente sabias

31 enero, 1999 01:00

Dos producciones diferentes de "Las mujeres sabias", de Molière, se estrenan esta semana en Madrid y Barcelona. Ambas versiones plantean la obra como una sátira de las costumbres de la naciente burguesía, más que de las mujeres "cultas".

Estrenada en el Palais Royal el 11 de marzo de 1672, "Les Femmes Savantes" es una comedia de moral social en la que el burgués -y no las mujeres- es el verdadero objeto de escarnio. Molière lo condensa en una oposición y en una fórmula, visibles ambas en el contraste entre Clitandre y Chrysale. El primero es exponente de lo aristocrático; el segundo, un mal remedo de ello y, por eso mismo, un sinónimo de todo lo burgués.
Escrita en la segunda mitad de 1670 y, al parecer, en sólo quince meses, "Las mujeres sabias" se inspira en personajes y hechos de la década inmediatamente anterior, que el público podía identificar y reconocer. Se ha pensado que Molière aludía a la tertulia de la Marquesa de Rambouillet y que Philamine era, en realidad, Madame de la Sablière. Pero ninguna de estas suposiciones parece acertada ni cierta.
Lo que se acepta hoy es que el blanco de las críticas lanzada por Molière era el abad Cotin, un personaje famoso en los salones de la época y al que Boileau en 1665 había dirigido una de sus sátiras: la III. Cotin había contestado en 1666 con un libelo, en el que se zahiere también a Molière. Según cuenta el abad d’Olivet, en 1666, Cotin había dicho, en la tertulia, de la Rambouillet, que "El Misántropo" ponía en duda el buen nombre del Duque de Montausier. Molière tuvo que dar una expliación al Duque y le leyó la obra para que él mismo juzgara. Era un momento delicado, porque, tras "Tartufo", su autor se encontraba en una incómoda y difícil situación. Tal vez por eso esperó varios años para responder debidamente al mediocre y pedante Cotin, que entre tanto, había tenido varios altercados literarios con Gilles Bolileau y con Ménage.
Cotin se convierte así en la base de esta comedia, hasta tal punto que Madame de Sévigné, en una carta del 9 de marzo de 1672, llama a la obra "Tricotin". Los elementos de la realidad social en que Molière se inspira, son los cambios producidos entre 1660 y 1670 y, en concreto, los relativos al amor "précieux" y al amor "galant" y a la serie de obras que sobre el tema de la mujer y el conocimiento que entonces se publican: "La Apologie de la Sciencie des dames" (1662), la lista de setenta damas notables por su saber que recoge de la Forge en una obra de 1663, titulada "Le cercle des femmes savantes", el libro de Jacquette Guillaume, "Dames illustres" (1665) y los "Eloges des illustres savantes" (1668) de Marguerite Buffet. Pero no sólo eso: también los cursos públicos de filosofía, ciencias exactas y moral que, para las damas, organizan divulgadores como Richemond o Lesclache.

Coincidencias
Molière, en cierto modo, reescribe las "Preciosas ridículas", con la que "Las mujeres sabias" tiene no pocas coincidencias y desarrolla personajes de la primera en la segunda pero para la estructura de la intriga, recurre al esquema del "Tartufo". Por eso Trissotin no aparece en escena hasta el tercer acto, después de haber sido descrito por Clitandre y Chrysale, en el primero y en el segundo, y el parlamento entre Trissotin y Henriette, del quinto, sigue el patrón del que hay al inicio del cuarto acto del "Tartufo". Así lo vió un espectador como Donneau de Visé en un artículo fechado el 25 de mayo de 1672. Molière en el amor, se muestra partidario de "los nudos de la carne" y de "las cadenas corporales", más que del matrimonio con la filosofía. Por eso pone en boca de Martine una frase como "los libros cuadran mal con el matrimonio", con lo que se mostraba crítico -pero sólo en lo relativo al empleo del verbo "cadrer" en labios de una criada- el Conde de Bussy.
Pero el objetivo de su ataque no es ese sino Trissotin; es decir, Tricotin, un nuevo Tartufo, un falsario de la cultura cuyo apetito máximo es el brillo social y no el saber. Por eso lo fustiga: Molière censura a los pedantes, no a los sabios, y arremete contra los pseudointelectuales y los eruditos de salón. No condena la ciencia ni la extensión del saber entre las mujeres: sólo marca sus límites.
Como dramaturgia, "Las mujeres sabias" contiene innovaciones que la aproxima al género de la comedia-ballet; respeta las unidades de lugar y de tiempo; y excluye el monólogo, contra el que se había pronunciado el abad d’Aubignac. El registro cómico resulta muy variado y el lenguaje contribuye a ello. Molière se sirve del "patois" rural de L’Ile de France y juega con las homonimias: la más famosa de ella es la pronunciación de "grammaire" como "grand-mère". En cuanto a las fuentes, parece haber conjugado y fundido no una sino muchas: "Le cercle des femmes" (1656) de Chapuzeau, "No hay burlas con el amor" (1637), de Calderón, la "Comédie des académistes de Saint -Evremontd, "La suivante" (1634) de Pierre Corneille y "Les visionnaires (1637) de Desmarets de Saint-Sorlin. Molière -como todos- no es uno sino muchos que nunca tienen el mismo yo.