Teatro

"El texto es el origen del teatro"

Helena Pimenta

14 febrero, 1999 01:00

Helena Pimenta y su grupo Ur Teatro se dieron a conocer hace ocho años con una versión de "Sueño de una noche de verano" que cautivó al público y la crítica y supuso el inicio de una trilogía sobre Shakespeare que cierran con "Trabajos de amor perdidos". Antes de que la compañía abandone por un tiempo a l bardo inglés, presenta ambas piezas en La Abadía de Madrid.

Por su acento se diría que esta salmantina afincada en San Sebastián y que trabaja en Rentería es gallega. Pero eso le viene de un padre portugués que, influenciado por las afinidades históricas que lusos y británicos han mantenido, bien podría haberle fomentado en su pasión por el inglés indiscutible. Pero no, su devoción a Shakespeare se la debe a sus estudios de Filología Inglesa y su entrada en el teatro, a un empleo de profesora en el País Vasco durante el cual enseñó idiomas desde un escenario. Así se hizo directora de un grupo amateur que devino profesional bajo el nombre de Ur Teatro.
-¿Por qué se presenta en Madrid con las dos obras?.
-Por un lado, "Trabajos de amor perdidos" significa el cierre de una etapa y para nosotros era bastante oportuno que estuvieran juntos el primero y el último título de la trilogía. Así se podrá ver la evolución de nuestro trabajo al revés, pues primero se representa "Trabajos de amor perdidos", nuestra última producción, y después "Sueño de una noche de verano".
-¿Cómo ha evolucionado su lectura de Shakespeare a lo largo de estos tres montajes?.
- Para mí Shakespeare es más que un autor. Es una referencia esencial, puede que haya imperfecciones en algunos de sus textos, según sus etapas, pero es fundamental en mi trayectoria y sigue siendo alguien inabarcable. A medida que avanzo en su obra, descubro que sé menos. Cuando estudiaba Filología, tenía un conocimiento más académico. Luego, en 1987 hice "Shakespeare", un espectáculo que era un compendio descarado y loco de varias de sus obras. "Sueño..." es una visión muy intuitiva y apasionada. Con "Romeo y Julieta" hice un esfuerzo más racional y en "Trabajos de amor perdidos" intento mezclar las dos tendencias, pero con mayor experiencia y técnica.

La más original
-La evolución de Ur Teatro a la hora de llevar a escena los tres títulos de Shakespeare ha sido inversa a la del autor. De hecho cierran la trilogía con la obra que se supone fue la primera que escribió.
-Las tres obras pertenecen a una etapa muy temprana del autor. Creo que tienen mucho en común. "Trabajos..." es la más original de todas porque la trama no fue copiada, sino inventada.
-Desde que estrenaron "Trabajos..." la pasada primavera, ¿ha sufrido muchos cambios?
-Sí, duraba dos horas y media y ahora dura algo menos, con lo que he eliminado algunas escenas. Ha habido un ajuste con el público y la actuación tiene más claridad y un ritmo más equilibrado.
-¿Tiene una estimación media de cuánto dura un montaje?
-Hasta hace poco me lo planteaba pero ahora tengo la impresión de que depende mucho del contexto. Para nosotros, que vivimos en provincias, los espectáculos son de largo recorrido, en el sentido de que dependemos de las giras y, por tanto, se alargan los tiempos. Para mí es importante que un buen texto se monte con la intención de que tenga un rodaje largo, que no sea menor de un año, para darle la posibilidad de que crezca. Con "Sueño...", que lo estrenamos en 1992, hemos tenido una gira larguísima, de tres años, y después hemos seguido haciéndolo. Tuve miedo, cuando lo retomamos para la Expo de Lisboa, de que estuviera viejo. Y ¡qué va!, para nada, por eso se mantiene. Nos ha dado un juego fantástico. Pero creo, que la duración no depende tanto de los méritos del propio espectáculo como del cansancio de sus protagonistas.

