El juego del amor y del azar
Pero de todo ello, el montaje de Pep Anton Gómez toma sólo lo esencial. La mirada del joven director y traductor -que antes ya había versionado al dramaturgo francés en "La doble inconstancia"- se queda con las simpáticas situaciones, actualiza el lenguaje y las referencias argumentales y lo sirve todo en una escenografía geométrica y minimalista que no hace sino subrayar el trabajo de los actores. Y los actores son todo un descubrimiento. En especial Gavina Sastre (Silvia) y Mariona Anglada (Laura). La primera, cargando su interpretación de matices, ritmo, dominio del espacio escénico. La segunda, demostrando especial talento en accionar los resortes cómicos de su personaje.
La dirección de Gómez resalta el carácter lúdico del texto e impone un ritmo agilísimo, que el público disfruta de principio a fin.