Teatro

Potestad

28 febrero, 1999 01:00

Autor: Eduardo Pav lovsky. Intérpretes: Susana Evans y Eduardo Pavlovsky. Teatro: Triángulo. Madrid.

Eduardo Pavlovsky, vestido de calle, se sienta en una silla en el centro de la escena vacía y comienza a contar un cuento, que nada más empezar provoca la risa del público. La historia la podría haber vivido cualquier persona: un matrimonio con su amor desgastado por el paso de los años y con una hermosa hija pasan tranquilamente la tarde de un sábado. En sus comentarios jocosos no hay parodia, ni sarcasmo, no hacen más que corroborar datos de nuestra condición, de la dificultad de mantener la llama viva del amor.
Pero lo que se presenta como un monólogo divertido, sufre un vuelco repentino para convertirse en una tragedia atroz: la de los miles de desaparecidos en Argentina durante la Dictadura. Las risas quedan congeladas.
"Potestad", escrita en 1985, sigue la línea temática sobre la tepresión que abrió el autor con "El señor Galíndez" y que luego continuó en "El señor Laforgue". Pero si en la primera, el protagonista que cuenta la historia es el torturador-represor, en ésta es el papel del padre de la víctima. Con lo que imagino que la pieza debe ser desafortunadamente evocadora para el público argentino. ¡Cuánta gente debe reconocerse en ella!
Y en este sentido se comportan también los actores. El teatro de Pavlovsky, además de ser un teatro político, de denuncia, es un teatro "stalisnavskiano", en el sentido de que los actores interiorizan a sus personajes y sus conflictos. Interesa ofrecer el retrato psicológico más aproximado. Pavlovsky es un dramaturgo que también es médico psiquiatra. Así que nada de extraño tiene que toda su actuación tenga la apariencia de un psicodrama, en el que el actor-autor recuerda las "escenas temidas" de una vida.

Y a estas líneas se adapta tanto su actuación como la de Susana Evans, su mujer en la vida real, quien permanece en silencio durante toda la función y se ciñe a soportar estoicamente el inmenso dolor de esta tragedia.

L. P.