Adaptar los clásicos
-El director británico Declan Donnellan opina que para llevar a escena a los clásicos y no hacer arqueología "hay que castrarlos" ¿Está de acuerdo o prefiere acercarse a ellos con más respeto?
-Hay que hacer lo que se sienta. Yo como persona que vive en el siglo XX tengo que establecer un puente entre mi experiencia y la del autor. Hago una lectura muy cercana a los tiempos actuales, con una propuesta estética que también es de nuestros días. Creo que hay que tener un conocimiento previo importante de la obra, tener mucha formación e información y luego hacer la trasposición que uno considere. Ese trabajo lo entiendo como un ejercicio de responsabilidad con el teatro.
-En"Trabajos..." usted introduce el cine precisamente en una escena en la que se representa una pieza de teatro dentro de la obra
-Lo hago por una cuestión medios, ya que hubiera necesitado muchos actores para poder hacerla. Después, yo había concebido la obra con una cierta analogía con el mundo del cine. Digamos que la estética de toda la obra va un poco colindante con el mundo del cine. En la obra, los actores son insultados directamente por su público. Me parecía paradójico que fuera a través de una pantalla porque son precisamente los actores de cine los que no pueden ser insultados. Era un homenaje al cine pero reivindicando la especificidad del teatro, en el que los actores son más vulnerables porque están frente al público.

Adiós a Shakespeare
-Tras este trabajo ¿el grupo abandona a Shakespeare?
-Sí. Queremos darnos un tiempo de reflexión, para procesar todo lo que ha ocurrido y hacer proyectos diferentes.
-¿Y hacia dónde apuntan?
- Una constante en nuestro trabajo es el teatro de texto y la idea de alternar clásicos con contemporáneos. Así que hay una búsqueda relacionada con el mundo del texto. Mi problema es que tengo que equilibrar mis gustos con un sistema de producción. Podría dirigir tres montajes al año y habría cabida para montar autores clásicos, contemporáneos y autores vivos. Dentro de la compañía eso es imposible. Por eso buscamos nuevas fórmulas de producción.
-¿Comparte la idea de que volvemos al teatro de texto?
-Hubo un momento en el que para poder indagar en otros lenguajes, se dejó de lado el texto. Sí, es un momento de vuelta al texto aunque yo no abandonaría otros lenguajes que pueden contribuir a clarificarlo. Afortunadamente, creo que ahora tampoco se defiende el texto por el texto. Además, las personas que forman los equipos están cada vez más formadas en diversas disciplinas. A mí el texto me parece vital en el teatro. Creo que es el padre o la madre del teatro, el origen de todo. El autor ofrece una lectura y, eso, es una de las propuestas más generosas que se pueden hacer. Luego, el siguiente protagonista es el actor. Los demás somos intermediarios.
-¿Cómo funciona Ur? Son independientes pero reciben bastantes ayudas públicas.
-Las ayudas varían mucho. Hasta hace poco teníamos el apoyo del Ayuntamiento de Rentería, que nos prestaba el local de ensayo, pero hace un mes que nos lo han retirado. También estamos concertados con el Ministerio de Educación y Cultura y hemos recibido apoyo del Gobierno vasco y la Diputación. -Pero ¿puede una compañía estable vivir sin ayudas oficiales?
-La compañía es estable y está formada por nueve personas, entre actores, técnicos y dirección artística. Lo que intentamos es buscar una fórmula que permita a los fijos dejar la compañía para llevar a cabo proyectos tan sencillos como es tener un hijo, que resulta complejísimo. Además, nos gustaría dar paso a gente nueva. Es una compañía que se toma su tiempo, que está preocupada por ofrecer un producto de calidad que no sea fruto de la casualidad. En este sentido, es cada vez más difícil vivir sin ayudas. A veces creo que estamos un poco anticuados, que pecamos de ingenuos porque nuestra visión no se adapta a estos tiempos. Me pregunto por qué ahora hay menos grupos, por qué se hacen proyectos menos estables, es como si nosotros fuéramos contra los acontecimientos.