Teatro

Paco Mir estrena en Barcelona "La venganza de don Mendo"

"En Madrid hay mucho teatro malo"

7 marzo, 1999 01:00

Paco Mir es un tercio de El Tricicle, la compañía de mimo que fundó hace 20 años junto con Joan Gràcia y Carles Sans. Pero desde hace un tiempo, Mir se ha distinguido por dirigir comedias de éxito como "Políticamente incorrecto" o "La cena de los idiotas" o ser autor de la adaptación de "Criatures". El próximo martes, día 9, estrena en el Teatro Arnau de Barcelona todo un clásico de nuestro teatro cómico: "La venganza de don Mendo", de Pedro Muñoz Seca.

Paco Mir y sus compañeros de "El Tricicle" son más que una compañía. Para dar salida a sus proyectos comunes así como otros que pudieran interesarles, crearon 3xtr3s, una de las empresas teatrales de Barcelona más consolidadas en la que también se integran el veterano grupo Dagoll Dagom y la productora de gestión Anexa. 3xtr3s ha producido la obra de Muñoz Seca.
-¿Por qué "La venganza de Don Mendo?
-Es una de las mejores y más representativas obras cómicas, muy cercana a lo que nosotros hacemos, aunque no lo parezca. Compartimos una preocupación: hacer reír. Sin embargo, hay una diferencia básica, el texto pretende hacer reír por encima de todo, sea como sea. Nosotros también lo pretendemos, que es lo mismo que quería Buster Keaton, pero hay una frase suya que resume nuestro modo de pensar: "Hay que hacer reír tanto como se pueda, pero sin hacer el ridículo".
-Hay mucha gente que cree que el de Muñoz Seca es un teatro pasado de moda.
-Todo el teatro de Muñoz Seca está pasado de moda, pero "La venganza…" sobresale del resto de su obra. Primero, porque es una parodia que criticaba, en su momento, el teatro romántico de final de siglo, y que hoy nos parece una parodia de todo el teatro clásico. Segundo, porque está muy bien construida, tiene buen ritmo, versos de muy diversas métricas y una rima que parece muy fácil, pero que en absoluto lo es.
-¿En qué ha consistido su adaptación del texto?

Lo mejor de Mihura
-La obra original es muy extensa, porque el autor alargaba mucho las escenas. Era muy ingenioso y no se autocensuraba. También había muchos y muy largos monólogos, que recorté para ganar dinamismo, o convertí en diálogos, siempre que mantuvieran su sentido. Y suprimí algunos chistes que el espectador actual no entendería, porque se referían a hechos de la actualidad de 1918. - ¿Cómo eligió a los actores?
-Mediante un "casting". Quería encontrar gente joven, desconocida, que tuviera una buena dicción en castellano y un buen ritmo en el recitado del verso.
-¿En algún momento se planteó traducir el texto al catalán?
-Eso sería tan absurdo como traducir al catalán a Lope. Aunque Gonzalo Pérez Puig ha solicitado los derechos para traducirlo a todos los idiomas autonómicos.
-Da la sensación que, al cumplir años, los miembros de "El Tricicle" no se conforman con la interpretación, que prefieren producir o dirigir¿es así?
-Somos los únicos actores de los mamuts teatrales catalanes que siguen actuando cada día. Gente como Dagoll Dagom, La Cubana o La Fura dels Baus que nacieron con nosotros se centran más bien en la regiduría, en la dirección o en el empresariado. Nosotros seguimos dando el callo a diario, y hay que entender que llegará un día que se termine, porque ya no tendremos tantas ganas, o tendremos más familia.
-Su carrera como actor ha incidido en el teatro gestual. En cambio, como director, parece preferir el teatro de texto. ¿A qué se debe esta dicotomía?
-No hay tal dicotomía porque no hay tanta diferencia entre teatro gestual y de texto. Yo empecé queriendo hacer cine. Dibujé cómics, en los que hay mucho diálogo pero también es importante el gesto. Además, soy también escritor, y es lógico que me preocupe el texto. El mimo fue para mí un segundo escalón en mi carrera.
-Está claro que le gusta la comedia. ¿Le preocupa que muchos la consideren un género menor?
-Este es un mal que se acusa desde siempre. Lope de Vega ya lo sufría. Muchos autores clásicos se quejaban hace siglos de que los críticos no valoraban la comedia. Actualmente sigue pasando: los autores, directores y actores de comedia están menos valorados que los que hacen llorar. De eso tienen la culpa muchos intelectuales, que prefieren lo serio a lo cómico. No existe el teatro malo sólo porque hace reír, ni al revés. Marsillach habla mucho de esto en sus memorias: dice que la gente cree que lo aburrido es siempre mejor que lo divertido.

Despiste madrileño
-Los anteriores espectáculos que ha dirigido han tenido mucho éxito en Barcelona, pero no en Madrid. ¿Por qué?
-En Madrid están muy despistados con el teatro. Ha habido mucho teatro malo, y han caído en el error de sólo tener en cuenta los grandes nombres. La gente va a ver grandes nombres, no grandes montajes o grandes compañías. Eso es lo que, en Madrid, perjudicó a "Políticamente incorrecto", que tuvo muy buenas críticas, pero la gente no acudió porque no había ningún nombre que poder utilizar en la promoción. En Madrid deberían abrirse un poco más a los cambios.
-La renovación teatral ¿es una asignatura pendiente para Madrid?
-Sí, sobre todo en algunos aspectos, como la infraestructura, que está muy mal. Hay iniciativas muy puntuales en ese sentido, pero insuficientes. Y en otros campos también hace falta una renovación. Madrid se ha estancado en ese teatro de compañías de actores: una figura conocida que trabaja junto a un elenco muy malo. En ese sentido, Barcelona lleva quince años de ventaja.
-¿Le molesta que el teatro comercial sea criticado por ciertos profesionales?
-Lo que sucede es muy raro. La gente está hablando constantemente de Broadway, del Off-Broadway o del West-End londinense, y parece no darse cuenta de que no hay nada de lo que se representa en estos circuitos que no busque ser comercial. Allí, si una obra no atrae al público, dura una semana. Y aquí parece que tratar de ser comercial es un pecado. Y el "show-business" consiste, precisamente, en eso: en tratar de hacer negocio con el arte.
-Tricicle ha encontrado, a lo largo de su carrera, un buen equilibrio entre ambas cosas.
-Goldoni o Lope son hoy clásicos de esos que a los intelectuales les gusta decir que han visto, pero en su momento fueron textos comerciales al cien por ciento. Los dos escribían comedias sin parar, según lo que les pedía el público de la calle. Igual que Shakespeare. Hay obras actuales que son los textos comerciales de hoy, lo cual no quiere decir que vayan a ser los clásicos de dentro de cien años. Tal vez el éxito de El Tricicle radique en que partimos de aquella idea de hacer reír sin hacer el ridículo, sin abaratar el producto.
-¿Y para cuándo un nuevo espectáculo de El Tricicle?
-Ahora estamos preparando guiones para la televisión. Tal vez el año que viene empecemos a pensar en un nuevo espectáculo.